Una interesante victoria opositora se desplegó este domingo en todo el país. Contabilizados el 98 por ciento de los sufragios emitidos poco más del 58 por ciento de los mismos evidenciaron el rechazo social a la política económica, social y cultural desplegada por el oficialismo.
El 37 por ciento respaldó la gestión macrista. No menos. No más. Con picos de apoyo en las zonas acomodadas de las grandes ciudades, la fuerza liberal conservadora alcanzó el objetivo de galvanizar su propia tropa y relevar definitivamente al radicalismo en su rol político social.
De este modo, el país sigue partido… pero una región más grande se inclina en dirección contraria a los intereses financieros concentrados. Esa porción mayoritaria divide sus preferencias electorales y emite un mensaje intenso hacia las dirigencias que pretenden recabar su favor.
Las vertientes más importantes que construyeron la victoria opositora en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias 2017 son Unidad Ciudadana –con nombres varios-, Frente Renovador –rebautizado-, Partido Justicialista y Cumplir.
Todas esas fuerzas poseen equivalencia en la matriz social del voto y también en la adscripción del sufragante por opciones críticas al ajuste desplegado por el gobierno de Mauricio Macri. Las diferencia el comportamiento de cada espacio de conducción.
De ahí que las premisas que surgen del pronunciamiento popular resulten atendibles: nos parecemos, pero tenemos opiniones divergentes; si se desea ganar en el 2019, es preciso coordinar esfuerzos admitiendo la existencia de los otros.
El ejemplo de acción está bien a mano y lo configuran el movimiento obrero organizado y las organizaciones sociales, que han salido a lo largo de estos dos años a reclamar conjuntamente por derechos conculcados y en afán de frenar el camino antiproductivo y rentístico.
Las distancias existentes entre las dirigencias de esas franjas determinantes no impidieron la realización de luchas parciales ni de masivas y multifacéticas acciones mancomunadas que llegaron a superar el medio millón de personas en las calles.
Entre muchos elementos a tomar en cuenta como resultado del comicio, que preludia al que se llevará adelante en octubre de este mismo año, cabe destacar la ratificación del poderío peronista en el Norte argentino, así como los pronunciamientos bonaerense y santafesino.
En la discutida provincia de Buenos Aires, con epicentro en la populosa Tercera Sección Electoral, la Unidad Ciudadana, bajo el liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner y relevantes candidaturas obreras logró un empate con sabor a victoria contra un andamiaje cerrado y hostil.
En el trascendente distrito identificado por la bota, y después del traspié del 2015, el Frente Justicialista alcanzó una luz de ventaja sobre Cambiemos. En ambos casos esas corrientes en la cabeza de los guarismos redoblan su potencial al sumarse el resto de las listas opositoras.
La negativa de algunos dirigentes y militantes a identificarse con otras nóminas a la hora de aunar voluntades críticas es un hecho socialmente intrascendente y políticamente preocupante. El intento de cada sector por presentarse como única opción no va más allá de un discurso voluntarista.
Comprensible, claro, para quedar en la pole position hacia el 2019, pero en modo alguno representativo del bullente mar bravío que configura la totalidad de un movimiento nacional popular que de abajo hacia arriba se ha lanzado a contrastar con el gobierno liberal.
Ahora vienen los comicios directos. Y luego, asentadas en el timón fijo antinacional y antiindustrial del oficialismo, las luchas sociales que caracterizarán el año 2018. La perdurabilidad del débil esquema que sostiene a Cambiemos está en cuestión. El pueblo lo ha puesto en dificultades.
* Director de La Señal Medios / Sindical Federal / Área Periodística Radio Gráfica.