«Me enteré que no era hija biológica de mis padres un sábado y el lunes siguiente ya estaba acá para preguntar si era hija de desaparecidos”, dijo este martes la nieta 126, acompañada de las Abuelas, amigos y familiares. La joven, recién identificada como hija de Edgardo Garnier y Violeta Graciela Ortonali – víctimas del terrorismo de Estado–, dijo emocionada que «esta vez no pudieron» y que «el amor es más fuerte que el odio, siempre» al hablar junto a Estela de Carlotto.

La nieta recuperada 126 pronunció un emocionante discurso este martes en la sede de Abuelas. «No pudieron, esta vez no pudieron. El amor le ganó al odio. El amor es más fuerte que el odio, siempre», dijo enormemente emocionada, entre lágrimas y llantos. Si bien reconoció estar aún en estado de «shock» por la noticia, explicó que igual decidió participar de la conferencia de prensa «para compartir» su «felicidad» y para «ayudar a darle ese empujoncito a esa gente que tiene una duda por su identidad».

«Ayer a la mañana me llamaron de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad y pensaba que era una llamada cualquiera. Me dijeron que había información que me tenían que dar personalmente. A partir de ahí empecé a sospechar lo que podía ser y me puse muy ansiosa», dijo la joven sobre su historia de restitución.

«Feliz es la palabra, estoy plena, cerró esa ficha del rompecabeza (sobre su identidad) y se armó una nueva con una familia hermosa. Se me completó la vida», añadió. Y contó que ya había hablado con su abuela: «Es una genia, no lo puedo creer, ya la quiero. Me mostraron una foto y es hermosa por dentro y por fuera».

Como es habitual, la conferencia de prensa fue abierta por Carlotto, quien luego de celebrar el encuentro con la nieta 126, dio lectura a un comunicado sobre las historias de los padres de la joven restituida.

Su mamá fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en La Plata cuando estaba embarazada de ocho meses. Su papá fue capturado por los militares en la misma ciudad el 8 de febrero de 1977 cuando estaba buscando a su esposa y su hija.Violeta nació el 11 de octubre de 1953.

A los tres años su madre murió y la crió una tía en la ciudad bonaerense de Bolívar. «Era muy buena compañera, sensible, alegre, le gustaba mucho la matemática y le apasionaba la investigación espacial. También le gustaba el fútbol, era católica practicante, no era de salir ni de ir a bailar», contó Carlotto al iniciar la conferencia de prensa.

«Era charlatana y vivaz, se fue a estudiar a Ingeniería Química a La Plata y obtuvo una beca, también trabajaba como mucama en el Hospital de Niños y comenzó su militancia polìtica en la facultad donde conociò a Edgardo», completó.

El papá de la nieta 126 nació el 7 de agosto de 1955 en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) «Ya de niño era muy ingenioso, desarmó y volvió a armar su propia bicicleta. Fue a la Escuela Número 1 Nicolas Avellaneda y era un excelente alumno. Leía historietas y prefería las materias humanísticas, era hincha de independiente y le interesaba todo lo relacionado a la conquista del espacio. Era juicioso y callado y se mudó a La Plata para estudiar Ingeniería Electromecánica», precisó la titular de Abuelas de Plaza de Mayo.

La pareja militó en el Frente de Agrupaciones Eva Perón (FAEP) y formaron parte de Montoneros. Él también lo hizo en la Juventud Peronista y ella además en la Juventud Universitaria Peronista. Vivieron en Ensenada y se casaron el 7 de agosto de 1976 en Bolívar cuando Violeta estaba embarazada de 3 meses. La pareja tenía pensado ponerle Vanesa si era nene o Marcos o Enrique si era varón.

Carlotto explicó que Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en el barrio La Granja de La Plata con un embarazo de ocho meses y desde entonces Edgardo «buscó por cielo y tierra» a su mujer. El 8 de febrero de 1977 también fue secuestrado.

«Su familia continuó la búsqueda y fue una de las primeras en hacer la denuncia en Abuelas de Plaza de Mayo pero nunca se obtuvo ningún dato fehaciente ni concreto del niño o niña que debió nacer en cautiverio. Eso hasta ahora», dijo la activista de Derechos Humanos.

La alegría de la abuela

Por su parte, Blanca Díaz de Garnier, la abuela de la joven restituida, expresó su «alegría y gozo» tras conocer la noticia de la restitución de la identidad de su nieta a quien buscó desde la desaparición de su hijo en febrero de 1977 y de su nuera, dos meses antes. «No cabemos en nuestra persona de alegría y gozo», confesó la mujer que vive en Concepción del Uruguay.

Garnier contó que su hijo partió desde Entre Ríos a los 16 años y conoció a quien fue su pareja cuando cursaba sus estudios en La Plata. «Estuve comunicada con ellos hasta los últimos días, inclusive les había preparado todo un ajuar para la nieta o el nieto por venir pero desapareció todo», dijo en declaraciones a Radio 10.

Ayer por la tarde recibió el llamado telefónico de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, quien le confirmó el hallazgo de su nieta: «Quedé cortada. Cuarenta años de espera y llegó el momento», describió y confesó que «cada vez que aparecía un nieto decía: ‘a mí nunca me toca'».

El comunicado completo de Abuelas

ENCONTRAMOS A LA HIJA DE EDGARDO GARNIER Y VIOLETA ORTOLANI, LA NIETA 126
FUENTE: ABUELASAUTOR: ABUELAS
La joven se presentó en Abuelas. Ayer pudo conocer la verdad sobre su origen y abrazar a su familia.

Las Abuelas de Plaza de Mayo anunciamos con enorme felicidad el encuentro de una nueva nieta, la hija de Violeta Graciela Ortolani y Edgardo Roberto Garnier, nacida en enero de 1977 durante el cautiverio de su madre. Ella podrá conocer a su abuela paterna, Blanca Díaz de Garnier, que vive en Concepción del Uruguay, donde nació su padre y podrá charlar con sus familiares paternos y maternos, con los compañeros de militancia de sus padres, que ya la están acompañando para abrazarla en la verdad.

Los padres

Violeta nació en la Ciudad de Buenos Aires el 11 de octubre de 1953. A los tres años su mamá murió y la crió una tía, en Bolívar. Era muy buena compañera, sensible, alegre. Le gustaba mucho la matemática y le apasionaba la investigación espacial. También le gustaba el fútbol. Era católica practicante. No era de salir ni ir a bailar. Era charlatana y vivaz. Se fue a estudiar a La Plata Ingeniería Química y obtuvo una beca. También trabajaba como mucama en el Hospital de Niños. Comenzó su militancia política en la facultad, donde conoció a Edgardo.

Edgardo nació el 7 de agosto de 1955 en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos. Ya de niño era muy ingenioso: desarmó y volvió a armar su primera bicicleta. Fue a la escuela N° 1 Nicolás Avellaneda y era excelente alumno. Leía historietas y prefería las materias humanísticas. Era hincha de Independiente. Le interesaba mucho todo lo relacionado con la conquista del espacio. Era juicioso y callado. Se mudó a la ciudad de La Plata para estudiar Ingeniería Electromecánica.

La pareja militó en la FAEP, Edgardo también militó en la JP y Violeta en la JUP. Luego, ambos formaron parte de Montoneros. Sus compañeros la llamaban «La Viole» y, a él, «La Vieja Bordolino» o «El Viejo».

Durante sus estudios y militancia, Edgardo y Violeta vivieron en Ensenada en la misma casa que otros compañeros estudiantes de ingeniería, entre ellos Marita Aiub y Rafael Caielli, también desaparecidos junto con su hijo, a quien seguimos buscando.

En esa casa habían puesto un taller de reparaciones eléctricas que se llamaba “El pollo eléctrico”. Y en el fondo tenían una huerta.

Violeta y Edgardo se casaron el 7 de agosto de 1976 en una sencilla ceremonia religiosa realizada en Bolívar. Ella estaba embarazada de 3 meses. La pareja pensaba llamar a su bebé Vanesa, si era nena; Marcos o Enrique, si era varón.

Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en el Barrio La Granja de La Plata, con un embarazo de 8 meses. Desde entonces, Edgardo buscó por cielo y tierra a su mujer y luego regresó a su pueblo en Entre Ríos. Cerca de la fecha probable de parto, emprendió nuevamente la búsqueda. Se despidió diciendo que iba a buscar a su hijo y, al poco tiempo, el 8 de febrero de 1977, en La Plata, él también fue secuestrado.

Desde entonces, su familia continuó la búsqueda y fue una de las primeras en hacer la denuncia en Abuelas de Plaza de Mayo. Pero nunca se obtuvo ningún dato fehaciente y concreto sobre la pareja ni sobre la niña o niño que debió nacer en cautiverio. Hasta ahora.

La búsqueda

Como en muchos de los últimos casos, una joven se acercó al área de Presentación Espontánea de Abuelas de Plaza de Mayo luego de que alguien de su entorno le confesara que no era hija biológica de quienes la habían criado. Hasta entonces, ella no tenía dudas sobre su identidad.

Su partida de nacimiento falsa está firmada por la médica Juana Franicevich, quien ya había fraguado las partidas de nacimiento de tres nietos que fueron restituidos recientemente.

Desde el área de Presentación Espontánea fue atendida y luego derivada a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) para completar la información documental y, después, realizar el análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos.

Ayer, esta joven supo que es la hija de Violeta y Edgardo. Recibió la noticia en la CONADI con enorme felicidad e inmediatamente accedió a acercarse a Abuelas para encontrarse con su familia y compañeros de militancia de sus padres, con quienes ya pudo intercambiar algunas anécdotas y abrazos.

Estos encuentros nos llenan de esperanza y nos dan fuerza para redoblar la búsqueda.

Este caso vuelve a demostrar la importancia de que quienes tienen algún dato sobre un posible hijo de desaparecidos hablen con él o con ella, o nos acerquen esa información. Lejos de causarles un daño los ayudarán a vivir en la libertad que solo ofrece la verdad.

Vamos quedando pocas Abuelas, hace pocos días tuvimos la tristeza de despedir a dos grandes compañeras, Raquel y Marta, que no pudieron lograr el ansiado encuentro.

Con la urgencia del tiempo que corre, volvemos a hacer un ll

El abrazo 126 de Abuelas

“El amor es más fuerte que el odio, siempre»

«Me enteré que no era hija biológica de mis padres un sábado y el lunes siguiente ya estaba acá para preguntar si era hija de desaparecidos”, dijo este martes la nieta 126, acompañada de las Abuelas y familiares. La joven, recién identificada como hija de Edgardo Garnier y Violeta Graciela Ortonali – víctimas del terrorismo de Estado–, dijo emocionada que «esta vez no pudieron» y que «el amor es más fuerte que el odio, siempre» al hablar junto a Estela de Carlotto.

La nieta recuperada 126 pronunció un emocionante discurso este martes en la sede de Abuelas. «No pudieron, esta vez no pudieron. El amor le ganó al odio. El amor es más fuerte que el odio, siempre», dijo enormemente emocionada, entre lágrimas y llantos. Si bien reconoció estar aún en estado de «shock» por la noticia, explicó que igual decidió participar de la conferencia de prensa «para compartir» su «felicidad» y para «ayudar a darle ese empujoncito a esa gente que tiene una duda por su identidad».

«Ayer a la mañana me llamaron de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad y pensaba que era una llamada cualquiera. Me dijeron que había información que me tenían que dar personalmente. A partir de ahí empecé a sospechar lo que podía ser y me puse muy ansiosa», dijo la joven sobre su historia de restitución.

«Feliz es la palabra, estoy plena, cerró esa ficha del rompecabeza (sobre su identidad) y se armó una nueva con una familia hermosa. Se me completó la vida», añadió. Y contó que ya había hablado con su abuela: «Es una genia, no lo puedo creer, ya la quiero. Me mostraron una foto y es hermosa por dentro y por fuera».

Como es habitual, la conferencia de prensa fue abierta por Carlotto, quien luego de celebrar el encuentro con la nieta 126, dio lectura a un comunicado sobre las historias de los padres de la joven restituida.

Su mamá fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en La Plata cuando estaba embarazada de ocho meses. Su papá fue capturado por los militares en la misma ciudad el 8 de febrero de 1977 cuando estaba buscando a su esposa y su hija.Violeta nació el 11 de octubre de 1953.

A los tres años su madre murió y la crió una tía en la ciudad bonaerense de Bolívar. «Era muy buena compañera, sensible, alegre, le gustaba mucho la matemática y le apasionaba la investigación espacial. También le gustaba el fútbol, era católica practicante, no era de salir ni de ir a bailar», contó Carlotto al iniciar la conferencia de prensa.

«Era charlatana y vivaz, se fue a estudiar a Ingeniería Química a La Plata y obtuvo una beca, también trabajaba como mucama en el Hospital de Niños y comenzó su militancia polìtica en la facultad donde conociò a Edgardo», completó.

El papá de la nieta 126 nació el 7 de agosto de 1955 en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) «Ya de niño era muy ingenioso, desarmó y volvió a armar su propia bicicleta. Fue a la Escuela Número 1 Nicolas Avellaneda y era un excelente alumno. Leía historietas y prefería las materias humanísticas, era hincha de independiente y le interesaba todo lo relacionado a la conquista del espacio. Era juicioso y callado y se mudó a La Plata para estudiar Ingeniería Electromecánica», precisó la titular de Abuelas de Plaza de Mayo.

La pareja militó en el Frente de Agrupaciones Eva Perón (FAEP) y formaron parte de Montoneros. Él también lo hizo en la Juventud Peronista y ella además en la Juventud Universitaria Peronista. Vivieron en Ensenada y se casaron el 7 de agosto de 1976 en Bolívar cuando Violeta estaba embarazada de 3 meses. La pareja tenía pensado ponerle Vanesa si era nene o Marcos o Enrique si era varón.

Carlotto explicó que Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en el barrio La Granja de La Plata con un embarazo de ocho meses y desde entonces Edgardo «buscó por cielo y tierra» a su mujer. El 8 de febrero de 1977 también fue secuestrado.

«Su familia continuó la búsqueda y fue una de las primeras en hacer la denuncia en Abuelas de Plaza de Mayo pero nunca se obtuvo ningún dato fehaciente ni concreto del niño o niña que debió nacer en cautiverio. Eso hasta ahora», dijo la activista de Derechos Humanos.

La alegría de la abuela

Por su parte, Blanca Díaz de Garnier, la abuela de la joven restituida, expresó su «alegría y gozo» tras conocer la noticia de la restitución de la identidad de su nieta a quien buscó desde la desaparición de su hijo en febrero de 1977 y de su nuera, dos meses antes. «No cabemos en nuestra persona de alegría y gozo», confesó la mujer que vive en Concepción del Uruguay.

Garnier contó que su hijo partió desde Entre Ríos a los 16 años y conoció a quien fue su pareja cuando cursaba sus estudios en La Plata. «Estuve comunicada con ellos hasta los últimos días, inclusive les había preparado todo un ajuar para la nieta o el nieto por venir pero desapareció todo», dijo en declaraciones a Radio 10.

Ayer por la tarde recibió el llamado telefónico de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, quien le confirmó el hallazgo de su nieta: «Quedé cortada. Cuarenta años de espera y llegó el momento», describió y confesó que «cada vez que aparecía un nieto decía: ‘a mí nunca me toca'».

<blockquote class=»twitter-tweet» data-lang=»es»><p lang=»und» dir=»ltr»><a href=»https://t.co/KZ0JXlDn54″>https://t.co/KZ0JXlDn54</a></p>&mdash; Abuelas Plaza Mayo (@abuelasdifusion) <a href=»https://twitter.com/abuelasdifusion/status/938066752302280704?ref_src=twsrc%5Etfw»>5 de diciembre de 2017</a></blockquote>
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El comunicado completo de Abuelas

ENCONTRAMOS A LA HIJA DE EDGARDO GARNIER Y VIOLETA ORTOLANI, LA NIETA 126
FUENTE: ABUELASAUTOR: ABUELAS
La joven se presentó en Abuelas. Ayer pudo conocer la verdad sobre su origen y abrazar a su familia.

Las Abuelas de Plaza de Mayo anunciamos con enorme felicidad el encuentro de una nueva nieta, la hija de Violeta Graciela Ortolani y Edgardo Roberto Garnier, nacida en enero de 1977 durante el cautiverio de su madre. Ella podrá conocer a su abuela paterna, Blanca Díaz de Garnier, que vive en Concepción del Uruguay, donde nació su padre y podrá charlar con sus familiares paternos y maternos, con los compañeros de militancia de sus padres, que ya la están acompañando para abrazarla en la verdad.

Los padres

Violeta nació en la Ciudad de Buenos Aires el 11 de octubre de 1953. A los tres años su mamá murió y la crió una tía, en Bolívar. Era muy buena compañera, sensible, alegre. Le gustaba mucho la matemática y le apasionaba la investigación espacial. También le gustaba el fútbol. Era católica practicante. No era de salir ni ir a bailar. Era charlatana y vivaz. Se fue a estudiar a La Plata Ingeniería Química y obtuvo una beca. También trabajaba como mucama en el Hospital de Niños. Comenzó su militancia política en la facultad, donde conoció a Edgardo.

Edgardo nació el 7 de agosto de 1955 en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos. Ya de niño era muy ingenioso: desarmó y volvió a armar su primera bicicleta. Fue a la escuela N° 1 Nicolás Avellaneda y era excelente alumno. Leía historietas y prefería las materias humanísticas. Era hincha de Independiente. Le interesaba mucho todo lo relacionado con la conquista del espacio. Era juicioso y callado. Se mudó a la ciudad de La Plata para estudiar Ingeniería Electromecánica.

La pareja militó en la FAEP, Edgardo también militó en la JP y Violeta en la JUP. Luego, ambos formaron parte de Montoneros. Sus compañeros la llamaban «La Viole» y, a él, «La Vieja Bordolino» o «El Viejo».

Durante sus estudios y militancia, Edgardo y Violeta vivieron en Ensenada en la misma casa que otros compañeros estudiantes de ingeniería, entre ellos Marita Aiub y Rafael Caielli, también desaparecidos junto con su hijo, a quien seguimos buscando.

En esa casa habían puesto un taller de reparaciones eléctricas que se llamaba “El pollo eléctrico”. Y en el fondo tenían una huerta.

Violeta y Edgardo se casaron el 7 de agosto de 1976 en una sencilla ceremonia religiosa realizada en Bolívar. Ella estaba embarazada de 3 meses. La pareja pensaba llamar a su bebé Vanesa, si era nena; Marcos o Enrique, si era varón.

Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en el Barrio La Granja de La Plata, con un embarazo de 8 meses. Desde entonces, Edgardo buscó por cielo y tierra a su mujer y luego regresó a su pueblo en Entre Ríos. Cerca de la fecha probable de parto, emprendió nuevamente la búsqueda. Se despidió diciendo que iba a buscar a su hijo y, al poco tiempo, el 8 de febrero de 1977, en La Plata, él también fue secuestrado.

Desde entonces, su familia continuó la búsqueda y fue una de las primeras en hacer la denuncia en Abuelas de Plaza de Mayo. Pero nunca se obtuvo ningún dato fehaciente y concreto sobre la pareja ni sobre la niña o niño que debió nacer en cautiverio. Hasta ahora.

La búsqueda

Como en muchos de los últimos casos, una joven se acercó al área de Presentación Espontánea de Abuelas de Plaza de Mayo luego de que alguien de su entorno le confesara que no era hija biológica de quienes la habían criado. Hasta entonces, ella no tenía dudas sobre su identidad.

Su partida de nacimiento falsa está firmada por la médica Juana Franicevich, quien ya había fraguado las partidas de nacimiento de tres nietos que fueron restituidos recientemente.

Desde el área de Presentación Espontánea fue atendida y luego derivada a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) para completar la información documental y, después, realizar el análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos.

Ayer, esta joven supo que es la hija de Violeta y Edgardo. Recibió la noticia en la CONADI con enorme felicidad e inmediatamente accedió a acercarse a Abuelas para encontrarse con su familia y compañeros de militancia de sus padres, con quienes ya pudo intercambiar algunas anécdotas y abrazos.

Estos encuentros nos llenan de esperanza y nos dan fuerza para redoblar la búsqueda.

Este caso vuelve a demostrar la importancia de que quienes tienen algún dato sobre un posible hijo de desaparecidos hablen con él o con ella, o nos acerquen esa información. Lejos de causarles un daño los ayudarán a vivir en la libertad que solo ofrece la verdad.

Vamos quedando pocas Abuelas, hace pocos días tuvimos la tristeza de despedir a dos grandes compañeras, Raquel y Marta, que no pudieron lograr el ansiado encuentro.

Con la urgencia del tiempo que corre, volvemos a hacer un llamado a la sociedad a que nos ayuden en esta búsqueda, que ya lleva 40 años.

Y, a nuestros nietos y nietas, les reafirmamos que acá solo los espera el amoroso abrigo de la verdad. ¡Bienvenida, nieta 126!
ENCONTRAMOS A LA HIJA DE EDGARDO GARNIER Y VIOLETA ORTOLANI, LA NIETA 126
FUENTE: ABUELASAUTOR: ABUELAS
La joven se presentó en Abuelas. Ayer pudo conocer la verdad sobre su origen y abrazar a su familia.

Las Abuelas de Plaza de Mayo anunciamos con enorme felicidad el encuentro de una nueva nieta, la hija de Violeta Graciela Ortolani y Edgardo Roberto Garnier, nacida en enero de 1977 durante el cautiverio de su madre. Ella podrá conocer a su abuela paterna, Blanca Díaz de Garnier, que vive en Concepción del Uruguay, donde nació su padre y podrá charlar con sus familiares paternos y maternos, con los compañeros de militancia de sus padres, que ya la están acompañando para abrazarla en la verdad.

Los padres

Violeta nació en la Ciudad de Buenos Aires el 11 de octubre de 1953. A los tres años su mamá murió y la crió una tía, en Bolívar. Era muy buena compañera, sensible, alegre. Le gustaba mucho la matemática y le apasionaba la investigación espacial. También le gustaba el fútbol. Era católica practicante. No era de salir ni ir a bailar. Era charlatana y vivaz. Se fue a estudiar a La Plata Ingeniería Química y obtuvo una beca. También trabajaba como mucama en el Hospital de Niños. Comenzó su militancia política en la facultad, donde conoció a Edgardo.

Edgardo nació el 7 de agosto de 1955 en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos. Ya de niño era muy ingenioso: desarmó y volvió a armar su primera bicicleta. Fue a la escuela N° 1 Nicolás Avellaneda y era excelente alumno. Leía historietas y prefería las materias humanísticas. Era hincha de Independiente. Le interesaba mucho todo lo relacionado con la conquista del espacio. Era juicioso y callado. Se mudó a la ciudad de La Plata para estudiar Ingeniería Electromecánica.

La pareja militó en la FAEP, Edgardo también militó en la JP y Violeta en la JUP. Luego, ambos formaron parte de Montoneros. Sus compañeros la llamaban «La Viole» y, a él, «La Vieja Bordolino» o «El Viejo».

Durante sus estudios y militancia, Edgardo y Violeta vivieron en Ensenada en la misma casa que otros compañeros estudiantes de ingeniería, entre ellos Marita Aiub y Rafael Caielli, también desaparecidos junto con su hijo, a quien seguimos buscando.

En esa casa habían puesto un taller de reparaciones eléctricas que se llamaba “El pollo eléctrico”. Y en el fondo tenían una huerta.

Violeta y Edgardo se casaron el 7 de agosto de 1976 en una sencilla ceremonia religiosa realizada en Bolívar. Ella estaba embarazada de 3 meses. La pareja pensaba llamar a su bebé Vanesa, si era nena; Marcos o Enrique, si era varón.

Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en el Barrio La Granja de La Plata, con un embarazo de 8 meses. Desde entonces, Edgardo buscó por cielo y tierra a su mujer y luego regresó a su pueblo en Entre Ríos. Cerca de la fecha probable de parto, emprendió nuevamente la búsqueda. Se despidió diciendo que iba a buscar a su hijo y, al poco tiempo, el 8 de febrero de 1977, en La Plata, él también fue secuestrado.

Desde entonces, su familia continuó la búsqueda y fue una de las primeras en hacer la denuncia en Abuelas de Plaza de Mayo. Pero nunca se obtuvo ningún dato fehaciente y concreto sobre la pareja ni sobre la niña o niño que debió nacer en cautiverio. Hasta ahora.

La búsqueda

Como en muchos de los últimos casos, una joven se acercó al área de Presentación Espontánea de Abuelas de Plaza de Mayo luego de que alguien de su entorno le confesara que no era hija biológica de quienes la habían criado. Hasta entonces, ella no tenía dudas sobre su identidad.

Su partida de nacimiento falsa está firmada por la médica Juana Franicevich, quien ya había fraguado las partidas de nacimiento de tres nietos que fueron restituidos recientemente.

Desde el área de Presentación Espontánea fue atendida y luego derivada a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) para completar la información documental y, después, realizar el análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos.

Ayer, esta joven supo que es la hija de Violeta y Edgardo. Recibió la noticia en la CONADI con enorme felicidad e inmediatamente accedió a acercarse a Abuelas para encontrarse con su familia y compañeros de militancia de sus padres, con quienes ya pudo intercambiar algunas anécdotas y abrazos.

Estos encuentros nos llenan de esperanza y nos dan fuerza para redoblar la búsqueda.

Este caso vuelve a demostrar la importancia de que quienes tienen algún dato sobre un posible hijo de desaparecidos hablen con él o con ella, o nos acerquen esa información. Lejos de causarles un daño los ayudarán a vivir en la libertad que solo ofrece la verdad.

Vamos quedando pocas Abuelas, hace pocos días tuvimos la tristeza de despedir a dos grandes compañeras, Raquel y Marta, que no pudieron lograr el ansiado encuentro.

Con la urgencia del tiempo que corre, volvemos a hacer un llamado a la sociedad a que nos ayuden en esta búsqueda, que ya lleva 40 años.

Y, a nuestros nietos y nietas, les reafirmamos que acá solo los espera el amoroso abrigo de la verdad. ¡Bienvenida, nieta 126!

amado a la sociedad a que nos ayuden en esta búsqueda, que ya lleva 40 años.

Y, a nuestros nietos y nietas, les reafirmamos que acá solo los espera el amoroso abrigo de la verdad. ¡Bienvenida, nieta 126!
ENCONTRAMOS A LA HIJA DE EDGARDO GARNIER Y VIOLETA ORTOLANI, LA NIETA 126
FUENTE: ABUELASAUTOR: ABUELAS
La joven se presentó en Abuelas. Ayer pudo conocer la verdad sobre su origen y abrazar a su familia.

Las Abuelas de Plaza de Mayo anunciamos con enorme felicidad el encuentro de una nueva nieta, la hija de Violeta Graciela Ortolani y Edgardo Roberto Garnier, nacida en enero de 1977 durante el cautiverio de su madre. Ella podrá conocer a su abuela paterna, Blanca Díaz de Garnier, que vive en Concepción del Uruguay, donde nació su padre y podrá charlar con sus familiares paternos y maternos, con los compañeros de militancia de sus padres, que ya la están acompañando para abrazarla en la verdad.

Los padres

Violeta nació en la Ciudad de Buenos Aires el 11 de octubre de 1953. A los tres años su mamá murió y la crió una tía, en Bolívar. Era muy buena compañera, sensible, alegre. Le gustaba mucho la matemática y le apasionaba la investigación espacial. También le gustaba el fútbol. Era católica practicante. No era de salir ni ir a bailar. Era charlatana y vivaz. Se fue a estudiar a La Plata Ingeniería Química y obtuvo una beca. También trabajaba como mucama en el Hospital de Niños. Comenzó su militancia política en la facultad, donde conoció a Edgardo.

Edgardo nació el 7 de agosto de 1955 en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos. Ya de niño era muy ingenioso: desarmó y volvió a armar su primera bicicleta. Fue a la escuela N° 1 Nicolás Avellaneda y era excelente alumno. Leía historietas y prefería las materias humanísticas. Era hincha de Independiente. Le interesaba mucho todo lo relacionado con la conquista del espacio. Era juicioso y callado. Se mudó a la ciudad de La Plata para estudiar Ingeniería Electromecánica.

La pareja militó en la FAEP, Edgardo también militó en la JP y Violeta en la JUP. Luego, ambos formaron parte de Montoneros. Sus compañeros la llamaban «La Viole» y, a él, «La Vieja Bordolino» o «El Viejo».

Durante sus estudios y militancia, Edgardo y Violeta vivieron en Ensenada en la misma casa que otros compañeros estudiantes de ingeniería, entre ellos Marita Aiub y Rafael Caielli, también desaparecidos junto con su hijo, a quien seguimos buscando.

En esa casa habían puesto un taller de reparaciones eléctricas que se llamaba “El pollo eléctrico”. Y en el fondo tenían una huerta.

Violeta y Edgardo se casaron el 7 de agosto de 1976 en una sencilla ceremonia religiosa realizada en Bolívar. Ella estaba embarazada de 3 meses. La pareja pensaba llamar a su bebé Vanesa, si era nena; Marcos o Enrique, si era varón.

Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en el Barrio La Granja de La Plata, con un embarazo de 8 meses. Desde entonces, Edgardo buscó por cielo y tierra a su mujer y luego regresó a su pueblo en Entre Ríos. Cerca de la fecha probable de parto, emprendió nuevamente la búsqueda. Se despidió diciendo que iba a buscar a su hijo y, al poco tiempo, el 8 de febrero de 1977, en La Plata, él también fue secuestrado.

Desde entonces, su familia continuó la búsqueda y fue una de las primeras en hacer la denuncia en Abuelas de Plaza de Mayo. Pero nunca se obtuvo ningún dato fehaciente y concreto sobre la pareja ni sobre la niña o niño que debió nacer en cautiverio. Hasta ahora.

La búsqueda

Como en muchos de los últimos casos, una joven se acercó al área de Presentación Espontánea de Abuelas de Plaza de Mayo luego de que alguien de su entorno le confesara que no era hija biológica de quienes la habían criado. Hasta entonces, ella no tenía dudas sobre su identidad.

Su partida de nacimiento falsa está firmada por la médica Juana Franicevich, quien ya había fraguado las partidas de nacimiento de tres nietos que fueron restituidos recientemente.

Desde el área de Presentación Espontánea fue atendida y luego derivada a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) para completar la información documental y, después, realizar el análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos.

Ayer, esta joven supo que es la hija de Violeta y Edgardo. Recibió la noticia en la CONADI con enorme felicidad e inmediatamente accedió a acercarse a Abuelas para encontrarse con su familia y compañeros de militancia de sus padres, con quienes ya pudo intercambiar algunas anécdotas y abrazos.

Estos encuentros nos llenan de esperanza y nos dan fuerza para redoblar la búsqueda.

Este caso vuelve a demostrar la importancia de que quienes tienen algún dato sobre un posible hijo de desaparecidos hablen con él o con ella, o nos acerquen esa información. Lejos de causarles un daño los ayudarán a vivir en la libertad que solo ofrece la verdad.

Vamos quedando pocas Abuelas, hace pocos días tuvimos la tristeza de despedir a dos grandes compañeras, Raquel y Marta, que no pudieron lograr el ansiado encuentro.

Con la urgencia del tiempo que corre, volvemos a hacer un llamado a la sociedad a que nos ayuden en esta búsqueda, que ya lleva 40 años.

Y, a nuestros nietos y nietas, les reafirmamos que acá solo los espera el amoroso abrigo de la verdad. ¡Bienvenida, nieta 126!

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