La reversión de una obra de Federico León, sobre la historia conflictiva de una madre y su hija en un contexto bucólico, es dirigida por Romina Bozzini, quien cuenta detalles sobre la puesta en escena en el CET.
Cachetazo de Campo surgió de un trabajo del dramaturgo Federico León con un grupo de actores en 1997. En principio no había texto ni historia en el sentido tradicional. El soporte era la actuación. El armado avanzó de acuerdo a los sentimientos de los personajes en acción y mucho después se convirtió en un guión. La pieza dramática se estrenó ese mismo año, y tuvo una reposición a principio de 2000. Ahora, en una reversión, se puede ver todos los sábados en el Centro de Estudios Teatrales CET, San Juan 842.
Hace dos años, por iniciativa de las actrices Claudia Piccinini y Micaela Gómez, comenzó a pergeñarse una nueva versión de Cachetazo de Campo. Se convocó a Ignacio Amione para completar el trío de actuaciones, y a Romina Bozzini para la dirección. La historia -que se estrenó en agosto pasado-está protagonizada por Nélida, una mujer que deja todo y se lleva al campo con lo puesto a su hija Sandra. En un ambiente bucólico y desolado, ambas irán soltando todo lo no dicho, lo reprimido. En ese contexto aparece el hombre que lleva nombre de paisaje: “El personaje del Campo es absurdo. Por momentos verdaderamente juega el rol de paisaje de la historia. A veces, madre e hija hablan, él responde, y ellas no lo registran. Es como un sonido que aparece entre ambas, una intermitencia. Pero hay momentos donde el rol del hombre se vuelve concreto”, advierte la directora de este drama que se puede ver los sábados, a las 22, en el CET.
“La historia –prosigue– tiene que ver con esta madre y la hija y esa necesidad de aislarse del resto del mundo para poder hablar lo que no pudieron durante muchos años. El público va ir percibiendo que hay mucho desamor, hay un reclamo permanente para sentirse queridas, pero a la vez mucho rechazo, y a lo que apuntamos en esta versión poner al frente el rol de la mujer en la actualidad, con el tema de la maternidad, los deseos que no se pudieron concretar, las cosas que hubieran hecho estas mujeres si hubieran podido elegir, y que es lo que sucede cuando se puede empezar a hablar de las cosas, si hay cambios rotundos o no. Son preguntas que nos hicimos y que pusimos en acción en la actuación y que espectador le va ir encontrando sus propias respuestas. Como pasa con el rol de campo, que tiene un discurso muy patriarcal, un discurso contenido y a su vez estallando”.
El llanto
Romina Bozzini –quien transita su primera experiencia como directora– le contó a este periódico que la versión original de Cachetazo de Campo se realizó en torno a improvisaciones con respecto a lo emocional, al llanto. “Me contaban que en aquella primera obra las actrices lloraban desde el comienzo hasta el final. Era toda una investigación sobre el llanto, entre esa madre y esa hija, y el campo. Yo intenté que nos corramos de esa visión del autor que era muy única de ese trabajo, y tratamos de buscar e indagar lo que nos contaba a nosotros hoy la obra. Comenzamos a darnos cuenta que era revés, que en nuestra versión estas dos mujeres no habían podido llorar, no habían podido decirse muchas cosas e indagamos mucho en ese vínculo entre las mujeres y el rol del hombre”, cuenta la directora.
“El proceso con los actores fue muy rico. Se entregaron a lo que yo propuse. Es un obra que maneja mucho los estados dramáticos, hay muchas cosas de lo corporal”, añade.
Bozzini describe esta versión como “visual y estéticamente muy bella”. “Se puso mucha cabeza en eso”, subraya y acota que en su segundo mes en tablas esta pieza dramática crece: “Nos dicen que es muy fuerte, que es como un cachetazo, y están muy conmovidos con las actuaciones. Es la primera temporada de esta nueva versión: la obra tiene un ritmo, y hay cosas que se van acomodando con el correr de las funciones; eso es lo maravilloso del teatro: la obra va respirando, hay cosas que pasan en la función que no pasaron en los ensayos y que nos pone contentos”.
Ficha técnica y artística
Guión: Federico León.
Dirección: Romina Bozzini.
Actúan. Claudia Piccinini, Micaela Gómez e Ignacio Amione.
Asistencia de dirección: María Julia Fiasco.
Adaptación de vestuario y diseño de objeto: Romina Coletta.
Diseño de luces y técnica: Ignacio López.
Diseño escenográfico: Guillermo Becerra.
Diseño y fotografía para gráfica: María Julia Fiasco.
Entrenamientos con violín: Franco Dolci
Fotografía y audiovisuales: Lilen Barberis.
Prensa y comunicación: Paula Turina.
Producción general: Romina Bozzini y María Julia Fiasco.