La luz del día entra con fuerza a la oficina de Ricardo Nidd, decano de la Facultad de Ciencias Médicas. Es un mediodía nublado, y aún así, y con luces artificiales prendidas, hay una claridad natural en el ambiente. También se percibe una calma natural, la que vino después de la tormenta, la que llegó después de los más de diez mil correos electrónicos y los llamados y mensajes permanentes durante días al teléfono de Nidd. El decano comparte la mesa y un mate con cuatro mujeres: Alejandra Chervo, la vice decana de la Facultad, y con Celeste Alarcón Loizaga, Raquel Tizziani y María Paula Botta, tres representantes de la flamante, famosa, cuestionada y aplaudida materia electiva El aborto como problema de salud. La calma después del torbellino de opiniones, de repercusiones sociales y mediáticas que aparecieron una vez conocida la aprobación de la materia, permite ver qué es lo que quedó. Y eso se celebra. “Que el pueblo se sienta convocado a discutir un tema que tiene que ver con los procesos internos de la Facultad de Ciencias Médicas habla bien de nuestro proceso de inserción en la sociedad”, resume Nidd. “Bienvenidos, que opinen de nuestros procedimientos, que se apropien de la universidad pública”.

La materia electiva El aborto como problema de salud se aprobó por unanimidad por el consejo directivo de Ciencias Médicas el 4 de mayo de este año. El proyecto rápidamente se transformó en noticia y esa noticia en una repercusión que ni las impulsoras de la materia ni las autoridades de la Facultad esperaban. La casilla de correo electrónico del decano recibió, en 72 horas, unos diez mil mensajes que tenían el mismo texto y solicitaban que no se habilite la propuesta académica. Siguieron unos cinco mil correos más, pidiendo que se dicte la materia, felicitando la iniciativa. “A unos y a los otros los escuchamos atentamente, respetamos sus opiniones y son bienvenidas. Pero la decisión fue tomada en el marco vigente de la autonomía universitaria y esto es inapelable, así que la materia comienza su inscripción inmediatamente después del receso invernal para comenzar su dictado con los inscriptos a partir de la segunda semana de agosto”, aclaró Nidd.

La calma después de esa tormenta deja entrever que hay un debate más allá del aborto: el rol de la universidad en la sociedad. Y en ese sentido, entra en juego la autonomía universitaria pero también la sociedad civil, miles de personas por fuera de la comunidad educativa, que se apropiaron por unos días de esa facultad y participaron de un debate que debería ser permanente: ¿Qué se enseña y cómo a los futuros profesionales del país? “Nos alegra que la sociedad se haya apropiado de algo que sucede dentro de su facultad de Ciencias Médicas, la que se sostiene con sus aportes. Hay un compromiso con el pueblo de formar profesionales que el país necesita con educación de calidad. No lo asumimos como presiones, sino como opiniones. La autonomía universitaria nos hace invulnerables a este tipo de comentarios como presiones”, remarcó Nidd.

El decano hizo hincapié más de una vez en que no esperaban el impacto público y sobre todo mediático que tuvo la creación de la materia. Y también destacó que cuando se recibieron los primeros miles de correos solicitando que no avance la materia electiva, el programa de cursado todavía no estaba publicado. “Claramente están basados en un prejuicio, porque no había elementos para hacer un juicio. Así que creo que el prejuicio parte del término aborto y eso movilizó para decir paren con esto, de esto no se habla. Ahora cambió el discurso y es, que se hable y escuchen todas las voces. Primero era que no se escuche ninguna, ahora que se escuchen todas”.

Alejandra Chervo, vicedecana, consideró que tanto la creación de la materia como la repercusión que tuvo “es un costo de haber hecho una participación real”. “Cuando asumimos se planteó el tema de hacer un consejo que discuta las cuestiones que preocupan a la sociedad. Estamos enseñando un modelo de salud participativa, donde se supone que las personas tienen que avanzar hacia su autonomía, lo que quieren hacer con su vida, con su proyecto de vida y con su cuerpo también. Nosotros nos preguntamos cómo hacer eso como práctica institucional. Este es un producto de esa discusión que se abrió. Fue un punto de inflexión. Es un bien querido, un debate que camina, que está vivo”.

Tanto Chervo como Nidd celebraron que sea la Universidad Nacional de Rosario la que marque la cancha en el país. El término elegido es obvio: “Me da orgullo”, dicen los dos. El teléfono de Nidd no sólo sonó por llamados de medios de todo el país, sino que también recibió consultas, felicitaciones, entusiasmo, de otros decanos de facultades de ciencias médicas. “No es casual que esto empiece en nuestra facultad. La gestión va en esa línea y por eso nos llena de orgullo poder ser pioneros. Entendemos que en una facultad como la nuestra esta propuesta encuentre una cabida. Vamos a contarles contentos a nuestros colegas que esta es una experiencia que vale la pena”.

Un problema de salud que merece el debate

El proyecto de creación de esta materia se presentó hace más de un año. La propuesta, abordar la problemática del aborto en el contexto de una situación sanitaria determinada, recorrió los distintos espacios de discusión política e institucional de la Facultad. El 4 de mayo, el proyecto, con modificaciones, sugerencias y aclaraciones, fue aprobado por el Consejo Directivo por unanimidad. El aborto como problema de salud es una materia electiva de grado radicada en el ciclo de Diagnóstico, tratamiento y recuperación, que es a partir de cuarto año, y forma parte de las ofertas entre 50 materias aproximadamente.

“Nosotros entendemos que ésta es una práctica habitual en los hospitales públicos. Parte del tema está saldado al menos en esta provincia, donde se han expresado los legisladores, ejecutivos. Lo que nosotros hacemos es traerlo al ámbito académico para ponerlo al alcance de los jóvenes, discutirlo con estudiantes que algún día van a ser profesionales y se van a encontrar con casos clínicos concretos donde tengan que tomar decisiones prácticas”, explicó Nidd.

Raquel Tizziani es una de las médicas y docentes responsables de la materia. Para ella, que exista esta cursada es un paso más para que la sociedad argentina tenga el debate que se merece sobre este tema. “El aborto legal es una deuda de la democracia. Las integrantes de la materia formamos parte de la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir y trabajamos todos los días para garantizar que las mujeres puedan acceder a la interrupción legal del embarazo o al aborto no punible. Y queremos que en nuestra ciudad, y en nuestro país, se garantice eso: el acceso al aborto no punible, que es algo que no está sucediendo”.

Tizziani explicó que la propuesta pedagógica es abordar el tema desde una mirada amplia: el derecho, la salud y la justicia social desde una perspectiva de género. “El proyecto pedagógico está orientado a estudiantes de medicina en formación de grado. Consideramos el aborto como un problema de salud que debe ser abordado desde distintos aspectos. Por un lado, la formación médica específica en relación a las prácticas y procedimientos según lo establecido por ley. También vamos a dar un marco legal, para que los futuros profesionales sepan dónde están parados, cuáles son sus responsabilidades como médicos, qué leyes los amparan. Y además, hacemos hincapié en esto: pensarlo como un problema de salud. Esto es, un problema de salud que puede ser evitado. Por lo tanto se va a abordar también lo que se llama atención integral post aborto, que consiste básicamente en pensar qué pasó en relación a la educación sexual integral, si hay o hubo algún tipo de situación de violencia sexual explícita o no. Son aspectos que tenemos que abordar para intervenir en este problema de salud”.

Fuente: El Eslabón

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