Hoy me levanto, otro día siendo mujer/ Desayuno con otra muerta más por la TV/ Que su pollera, que era fiestera/ Y su asesino qué?…” Canta una estudiante secundaria y conmueve hasta las lágrimas. El tema se llama Libres (de Mora Navarro), el mismo nombre que eligieron para el corto producido en la escuela y que denuncia la violencia machista. El audiovisual es uno de los cuatro realizados por jóvenes convocados por el Programa Ver para Saber, que llevan adelante el Museo de la Memoria y el Centro Audiovisual Rosario (CAR), con la colaboración de la Escuela Provincial de Cine y Televisión. Las miradas jóvenes también se expresaron sobre los estereotipos de género, los abusos y el amor.

Los cortometrajes se presentaron el viernes 9 en el patio abierto del Museo de Moreno y Córdoba. Para llegar a esa noche de estreno estudiantes y docentes trabajaron todo el año, poniéndose de acuerdo en el guión, aprendiendo a usar cámaras, a ocuparse del sonido, ensayar las actuaciones y hasta dirigir la historia que querían divulgar.

“Poder ser joven” fue la consigna con la que esta vez el programa municipal invitó a participar. Quedaron seleccionadas dos escuelas secundarias públicas, la Nº 350 Provincia de Santa Fe y el Anexo 1.251, y dos privadas: Medalla Milagrosa y San Francisco Solano.

Las anfitrionas del cierre del programa 2018, Mariana Sena y Lucila Arias, describieron el proyecto como “un ejercicio colectivo y democrático”, apoyado en un lenguaje que los más jóvenes manejan muy bien. Recordaron que a través de esta idea los equipos que se conforman “reflexionan, comparten opiniones y sensacion​_es, se capacitan, indagan y generan nuevos contenidos”.

Estudiantes de San Francisco Solano.

El trabajo de Ver para Saber se desarrolla básicamente en las escuelas, además de los que se proponen a la hora de filmar: desde espacios públicos hasta los mismos hogares. Pero siempre se apoya en “el diálogo, la capacitación, el intercambio de ideas y roles” y se abre para discurrir con las y los jóvenes sobre “los derechos humanos, la violencia, la diversidad, la educación, la solidaridad, y los desafíos del presente y futuro”.

La iniciativa arranca a comienzos de cada año lectivo, contactando a las escuelas secundarias y sus docentes. Luego son éstos, quienes deben entusiasmar a las pibas y los pibes. No es difícil, más bien se trata de confiar y dejarlos hacer. Así lo reconocen los propios protagonistas. “Un día vino la profe y nos dijo que estábamos anotados para algo. Al final aprendimos un montón de cosas”, contó Javier, de la Escuela Secundaria 350.

Para Joaquín, de Medalla Milagrosa, fue además una oportunidad de reivindicarse como grupo: “El proyecto empezó de la nada, somos el peor de los cursos. No metíamos una bien y ahora empezamos a trabajar mejor”.

Y la verdad es que los logros están a la vista: los cortos elegidos están disponibles en Youtube y se los pueden ver a través de la cuenta de Facebook: Ver para Saber. Son las voces de las chicas y los chicos hablando de cómo transitan su adolescencia y juventud, de sus preocupaciones e intereses y cómo se empoderan para hacerles frente a problemas comunes.

El primer cortometraje que se proyectó fue el realizado por estudiantes del 4º año E de la Escuela Nº 350 Provincia de Santa Fe (Rodríguez 4651). Lo titularon “Ponerle un fin para un nuevo comienzo”, y narra hechos de violencia de género naturalizados tanto en el día a día de los hogares como en los noviazgos. “Aguante la 350!” se escuchó festejar cuando dieron detalles al público de la cocina de su producción audiovisual. Micaela, una de las alumnas, celebró que la idea los “haya unido como grupo». Y las profesoras y profesores la oportunidad del trabajo cooperativo.

¡Te dije que son deportes de varones! Tenés que hacer deportes de mujeres! como danza, patín… Si se enteran en la escuela te van a empezar a decir marimacho”. El reproche es de una mamá para su hija, quien le termina de contar que practica fútbol en el club del barrio, una escena que es parte del cortometraje Deber ser, que realizó el 3º año A de la escuela Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa (José C. Paz 1970).

La idea hace pie en los mandatos culturales y familiares que pesan en las elecciones adolescentes, en las angustias y frustraciones que les provocan. También en cómo desde las propias convicciones se los cuestionan.

Además de ponerle palabras e imágenes a este debate, chicas y chicos encontraron distintos roles en los que sentirse a gusto. “Es un proyecto donde cada uno encontró en qué ocuparse: editar, fotografiar, escribir el guión…”, apreció una profesora. Y la protagonista principal del corto de Medalla le agregó un perfil vocacional: “Haciendo esto me di cuenta que me gusta el teatro, actuar”.

Dos pibes que juegan al fútbol en la canchita del barrio, que son amigos, que se encuentran y desencuentran ante un mismo amor. Así podría resumirse el argumento de El juego del amor, realizado por estudiantes de 3º A de la Escuela Secundaria (anexo) Nº 1251 (Junín 7170).

“Les doy las gracias por hacerme el aguante, tenía mucha vergüenza para actuar”, compartió Luis apenas pasó a recibir con compañeros y docentes el diploma de participación. El dato de este cortometraje es la calidez y el humor puesto en el relato. La ternura de lo dicho aquí es lo que sorprende.

Las chicas y los chicos de la 1.251 estaban felices de verse en la pantalla gigante dispuesta para mostrar los trabajos finales. La misma alegría con la que se aplaudieron.

La violencia tiene muchas formas de expresión: la mirada condenatoria por la ropa que se lleva puesta, el insulto que pretende ser un piropo, el abuso de palabras que maltratan a las mujeres. En todo eso y más se puso de acuerdo el 3º año 3era división de la Escuela San Francisco Solano (Río de Janeiro 2002) para reflexionar y producir el corto Libres. Una problemática que –como manifestó una de las estudiantes– no es algo del momento: “Hablar de violencia machista no se trata de un tema que esté de moda, hay un montón de mujeres que están sufriendo y hay que concientizar”.

¿Alguien quiere decir algo más?», preguntaron desde la organización del programa y al cierre del evento. Una estudiante pidió el micrófono y muy segura reclamó: “Hay que seguir luchando. Sin aborto legal no hay Ni Una Menos!». Y los aplausos generales no se hicieron esperar.

 

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