Más temprano que tarde, el régimen CEOcrático será un episodio más en la trágica saga de experiencias oligárquicas. La tarea impostergable del campo nacional y popular es salir de esta etapa enarbolando un programa que ponga fin al mito del eterno retorno al poder de los enemigos del Pueblo.
“Estamos integrados al mundo con todos los beneficios pero también estamos expuestos a la volatilidad de los mercados”. Son palabras del ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, el mismo que antes de ocupar esa cartera había vaticinado que el gobierno de Mauricio Macri no tendría necesidad de recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) al que acaba de volver, de rodillas, en medio de una crisis provocada por sobredosis de beneficencia global.
Es llamativa la lectura que hace de esta nueva encrucijada trágica a la que condujo el poder oligárquico luego de llegar al gobierno mediante las urnas uno de los personeros más siniestros del staff de Clarín.
Ricardo Roa, el miércoles pasado, a la misma hora en que Dujovne se embarcaba hacia la sede del FMI en Washington, escribía: “Macri recibió cuentas públicas fuera de control, un Banco Central desfondado y una montaña de subsidios imbancable. Todo, más una inflación artificialmente contenida. Eligió el gradualismo para enfrentar la herencia o mejor sería decir que eligió el gradualismo porque lo creyó el mal menor”.
El crápula entre crápulas que espadea según las órdenes e intereses de quien conduce el Grupo –Héctor Magnetto– agregó, sin gracia alguna que lo exculpe, que “si el macrismo a veces o a menudo tiene problemas de comunicación, mejor que no los tenga esta vez: por el pacto con el Fondo lo acusarán de las peores cosas, empezando por entregar la soberanía y arrodillarse ante el poder financiero internacional”.
Ese relato se complementa con la indigna condescendencia con que la pata mediática de la oligarquía trata al organismo financiero internacional. Al decir de Roa, “al Fondo le sobra plata que a la Argentina le saldrá mucho más barata que cualquier otro crédito. Pero no sólo eso: con el Fondo detrás, el Gobierno aparecerá más sólido ante el mundo”.
En la misma mañana que esas infamias eran leídas en bares y casas de familia, “los mercados” le respondieron a Macri, Dujovne, Magnetto, Roa y toda esa caterva: el dólar, la única corona que reconocen esos vasallos, se vendía por encima de los 23 pesos, con picos que llegaron a los 23,50. Se ve que faltaba que algunos jugadores de las grandes ligas del latrocinio sacaran su tajada del tsunami devaluacionista.
Las razones de una crisis demasiado conveniente
En la edición anterior de este semanario, en esta columna se publicó que “nada de lo malo que le pasó al gobierno de Mauricio Macri en sus 28 meses de gestión se compara con los acontecimientos de la última semana (antes del chicotazo verde que puso de rodillas al Presidente y con él al país). Nada le hizo perder más poder dentro y fuera de su núcleo duro. El fuego amigo es así, no mide si las heridas pueden ser mortales”.
El “mejor equipo de los últimos 50 años” perpetró esta estafa que está volando por los aires pensando que la misma contaba con la anuencia de los estafadores mayores, que anidan en los recovecos de Wall Street, la City londinense, y lleva el estandarte de la Casa Rothschild. No fue así. Es más, uno de los ex directores del FMI, Claudio Loser, al referirse a los efectos del rescate que el organismo financiero presuntamente brindará a los saqueadores de Cambiemos, soltó: «Va a doler».
Así de procaz es el lenguaje del poder financiero, que ahora quiere cobrar venganza por los años de ostracismo al que fue obligado por el kirchnerismo.
Es preciso decirlo con todas las letras: el FMI es el jefe de la mafia. Viene a disciplinar a los motochorros de la City porteña con un mensaje muy claro: «Acá el saqueo lo dirijo yo».
Por ello, hay dos maneras de pensar o leer el desarrollo de la “crisis” que derivó en el retorno al FMI. Una es la que en general esgrimieron los diputados y diputadas en la sesión del miércoles cuando la oposición le propinó una nueva derrota al macrismo dando media sanción a la ley que frena parcialmente los tarifazos: el Gobierno, y en especial el equipo económico, desoyeron las advertencias de la oposición y ningunearon los anuncios de un incremento en las tasas de la Reserva Federal, que comenzaron a llegar desde Washington desde el momento mismo en que ganó Donald Trump. Ergo, por distraídos, por ineptos, o por ambas razones, se equivocaron, chocaron la calesita.
Pero a poco de observar quiénes salieron beneficiados del subibaja del dólar y los vaivenes de las Lebac, cabe permitirse una segunda mirada. Por más perverso que parezca, cabe conjeturar que existió un esquema, definido por el régimen macrista desde un principio, pero sin principios.
La desregulación total de la actividad financiera no es un emergente de la ingenuidad. Desde que se sentó en el sillón más importante del Banco Central de la República Argentina (Bcra), Federico Sturzenegger colocó en el mercado, a ritmo creciente, cerca de un billón de pesos en Letras de la entidad monetaria, más conocidas como Lebac, a una tasa tan atractiva que ayudó a que las aves rapaces globales aterrizaran con sus dólares en la city porteña para apoderarse de esos activos fijados en pesos.
Claro, primero compraron esas Lebac, ganaron durante dos años una montaña de pesos, y desde principios de 2018 comenzaron a pasarse al dólar, al cual lograron, primero gradualmente, disparar hacia arriba. El Bcra fue incrementando la tasa de interés hasta llegar a ubicarla por encima del 40 por ciento, cuando estallaron las pizarras, que el jueves 3 de mayo mostraron por un par de horas un dólar a 23,66 pesos.
Tras los primeros momentos de zozobra, los buitres se pasaron de nuevo a las Lebac, lo que provocó una baja del verde, y luego volvieron a liquidar las letras y volvieron a comprar dólares, con lo cual se disparó de nuevo.
Ése fue el momento en que Macri anunció que la Argentina comenzaría a conversar con el FMI, cuya directora gerente había estado semanas antes en el país, no precisamente como turista.
Conclusión: el organismo global aparece como el garante de un «ordenamiento» del esquema financiero, pero en realidad lo que sucede es que comienza a conducir el saqueo a nivel institucional, desplazando a los fondos que representan al anarco capitalismo.
Que los principales bancos transnacionales, el sector agroexportador, los propios ministros y el Presidente, la banca local y los más importantes soportes corporativos del régimen macrista hayan sido los principales beneficiarios de ese combo criminal no se condice con una “crisis por desmanejo de la economía”, sino más bien con un infame plan perfectamente orquestado para apropiarse de la renta nacional que aún no pudo ser saqueada por esos actores, y para establecer el más irreversible de los escenarios, para evitar que a futuro el “populismo” entorpezca esa histórica premisa oligárquica.
La oposición eligió la primera lectura, acaso a favor de una táctica electoral, atrapada entre los confines delimitados por el sistema de partidos, a causa de una retórica democrática costosísima para el Pueblo, o por convicciones demasiado frágiles.
Lo cierto es que el jueves de nada sirvieron el anuncio del retorno al FMI ni la sanción de la ley de Mercado de Capitales, porque el dólar se mantuvo a la suba y cerró a 23,22 pesos, a pesar de que se produjo otra intervención del Bcra.
El viernes, la cosa empeoró, y según Clarín, que intentó mantener en un segundísimo plano la cotización del dólar, éste tocó los 25 pesos en algunos bancos. Bajo el título “El dólar pasó los 24 pesos y el Banco Central salió a frenar la suba”, la edición digital reconoció que “hay diferencias de más de un peso entre bancos”. El anarco capitalismo al palo.
Pero lo más sugerente del diario de Magnetto estuvo dado por este párrafo: “Ya circula entre los analistas la impresión de que una de las sugerencias del FMI para corregir el déficit de cuenta corriente será que el dólar siga aumentando, para hacer más caras las importaciones y los gastos de los argentinos en el exterior”.
Para colmo, y más allá de cualquier especulación, la semana que comienza vencerán unos 600 mil millones de pesos en Lebac, y está por verse cuánto de ese fabuloso monto continuarán renovando los “inversores”.
En el esquema diseñado por los socios locales y foráneos de esa mafia financiera, sin embargo, existe un término de la ecuación sujeto a otra lógica: la política. Ésta, a su vez, depende del grado de tensión social que siempre provocan los degenerados planes de la oligarquía. Y nada hace prever que las brutales condiciones que el FMI impondrá a la Nación para disfrazarse de salvador puedan ser soportadas sin que los sectores más vulnerables reaccionen.
Serán instantes en que las principales estrellas de esta escena pornográfica tendrán que acudir a algo más que el chamuyo berreta que los mantiene a flote por el momento.
Se avecinan semanas dramáticas
Según publicó el diario Página 12 el jueves pasado, “el Gobierno centra sus expectativas en las noticias que puedan llegar desde Washington y busca el apoyo de los gobernadores”.
Ese día, Macri recibió a varios mandatarios provinciales, a quienes les brindó detalles de la transa con el FMI. Pero en realidad lo que el CEO mayor precisa de ellos es que aprieten a sus senadores para que sirvan de freno en la Cámara alta cuando se trate el proyecto contra el tarifazo que recibió media sanción el miércoles en Diputados.
Hasta la Casa Rosada se acercaron los socios –el jefe de Gobierno de la Caba, Horacio Rodríguez Larreta y la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal–, y los mandatarios Domingo Peppo del Chaco; Gustavo Bordet, de Entre Ríos; Juan Schiaretti, de Córdoba; Hugo Passalacqua, de Misiones; Gerardo Zamora, de Santiago del Estero; Juan Manzur, de Tucumán, y Sergio Uñac, de San Juan.
El miércoles, el primero de ellos, cuando se enteró de los anuncios de Macri, opinó: “Volver al Fondo Monetario es volver nuevamente a años difíciles de los que pudimos salir”.
Pero ni Peppo ni sus colegas realizaron declaraciones al salir de la reunión con el Presidente. Los voceros oficiosos de la Jefatura de Gabinete, sin embargo, revelaron que Macri reclamó que las provincias se hagan cargo de casi un tercio de los 30 mil millones de pesos que se recortará a la obra pública. Dicho de otros modo, les pasó la gorra por un monto equivalente a 9 mil millones de pesos. A cambio de nada, o peor, con el ajuste como Fondo de pantalla.
Mientras el jefe de Estado apretaba el cinturón de los gobernadores, en Washington se llevaba adelante la reunión entre Dujovne y la titular del FMI Christine Lagarde, que duró menos que un tiempo de un partido de fútbol –cuarenta minutos– pero que a la Argentina le costará mucho más esfuerzo que disputar el Mundial de Rusia completo.
La directora gerente del organismo global emitió un comunicado que expresa lo siguiente: “El ministro Dujovne y yo nos reunimos hoy (por el jueves) para analizar cómo el FMI puede ayudar a las autoridades en el fortalecimiento de la economía argentina a la luz de la renovada y significativa volatilidad de los mercados financieros. Nuestro objetivo común es llegar a una conclusión rápida de estas conversaciones. Fue una oportunidad propicia para que el ministro Dujovne reafirmara las prioridades y planes económicos del gobierno”.
Lagarde señaló también: «Recalqué mi firme apoyo a las reformas de Argentina hasta la fecha y expresé la disposición del Fondo para seguir ayudando al gobierno”.
La realidad indica que no hace falta saber el contenido de las charlas de Dujovne con los técnicos o con la mujer fuerte del FMI para tener la certeza de cuáles serán los ejes de las exigencias que deparará a la Argentina la aprobación del stand by solicitado.
Ya en noviembre del año pasado, el organismo monetario señaló sin cortapisas, en un documento titulado “El Directorio Ejecutivo del FMI concluye la Consulta del Artículo IV con Argentina correspondiente a 2017”, varios de los tópicos que estarán entre las condicionalidades del crédito gestionado por Dujovne:
- Los directores indicaron que es esencial reducir el gasto público, sobre todo en los ámbitos en que dicho gasto ha aumentado rápidamente en los últimos años, en particular salarios, pensiones y transferencias sociales.
- Al ampliar la cobertura del impuesto a las ganancias de los particulares (se refieren a los monostributistas) se podrían recortar los aportes a la seguridad social.
- Para estimular la productividad y el crecimiento a largo plazo sería necesario acelerar la reducción de los aranceles de importación, eliminar la mayoría de los permisos de importación, retirar los obstáculos a la inversión y la entrada de empresas al mercado y adoptar medidas para promover la competencia interna.
Según un informe reservado al que el sitio web El Destape dice haber tenido acceso, las precisiones de esas exigencias del FMI serían estas:
- Para lograr un ajuste de gastos sustentable es necesario congelar las jubilaciones y pensiones por dos años.
- Reducción del 10 por ciento del total de empleados estatales, ya sea a nivel nacional como provincial, y el congelamiento de los salarios de los trabajadores públicos.
- Eliminación de las indemnizaciones, extensión de la jornada laboral y flexibilización de tareas.
El FMI no aprobará el stand by antes de las próximas seis semanas, que es el tiempo que depara elaborar el pliego de condiciones y las características de los desembolsos, que se realizan por tramos, según se cumplan las metas cuantitativas y cualitativas del acuerdo.
En el orden de las exigencias planteadas más arriba, el jueves Clarín advirtió lo que vendrá en lo inmediato: “La reforma laboral no pudo ser tratada en el Congreso a fines del año pasado. Ahora, el Gobierno vuelve a intentar pasar algunos de los puntos en proyectos separados que se acaban de presentar”.
Pero como se publicó en este semanario hace apenas siete días, “el triunvirato que conduce la CGT salió de su letargo y expresó su rechazo al tarifazo y a la reforma laboral que el régimen viene balconeando en las últimas jornadas”.
Cabe recordar el duro comunicado de la central obrera contra la política económica de Macri, cuestionando «el aumento desproporcionado de las tarifas y el proyecto que degrada las condiciones de trabajo», instando a la «corrección de las políticas públicas en relación a las tarifas» e insistiendo en el rechazo de plano al «intento de modificar la legislación laboral».
Ese contundente pronunciamiento encierra una advertencia que el Gobierno y el FMI no deberían soslayar: «El creciente deterioro de la situación social y laboral de los trabajadores hace inviable la política económica».
El movimiento obrero organizado y la oposición con conciencia nacional están frente a una disyuntiva de hierro: o bien entienden que en los próximos días se dirime el futuro de varias generaciones y que se torna imperioso torcer el rumbo de colisión que está dispuesta a mantener la nueva oligarquía agroexportadora, mediática y financiera, o bien debe prepararse para desplazarla del poder en 2019, dar vuelta la taba y repudiar la deuda contraída por esta casta depredadora.
Es preciso desmontar de una vez por todas el mito de Sísifo, velarlo y enterrarlo. La Argentina ya no soporta el eterno retorno, el empate histórico entre un proyecto de Nación inclusivo, el de la Patria Justa, Libre y Soberana y el de la rapiña de la renta nacional a manos de una clase parasitaria y criminal, sin patria ni bandera.
Fuente: El Eslabón