Carlos del Frade recibe a Biopolitica en “El Refugio”, como bautizó una de sus hijas a la ex casa de alimentos para perros en la que armó su oficina, ubicada a metros de su casa. Rodeado de libros y desprovisto de decoración, un escritorio y una computadora pueblan el sobrio espacio iluminado por una amplia ventana que da a la calle. Invitado a grabar el primer capítulo del ciclo, un proyecto audiovisual de la cooperativa La Masa que se podrá ver a través del diario digital Redacción Rosario, el periodista y diputado provincial –desde diciembre de 2015– repasó el largo camino que lo llevó, a los 54 años, a lanzar su candidatura a la Cámara baja nacional por el Frente Social y Popular. “Estamos sufriendo la política económica de la dictadura, que en lugar de imponérnosla con las botas nos la imponen con los votos”, dirá en el extenso reportaje que aquí se puede ver completo.

Durante la entrevista, que se prolongó por más de media hora, el autor del El Rosario de Galtieri y Feced, entre otros tantos libros de investigación, se refirió a los primeros registros políticos de su vida. Su madre llorando frente al televisor mientras veía la imagen de Eva Perón, una marcha por los desaparecidos en 1982, en medio de la Guerra de Malvinas, y un reportaje a Hebe de Bonafini en la revista Humor, marcaron a fuego su identidad –según contó Del Frade–, la que podría sintetizarse en un recorrido que se inicia con peronismo sentimental familiar y que concluye en izquierda nacional.

El periodismo y los medios de comunicación, sus diferencias y coincidencias con el kirchnerismo, la famosa resolución 125 y su “apoyo crítico” a Scioli en la segunda vuelta contra Macri, fueron algunos de los tantos temas que abordó, antes de referirse a la nueva etapa iniciada en el país y los porqué de su candidatura como diputado nacional.

—¿Cuál es el primer registro que tenés de la política en tu vida?

—Una marcha en 1982, después de la guerra de Malvinas, por los desaparecidos. La encabezaba Rubén Naranjo. Yo me acuerdo que estaba saliendo de la colimba, y me metí en la marcha y no entendía mucho, prácticamente nada. Me impresionó la imagen de Rubén. Fuimos hasta la ex Jefatura, donde había un cordón enorme.

Me acuerdo que por ese tiempo lo que más me había abierto la cabeza había sido una entrevista que le había hecho Mona Moncalvillo a Hebe de Bonafini en la revista Humor, que yo leí en la guardia del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército. Después de Malvinas, donde vi como maltrataron a los pibes que volvían, ahí se me abrió la cabeza. Me di cuenta de que había sido un idiota útil, y ahí empecé a participar de un montón de cosas.

Después de eso, cuando se hicieron las primeras elecciones, recuerdo que el Partido Socialista no tenía fiscales y me llamó como fiscal, pero yo voté al Partido Intransigente, porque creía mucho en el discurso que tenía Oscar Alende en aquel momento y en la idea de la izquierda nacional, que hasta el día de hoy me enamora. Esa es mi línea, la Izquierda nacional, una izquierda no gorila, abierta, y eso hasta el día de hoy.

—En tu casa, en tu familia, ¿la política tenía algún lugar?

—En casa, la política pasaba más que nada por el sentimiento. Mi mamá y mi papá eran peronistas. Tengo el registro de que cuando aparecía la imagen de Evita, en la televisión blanco y negro, mi mamá lloraba. Entonces yo le preguntaba por qué lloraba y ella me explicaba que Evita fueron los primeros pares de zapatos, la primera vez que nos tuvieron respeto, que fuimos al centro, las primeras vacaciones. Ella era hija de un estibador pobre de Rosario, que se había alimentado con mate cocido.

Mi papá era peronista, pero como una especie de personaje de Osvaldo Soriano en No habrá más penas ni olvido, en donde el personaje dice «yo nunca me metí en política, yo siempre fui peronista». Como empleado bancario, de cuello blanco, creía que era un trabajador que tenía otra alcurnia, pero después cuando lo despidieron como un perro en el 78 durante la dictadura, que comimos todo el año polenta, se dio cuenta de que era un laburante más.

—¿Cómo fue transitar la adolescencia y la secundaria en dictadura?

—Fue un proceso difícil. Había hecho la primaria en la escuela Juan Arzeno y en el 76 empecé primer año en la Dante Alighieri, con Fito Páez, con el Tata Martino, con (Luis) Novaresio un poco más chico. Éramos esa camada. Y era un momento muy difícil en la propia escuela. Había mucha oscuridad. En Historia sólo se llegaba hasta Rosas. A los 15 años fue el mundial 78, y me acuerdo de que, a pesar de ser muy futbolero, no tenía ganas de ir a la calle a festejar. Había algo que no me nacía. Y después con el tiempo le empezás a dar una vuelta sobre por qué sentías esas cosas.

—¿Qué referencias y lecturas te signaron políticamente?

—Cuando empiezo a estudiar periodismo, comienzo también a leer mucha historia. Y a partir de ahí me encuentro con los textos de (Raúl) Scalabrini Ortiz, y de ahí llego a Juan José Hernández Arregui, que siempre digo que es un paso imprescindible para el que piensa la política en la Argentina, para leer el marxismo en perspectiva latinoamericana. Entonces, del 83 al 87 es un proceso de mucha lectura, de mucho enamorarte del país.

Eso me define por una postura comprensiva del peronismo, que yo tenía desde los sentimental por mi mamá, pero ahora con las lecturas de Scalabrin, (Arturo) Jauretche, Hernández Arregui.

En ese entonces lo conozco a (Norberto) Galasso, con quien organizamos un primer curso de Historia política en el Museo histórico. Había una idea de izquierda desde el peronismo, esa idea del paso del peronismo al socialismo nacional.

En el 87, el día del periodista, 7 de junio, me afilio al Partido Socialista Auténtico, del que me termino yendo hace unos años atrás cuando el partido hace algunas alianzas con el Socialismo, al que peleo desde hace años acá en la provincia.

—¿Cuánto marcó tu oficio, el periodismo, en el camino político que terminaste tomando?

— El periodismo es la definición de mi vida. Yo quise ser periodista desde los seis años. Siempre fue así. Estudié periodismo, aunque me retrasó el servicio militar. Empecé haciendo periodismo en el interior. Luego en Radio Nacional Rosario, en el servicio informativo, donde vivimos muy intensamente el levantamiento carapintada. También empezaban las primeras censuras.

Nos echaron de la FM de LT3, después de Radio Nacional, donde me acusaron de “montonero sandinista”, era muy gracioso. De ahí me echaron los radicales. Los radicales que venían de Alfonsín, pero como suele ocurrir con el radicalismo, cuando se asustan se ponen muy de derecha.

En la década del 90 entro en Rosario 12 con temas que tenían que ver con todo esto. Soy el primero en leer la causa Feced, para la cual nos daban solamente dos horas por día para leer sus 49 cuerpos. De ahí surge la escritura de muchos libros. La denuncia contra las empresas, porque es también lo que uno cree que hay que hacer, ya que en ese tiempo se empieza a hablar de desocupados, pero no de desocupadores.

En Rosario 12 tenemos un proceso muy lindo, con una redacción hermosa. Pero cuando viene el ajuste en Página yo había sido elegido delegado por mis compañeros y decido seguir el camino de mis compañeros, y la mitad nos fuimos.

A partir de ahí comienza el trabajo disperso en los medios. Cinco veces echado de LT8, tres de LT3, cuatro de LT2. No tuve recibo de sueldo durante 14 años seguidos, desde que me echaron de LT8 y El Ciudadano.

—¿Cómo se da el salto al terreno electoral?

—Yo seguí integrando el Socialismo Auténtico y en el 2007, cuando (Fernando) Pino Solanas como candidato a presidente, dijo desde Proyecto Sur: «Hay cosas buenas del kirchnerismo y otras cosas que no lo son», me pareció muy interesante y fue mi primera experiencia como candidato. Sabiendo que iba más que nada a acompañar. Pero pasa algo ahí, yo saco el doble de votos de los que sacó Pino. Y creo que eso tuvo que ver con los 30 años de periodismo. Después corto relaciones políticas con Pino y nos metemos en 2011 en la candidatura a diputado provincial porque creíamos que era posible. Llegamos, pero nos aplican el decreto de la dictadura (un piso del 3 por ciento del padrón electoral) y nos dejan afuera. Ya en 2015 hay un 50 por ciento más de votos y acá estamos.

—¿Por qué el Frente Social y Popular?

—A partir de 2007 lo que intenta armar Pino, digo intenta porque siempre es algo que les cuesta mucho, que le ha costado y que le costará, me parece; pero la idea era, viniendo del peronismo, siendo una expresión del peronismo, una vez más el discurso de la izquierda nacional. Ese primer Proyecto Sur tiene el acompañamiento del Socialismo Auténtico, del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), organizaciones sociales e independientes. Ahí aparece un muy joven Luis Contigiani, hoy ministro de la Producción de Santa Fe, que desde un radicalismo yrigoyenista, se mete en ese curso, con una Federación Agraria combativa en aquel momento, distinta a la que va a ser en 2008.

En 2009 eso se extiende y aparece el Partido Comunista Revolucionario (PCR), pero yo ahí con dos diferencias que hasta el día de hoy nos cargamos mucho. Porque en 2008 yo estuve a favor de la (resolución) 125, no quería saber nada con la Sociedad Rural. Y después en la segunda vuelta entre Scioli y Macri yo en primer término salí a decir que estaba con la opción de Daniel Scioli. Lo mejor del kirchnerismo tenía que ser defendido.

Hasta el día de hoy, esas tensiones expresan esas identidades políticas que integran el Frente Social y Popular, al que se sumó además Patria Grande. Todo eso por ahora coexiste desde el 2015 porque… porque hasta ahora hemos tenido suerte con los votos.

—¿Qué querías hacer, qué estás haciendo y que no estás pudiendo hacer como diputado provincial?

―Lo que estoy haciendo es decir lo que los demás no dicen. Ahí en la legislatura se ve muy claro, por ejemplo, que no se quiere hablar mucho sobre cómo se eligen los jueces. Entonces, cuando vos lo ponés ahí se hace un silencio espeso. Es muy difícil encontrar que te digan con nombre y apellido las empresas que se favorecen con determinadas políticas.

Y estoy laburando mucho con un montón de proyectos, especialmente pedidos de informes que antes eran notas periodísticas y ahora son pedidos de informes que nunca responden. Pero que le sirven a la gente que se acerca a vos. Antes yo les decía «venite a la radio» o «venite al programa de televisión». Ahora le decís: «vamos a hacer un pedido de informes». Pero estoy convencido que para transformar la realidad necesitás el gobierno, necesitás gobernar.

―¿Por qué ser candidato a diputado nacional?

―Para trabajar por las tres banderas que tenemos en el FSP: igualdad, justicia y soberanía.

La desigualdad es la que gana por goleada en Santa Fe y la Argentina. Por eso, para bajar esa desigualdad, proponemos tres leyes concretas. El gobierno de Macri, puso en el presupuesto 314.931 millones de pesos de exenciones impositivas a las 40 empresas que contrajeron la deuda externa y que impulsaron la dictadura. Eso es obsceno, como diría Pino, y efectivamente si vos hacés que esos millones vayan hacia otro lugar, estás corrigiendo algo esta realidad. Por ley, eliminar las exenciones. Que ese dinero vaya a salud, bienestar social, vivienda.

Segunda Ley: a las provincias, desde la Guerra del Paraguay, se les prohibió cobrar los derechos por las exportaciones que se hacen desde las provincias. Eso significa un saqueo a las provincias de miles, de miles de millones de pesos desde 1870 en adelante. Si recuperásemos eso, tendríamos en serio un país federal, y no uno unitario, y tendríamos mucho más dinero para las provincias.

Y tercero, la recuperación de todo lo que tiene que ver con los puertos, las exportaciones, a nivel nacional, aquello que el peronismo llamó el Iapi, un instituto que regule y controle eso.

Con esas tres leyes nada más, se podría modificar la estructura de la distribución, e ir en contra de la concentración de riquezas.

También tenemos proyectos para regular las cadenas agroalimenticias. Santa Fe, como todas las provincias, tiene 31 cadenas alimenticias que entre las grandes cadenas y los grandes supermercados le ponen el precio a las cosas.

Apuntamos a la importancia de tener una marina mercante, una junta nacional de granos, recuperar los ferrocarriles, tratar de pensar la igualdad de género mucho más allá de la paridad en la cuestión política.

Y proponemos dar vuelta a (Juan Bautista) Alberdi, quien decía «gobernar es poblar». Yo digo que tenemos un gran sueño colectivo en la Argentina que podría ser «gobernar es repoblar». Las megaciudades, está demostrado, que generan megaproblemas; de contaminación, de enfermedades, de mafias como el narcotráfico, la trata, la violencia. Entonces hay que disminuir, hay que tener ciudades de no más de un millón de habitantes. Y para eso necesitamos un gran proyecto nacional de viviendas y de ciudades en distintos lugares que el mapa de la Argentina tiene para hacer una repoblación del país, en un proyecto estratégico que nos junte, que nos de un ideal de trabajo, donde el trabajo se alimente desde el Estado con esa idea de repoblar la Argentina. Ese es el sueño máximo. Pero total se trata de eso, de pelear por los sueños.

—¿Cómo definís la etapa iniciada con el gobierno de Mauricio Macri?

—Estamos sufriendo la política económica de la dictadura, que en lugar de imponérnosla con las botas nos la imponen con los votos. Esa diferencia, que no es sólo de vocales y consonantes, nos tiene que demandar paciencia a los sectores populares. Porque muchos trabajadores, mucha gente humilde lo votó a Macri. Por un montón de cosas, entre otras, porque los medios de comunicación te enseñan que los cambios siempre vienen de arriba y por derecha, y nunca de abajo y por izquierda. Pero más allá de eso, hay que tener paciencia con la compañera o el compañero que en el barrio votó esto que le está arruinando la vida.
Biopolítica

Con la idea de que toda vida es política, el proyecto audiovisual de la cooperativa La Masa, que tendrá un correlato en estas páginas, tratará de presentar biografías, en su dimensión política, relatadas por sus protagonistas. Tal vez sería mejor llamarlas autobiografías políticas, pero en ese caso además de ser trabalenguas tendría menos síntesis. Se trata de entrevistas con personas que en este primer ciclo serán candidatas a algún cargo de los que se eligen este año de comicios de medio término, pero que en próximas ediciones podrán ser representantes gremiales, religiosos, funcionarios públicos, referentes culturales y del deporte, militantes sociales, políticos, originarios, de género o de derechos humanos.

Fuente: El Eslabón

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