La nueva modalidad de ataque terrorista con vehículos como armas se repite en Europa. Y las autoridades se muestran incapaces de impedirla. Pese a la creciente militarización de las ciudades, pese a las custodias, los cierres, los retenes, los controles, los detectores de metales, los perros y las caras de perro.
Desde 2016, se vienen repitiendo en Europa ataques a través de atropellamientos masivos. El 14 de julio de 2016, el tunecino Mohamed Lahouaiej atropelló a un grupo de personas en la ciudad de Niza, Francia y mató a 85. Fue solo el comienzo de una seguidilla.
El 19 de diciembre de 2016 fue el turno de Berlín, cuando otro tunecino, Anis Amri, al volante de un camión robado, entró en un mercado de Navidad y mató a 12 personas.
El 22 de marzo de 2017 se produjo un ataque en Londres. Adrian Russell Ajao, un británico de 52 años convertido al Islam, embistió en los alrededores del Parlamento Británico con una camioneta y luego, sobre el puente de Westminster, atropelló a los peatones. Posteriormente, cuchillo en mano, atacó a guardias del Parlamento. Murieron cinco personas. El Estado Islámico se atribuyó el atentado.
El 7 de abril de 2017 se produjo en Estocolmo un atentado terrorista que costó cuatro vidas. Fue en la peatonal Drottninggatan, una calle comercial siempre atestada. Un camión embistió a la multitud causando la muerte de cuatro personas y dejando quince heridos antes de empotrarse contra la fachada de la gran tienda Åhléns City. El autor del atentado, Rakhmat Akilov, fue un uzbeco de 39 años.
El 3 de junio pasado se produjo otro atentado con vehículo en Londres. Una furgoneta atropelló a transeúntes que se encontraban sobre el Puente de Londres. Los tres ocupantes del vehículo descendieron luego y apuñalaron a varias personas. Hubo 8 muertos y 40 heridos. Los responsables fueron Khuram Shazad Butt, británico de origen pakistaní, Rachid Redouane, con doble nacionalidad libia y marroquí, y Youssef Zaghba, italiano de origen marroquí. Pocos días después, el islamofóbico Darren Osorne, galés de 47 años, atacó con su auto a un grupo de musulmanes cerca de la mezquita de Finsbury Park, en el norte de Londres. Hubo un muerto y nueve heridos.
Luego se produjeron en Francia dos intentos con la misma metodología. El 20 de junio, una persona identificada como Adam dirigió su auto contra una furgoneta de la gendarmería que se encontraba estacionada en la Avenida de los Campos Elíseos en París. El 9 de agosto de 2017, el argelino Hamou Benlatreche, a bordo de un automóvil, atropelló e hirió a seis militares en la localidad francesa de Levallois-Perret.
Esta modalidad necesita poca logística y organización. Puede hacerse sin armas, incluso, y sin levantar sospechas. Una vez más, la denominada guerra contra el terrorismo vuelve a quedar detrás de los acontecimientos, siempre detrás, pese a los fondos empleados, pese a los derechos que las ciudadanas y los ciudadanos europeos han debido resignar en nombre de esa guerra perdida.
Este jueves por la tarde, una furgoneta atropelló a varias personas en La Rambla de Barcelona. El grupo extremista Estado Islámico (EI) se adjudicó el hecho.
El sector conocido como Las Ramblas es uno de los lugares más concurridos de la denominada Ciudad Condal. Decenas de miles de personas, muchas de ellas turistas, circulan por el lugar, siempre atestado.
Además, el atentado ocurrió en el pico de la temporada turística en Barcelona, una ciudad al borde del Mar Mediterráneo que es uno de los principales destinos de Europa y recibe más de diez millones de visitantes cada año.
Según datos difundidos por las autoridades catalanas, pocos minutos después del ataque la policía detuvo a los dos presuntos terroristas que llevaron a cabo el atentado. Los agentes revisaron sus redes sociales en busca de pistas. Según difundió la policía de Catalunya, uno de los presuntos terroristas vive en la localidad de Ripoll, según consta en sus diferentes perfiles de Internet.
Según la policía de Catalunya, el atentado habría sido perpetrado por dos terroristas, y habrían utilizado dos camionetas alquiladas. Con una de ellas se realizaron los atropellamientos y la otra estaba preparada para la fuga. Esta última fue localizada poco después, estacionada en la localidad de Vic (provincia de Barcelona). El vehículo fue rodeado por fuerzas policiales mientras acudían los especialistas para verificar si contenía o no explosivos.
El consejero del Ministerio del Interior del gobierno catalán, Joaquín Forn, informó que entre los heridos hay 25 de gravedad, al tiempo que anunció dos detenciones por posibles vínculos con el ataque. Unas horas después del atentado, la milicia islamista EI se adjudicó la autoría en un comunicado de la agencia de noticias Amaq. El EI dijo que fue cometido en respuesta a los ataques de los estados de la coalición (en referencia a la alianza militar internacional que encabeza EEUU, y de la que participa España en Medio Oriente) que bombardea al grupo extremista en Irak y Siria.
Otro ataque en Cambrils
El de Barcelona no fue el único ataque. En Cambrils, Tarragona, la policía catalana abatió a cuatro personas que llevaban explosivos adosados a sus cuerpos. Según la versión oficial, habían atropellado a varias personas en esa localidad turística, que en esta época del año se encuentra repleta de visitantes. Tras la embestida del vehículo, cinco personas resultaron heridas, dos de ellas de gravedad.
Luego del ataque, la policía abrió fuego sobre los ocupantes del vehículo: cuatro fueron abatidos y uno resultó herido y fue detenido. Tras el atentado, las calles del municipio quedaron cortadas y la gente corrió a refugiarse en restaurantes y locales comerciales.
Fuente: El Eslabón