El exitoso empresario Luis Paz fue detenido e indagado por narcotráfico y lavado de activos. En una escucha se jactaba de tener todo arreglado para no ser molestado en Santa Fe. El arresto de un policía apuró su declive. El asesinato de su hijo y la pelea con Los Monos.
La caída de Luis Alberto Paz, ex criador de chanchos, promotor pugilístico y actual empresario gozoso de su prosperidad, cuenta como el comienzo de la declinación de otro importante jugador del universo opaco del negocio narco y el lavado de activos originados en esa actividad ilícita, según presume el fiscal federal santafesino Walter Rodríguez, quien le imputó esos delitos. Que ahora deberá probar en un juicio. “No se hagan problema que en Santa Fe tengo la vaca atada”, decía el sexagenario en una de las llamadas telefónicas que eran interceptadas por la Policía Federal, según dijo a el eslabón una fuente de la investigación. Por razones que este semanario desconoce, el bovino se desanudó y el que quedó atrapado fue Paz. Su apellido cobró notoriedad pública con el asesinato de su hijo Martín, alias Fantasma, acribillado de cinco balazos en septiembre de 2012, crimen por el que el ahora detenido inculpó a Los Monos (ver aparte).
Empresario exitoso
La mirada periodística estaba concentrada el pasado lunes 10 de diciembre, en los nuevos tiroteos a las fachadas de los tribunales provinciales y del Centro de Justicia Penal de Rosario. Hasta que una noticia imprevista –como suelen ser algunas noticias– obligó a desviar la atención sobre un procedimiento de la Policía Federal por un presunto caso de narcotráfico.
Eso no constituye –lamentablemente– una novedad, pero el apellido de uno de los arrestados sí era conmocionante: había caído Luis Alberto Paz.
Radicado en el country Los Molinos, en las afueras de la ciudad de Santa Fe, Paz había logrado despegarse de la involuntaria notoriedad que su familia había obtenido hasta fines del año pasado cuando declaró como testigo en el juicio a Los Monos. Que, aunque casi ni se recuerde, fue el resultado de una causa que se inició por el asesinato del Fantasma, pero que ante la imposibilidad de avanzar en su elucidación tomó el políticamente necesario camino de acorralar al clan Cantero.
Paz era señalado por investigadores policiales, judiciales y del gobierno provincial como un hombre vinculado al negocio narco y al lavado de dinero producido por esa actividad. De hecho, según pudo saber el eslabón, uno de sus teléfonos móviles estuvo intervenido por alrededor de 14 meses sin producir novedades.
“No sabemos si usaba otro teléfono para los negocios, pero con ese jamás habló algo relacionado al comercio de drogas”, precisó el investigador consultado para esta nota. Agregó que Paz era una suerte de cerebro de los negocios. “Lo que hacía era moverse por abajo, creemos que era el dueño del negocio, pero él vinculaba a la gente y tenía empresas lícitas por donde circulaba el dinero”, abundó el vocero.
Todo indicaba que su riqueza provenía del comercio ilícito de estupefacientes, pero no había pruebas para acusarlo.
Algo similar señaló el fiscal Walter Rodríguez, que pidió su detención y lo indagó el martes pasado: “Nos encontramos con un patrimonio verdaderamente voluminoso, integrado por inmuebles, vehículos, dinero y también hay empresas en la zona” de la ciudad de Santa Fe.
Con las pruebas colectadas, el fiscal le imputó “haber organizado maniobras de narcotráfico y haberlas financiado, en concurso real con el delito de lavado de dinero”.
“En términos generales, quienes obtienen dinero proveniente del narcotráfico no lo hacen pasar por balances formales de ningún lugar, (sino que) se introducen al mercado mutándolo en bienes”, sostuvo Rodríguez sobre el patrimonio de Paz.
En cuanto a la operatoria añadió que “en los lugares donde se produce la venta final (de drogas) se obtienen billetes, esos billetes tienen que ser transformados a partir de determinado volumen en bienes para tratar de ingresar al mercado formal”.
Paz no perdió solo. Junto a él cayeron, como resultado de 24 allanamientos en Santa Fe, Rosario, Villa Constitución y Paraná, el arquitecto santafesino Andrés Fernando Cantelli, presunta mano derecha del empresario; su actual pareja, Graciela Cristina Franco; los hermanos Lautaro y Ezequiel Reynoso (hijos de Franco); el rosarino Hugo Díaz, apresado con drogas en un domicilio alquilado a Paz, y la presunta amante del organizador de la banda, Cyntia Amarillo.
Lo secuestrado no fue relevante, aunque de todos modos es válido como prueba: 860 gramos de cocaína, un kilo de marihuana, tres decenas de teléfonos y un puñado de dólares.
A Paz lo detuvieron un departamento de San Martín al 500 de Rosario, el mismo domicilio que su ex pareja Ana María Ferrari declaró como propio en una empresa cuyo directorio comparte con sus hijas: San Martín 534, 11º A.
La caída
Según voceros de la investigación, la caída de Paz se aceleró a partir de la detención, en abril pasado, de una presunta banda narco cogestionada por un policía santafesino y un civil. En aquella oportunidad fueron detenidos el sargento Edgardo Oscar “Cabezón” Baigoría y Emanuel Maximiliano González. El primero es hermano de un ex jefe de Drogas de la Policía de Santa Fe y el segundo hijastro de Paz. El círculo comenzaba a cerrarse para infortunio del antiguo criador de chanchos y promotor de boxeo.
Ambos fueron procesados por tráfico de estupefacientes como integrantes de una banda mixta que traía marihuana de Paraguay y cocaína de Bolivia para su venta al menudeo en el Gran Santa Fe, según explicó en su momento el fiscal Rodríguez, que también está a cargo de esa causa.
Además, según los datos del Registro de Comercio, Baigoría y González comparten la sociedad Distinción SRL, que presta servicios de grúas y remolques. El vínculo con los Paz aparece en otra sociedad formalmente registrada, denominada “Paz SRL”, en la que comparten directorio González con las hijas de Luis, llamadas Mercedes y Belinda, y con la ex pareja, Ana María Ferrari.
Mercedes Paz fue la novia de Claudio Pájaro Cantero, líder cerebral de Los Monos hasta que la muerte violenta del Fantasma –que la familia le endilga la banda del sur de Rosario– se impuso sobre los sentimientos. Menos de un año después fue asesinado el Pájaro, y las cosas se invirtieron: Los Monos señalaron a Luis Paz como el instigador del crimen.
Algo los une en la tragedia inducida: los dos homicidios quedaron impunes. El del Fantasma nunca tuvo siquiera un imputado, y el del Pájaro –atribuido al narcobarra Luis Pollo Bassi y dos secuaces suyos– llegó a juicio con los tres acusados absueltos.
Pero la bronca persiste.
Cuentas pendientes
Vínculos amorosos, relaciones comerciales no declarables, deudas impagas de imposible judicialización y sangre derramada ligaron a las familias Cantero y Paz en la última década.
Martín Fantasma Paz conoció a Claudio Cantero, el Pájaro, “en los boliches”, según declaró en un expediente judicial su padre Luis, ahora detenido por presunto narco.
El pibe siguió un tiempo el negocio de su progenitor, la cría de chanchos, tarea que desarrollaba en el campo con un abuelo. Cuando reunió una moneda la invirtió en préstamos y compra-venta de autos, de acuerdo a los dichos de su padre.
Por el vínculo nocturno que generó con el Pájaro, el jefe de Los Monos conoció a la hermana del Fantasma, Mercedes, una piba que no era del barrio, como solían ser hasta entonces las parejas de los Cantero. Se pusieron de novios, lo cual provocó el odio que aún conserva la madre de los hijos del Pájaro, Lorena Verdún.
Entre el amor y los negocios, al parecer, no existió una distancia irreductible. Según investigaciones judiciales, los cuñados desataron su espíritu emprendedor de cuestionable licitud. Como suelen aconsejar las abuelas, mezclar familia y negocios no redunda en resultados aceptables.
El 5 de diciembre de 2017 Luis Paz declaró en el juicio oral a Los Monos que a su hijo Martín lo mataron los Cantero “porque le debían plata”.
“Guille (Cantero, líder de “Los Monos”) le quedó debiendo una Amarok”, declaró Paz, y explicó que “a mi hijo no lo mataron porque debía 10 millones de pesos como dijo (Ariel) Lotito (ex coordinador de la División Judiciales) la semana pasada”.
Según Paz, “todos le debían plata a él” y por eso urdieron “un complot para matarlo”.
Martín Paz circulaba en su flamante BMW blanca con su pareja y su hija de dos años cuando una moto con dos personas se le puso a la par en 27 de Febrero y Entre Ríos y uno comenzó a dispararle.
Luis Paz declaró en la instrucción de la causa que su hijo “toma contacto con los Cantero por la posibilidad de hacer negocios con ellos por las cantidades de dinero en negro que manejaban”.
“Él (por su hijo) era consciente que ese dinero venía de drogas, pero mi hijo me decía que no me preocupara que no se iba a meter en quilombos con ellos”, testimonió.
Según los datos aportados por los policías de la División Judiciales a la misma causa, la pelea entre las partes se produjo porque los Cantero le habían dado 10 millones de pesos al Fantasma para invertirlos en concesionarias de autos de alta gama.
Las fachadas de dos de esas concesionarias amanecieron baleadas luego del crimen del “Fantasma”, en un presunto mensaje mafioso.
De acuerdo a la investigación policial, Paz distrajo parte de los 10 millones de pesos para comprar pasta base en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Pero la carga destinada a la fabricación de cocaína, que según los pesquisas había sido pagada por adelantado, fue secuestrada por un control del Escuadrón 54 Gendarmería en la localidad de Salvador Mazza, dejando al Fantasma sin los estupefacientes ni el dinero.
Para los policías de la División Judiciales ése fue el motivo de la pelea entre Los Monos y los Paz, que le reclamaban el dinero.
El 8 de septiembre de 2012, unos días después del secuestro de la pasta base, Martín Paz fue asesinado por un sicario, pero la Justicia nunca encontró al autor material ni intelectual del crimen.