Johnatan y Agustín son dos rosarinos experimentados en el cultivo y producción de diferentes derivados del cannabis. Y comparten su saber de manera gratuita con decenas de familias que lo necesitan imperiosamente para algunos de sus integrantes con padecimientos o enfermedades graves.
Ya no es un secreto, las propiedades de la planta de cannabis para uso medicinal tienen cada vez más confirmación de estudios científicos y su uso se expande entre pacientes con diferentes patologías como autismo, cáncer, epilepsia, glaucoma, esclerosis múltiple, fibromialgia o dolor crónico, entre otras. La mayoría han experimentado cambios profundamente positivos luego de comenzar tratamientos con los diferentes derivados: aceites, infusiones, cremas y comidas, entre tantos productos. Johnatan y Agustín, dos rosarinos que producen y cultivan desde hace más de quince años, y que han obtenido reconocimiento internacional entre los grupos que promueven su uso, le cuentan a el eslabón que sólo el año pasado enseñaron a producir de manera gratuita a 58 familias.
En su mayoría –señalan– los que se acercan a conocer sobre el uso terapéutico del cannabis son padres de niños con graves dolencias, pero también hay pacientes adolescentes y ancianos que han podido comprobar que el uso medido y regulado del cannabis les ha permitido volver a realizar tareas cotidianas que, debido a sus enfermedades, ya no podían realizar. También añaden que son muchas las personas que llegan como última instancia de casos muy dolorosos, en donde la desesperación y la angustia están a flor de piel.
“Una abuela de 85 años tenía dolor crónico y parkinson, le dolía todo. Caminaba ayudándose de un andador y no podía estar sola, necesitaba atención constante de una persona. Su hija y su nieta se comunicaron con nosotros. Después de analizar bien la patología y elegir el aceite correcto, le llevamos un gotero”, cuenta Johnny. “Las primeras gotas no le hicieron mucho efecto y a pedido de ella misma le cambiamos la composición y le dimos algunas más. Se fue a bañar ayudada de su nieta y cuando la van a buscar al baño la señora se había olvidado el andador y había caminado sola hasta la pieza, se había cambiado y se estaba peinando frente al espejo. ¡No lo podían creer! Hoy tiene sus propias plantas y fabrica su propio aceite. Imaginate que le cambió la vida”, reseña Jonathan, como ejemplo.
El caso que describe es uno de los tantos que llevan adelante junto con Agustín, con quien coordinan la producción de los derivados y que, aclaran, dependen de cada patología, de la edad del paciente y de sus necesidades.
Según detallan, existen tres subespecies principales de esta planta, conocidas como cannabis sativa, indica y ruderalis, las cuales difieren en la concentración de sustancias psicoactivas. La acción de los cannabinoides es mediada a través de receptores (CB1) presentes principalmente en el sistema nervioso central y de receptores (CB2) en tracto gastrointestinal, sistema nervioso periférico, bazo y células del sistema inmune.
Al Tetrahidrocannabinol (THC), por ejemplo, se le describen efectos antiinflamatorios, antieméticos, relajante muscular, analgésico y psicogénico, mientras que al cannabidiol (CBD) se le atribuyen efectos antiinflamatorios, neuromoduladores, antipsicóticos y antiepilépticos.
Cuando estos dos productores hablan de las familias a las que ayudaron, coinciden y recalcan el objetivo principal de su tarea: “Lo mejor que cada uno puede hacer es saber qué es lo que necesita y proveérselo personalmente, sin intermediarios”. Lo subrayan porque además no siguen un fin lucrativo con esta medicina natural. Sí ofrecen, en un “multiespacio” aún no abierto al público, todo tipo de insumos para el autocultivo, desde carpas para interiores, macetas biodegradables, bolsas de tierra orgánica, hasta germinadores, y nutrientes nacionales e importados. Uno de sus proyectos a futuro es abrir un local al público en el centro.
Johnny cuenta: “Yo era soldador en el puerto, ahora me quiero dedicar a esto y a cuidar a mis dos hijas. Tenemos de todo, lo más orgánico posible. No vendemos químicos”.
Sobre el uso del cannabis para terapia medicinal específicamente, subraya que lo hacen de manera gratuita para quienes lo necesiten por cuestiones de salud, para que sepan qué cultivan y cómo.
“Lo primordial y parte del tratamiento es que vos cultives tu propia planta. El amor que vos le vas a dar a esa planta, no se lo va a dar nadie”, dice Johnny.
Agustín suma: “Aparte lo que le pongas a esa planta, vos lo tenes que saber. Lo que le echaste, lo que vas a meter a tu cuerpo”.
“Lo que hacemos nosotros –sigue Johnny– con la gente que se comunica, que es mucha y lo hace todo el tiempo, es tratar de tener algunos clones clasificados para cada patología que fuimos tratando y estudiando; le regalamos uno para que pueda cultivar en su casa, y le enseñamos a cultivarlo para que pueda sacar sus propias flores y fabricar su propio aceite”.
“Eso lleva unos tres meses. Depende el espacio y el tipo de semilla que podés cultivar. Te das cuenta por el color, la que hacemos nosotros es negra, verde muy oscura. Para los chicos hacemos la que es amarilla-dorada, porque no necesitan la clorofila en demasía, ya que es el componente que te hace doler la cabeza por ejemplo”, detalla el productor.
“Conocemos una familia que tienen una nena, Paloma, de 3 años, con síndrome de Rett, que vivía postrada en el cochecito, no podía ni ir al baño sola porque su sistema digestivo no funcionaba bien. A la semana de consumir el aceite que le preparamos ya estaba gateando arriba de la cama. A los cuatro días se le regularizó todo el sistema digestivo”, narra el otro cultivador, y explica: “La gente se comunica y pregunta todo el tiempo. Le buscamos la cepa que haga que su cuerpo se sienta mejor. Ayudamos a muchas personas porque además del enfermo en sí, mejora la calidad de vida de toda la familia. Hoy en dia hay menos resistencia, la misma gente se da cuenta. Ayudamos a la gente en situaciones desesperantes”.
Sorpresa y media
Al ser consultados acerca de su relación con aquellos profesionales de la salud a los que los pacientes asisten, los productores contaron: “Hoy, cada vez más médicos recomiendan su uso, el problema es la industria farmacéutica. Hay médicos que te van a decir que no cultives vos, que lo compres, porque él también se está llenando su bolso”, señala Jhonny, al tiempo que aclara: “Nos ha pasado que los mismos padres nos dicen que los pediatras nos quieren conocer porque no pueden creer los cambios positivos de sus pacientes. Los estudios empiezan a dar bien y las reacciones de los pacientes están a la vista”.
Un amparo legal
Acerca de normas que establezcan un amparo legal para quienes cultivan, Jonhatan y Agustín coincidieron. “Estaría perfecto que saquen una ley, porque la gente ya no va a estar dependiendo de terceros, sino que lo va a poder hacer en su casa”.
“Lo importante es que haya un amparo para nosotros los que ayudamos de forma gratuita, ese fue uno de los pedidos realizados cuando se juntaron las agrupaciones de Rosario. El del amparo legal a los cultivadores solidarios”, recordaron.
“Vengo pensando –dice Johnny– en hacer una agrupación de amigos, pero nadie quiere salir a hablar del tema. Yo no tengo problema, yo salgo y quiero que la gente lo sepa, está buenísimo, mucha gente lo hace. En 2018 ayudé a 58 a familias. Hace cinco años que lo hago y continúo relacionándome con ellos”.
El mero lucro
“Está muy en auge el lucro, el aceite lo conseguis en cualquier lugar, mucha gente que empezó a autocultivar para sus familiares, ahora lo venden. Lo mío es ayudar, darles una mano, que sepan qué cultivan y cómo. Que gracias a la información puedan hacer algo por sus hijos, porque es un hecho que los ayuda, es una medicina”, dijo Johnny.
“Nosotros hemos ayudado a una banda de madres y después esas mismas, cuando otras madres les fueron a pedir ayuda, le vendían el aceite. Se legalice o no, se hace y se va a seguir haciendo”, se lamentó.
Gaston
05/02/2019 en 19:46
como los contacto?
Sole
06/02/2019 en 8:36
Buenos días Gastón, podes buscar a Jonny, como Jonatan Daniel Segarra en facebook. Saludos