Eva Perón cumplió 100 años y Rosario armó alta y larga carvana. La imagen de Esa mujer se multiplicó en las señoras del barrio, en artistas, en maestras, en niñas y disidencias que participaron de un gran desfile desde el Saladillo hacia el centro.
La Colectiva Mixta de Culturas organizó un gran homenaje a Eva Perón, denominado Cien Evitas, con una mega puesta en escena que además hizo llevar su voz desde el sur al centro, allí donde se mezclan todos los matices de una enorme urbe, la misma que recibió hace décadas a la única e irrepetible Evita. La extensa jornada, que incluyó variadas intervenciones artísticas callejeras, actos, recitales y una puesta teatral final en El Círculo, se inició la tarde del martes 7 de mayo, fecha de nacimiento de la Abanderada de los humildes, y culminó entrada la madrugada.
La caravana mágica
Desde pasado el mediodía partió una caravana compuesta por dos tranvías y un colectivo repleto de decenas de Evitas, de todas las formas y representaciones posibles. La Evita montonera compartió asiento con la Evita travesti, mientras la Evita prostituta le cebaba mates a la Evita pueblerina, recién llegada a Buenos Aires. La Evita actriz se retocaba el maquillaje mientras la Evita primera dama le sostenía el espejo y entonaba, junto a una Evita niña, estrofas de la marcha peronista, y a su vez miraba cómo agitaba sus brazos la Evita del busto que supo tallar Paco Pelló. Todas: la rubia, la morocha, la pelirroja, la que nos contaron, la que se prohibió, la que imaginamos; una, dos, cien Evitas, volvieron. Y fueron millones.
Evita es barrio
En pleno barrio Saladillo, a metros del Sindicato de la Carne y con un cielo gris que amenazó durante toda la tarde, se llevó a cabo el primer acto, la primera intervención en la que las Evitas se manifestaron, se encontraron entre ellas y con los vecinos que miraban confundidos y admirados el homenaje. A la vez, se hizo extensivo un reconocimiento a Leonor Tomé, histórica militante peronista de la zona sur, quien supo enfrentarse a oscuros actores de la dictadura para defender sus convicciones.
La caravana se puso en marcha y algunas vecinas del barrio pidieron subirse a los tranvías, no tenían movilidad y querían participar.
Evita es resistencia
La parada siguiente fue el famoso Tanque de Agua, a metros del Fonavi, donde se homenajeó a los compañeros de la resistencia Peronista de Villa Manuelita. Allí, las Evitas corrieron en bandada por la pequeña plaza de Grandoli y Güiraldes, se dispersaron entre los vecinos y a los gritos. Y se hicieron oír. Por momentos, Evita éramos todas, todos, todes acaso. Evita era Paula Perassi, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel; Evita era uno de los pibes que mata la policía o el narcotráfico; Evita era Milagro Sala, las Madres de Plaza de Mayo, los 30 mil desaparecidos, y hasta el churrero de la esquina que miraba sorprendido correr a decenas de mujeres. Evita fue por instantes Camila, que con 13 años y su rodete perfectamente recogido también corría a la par de las otras. Evita fue Romina, que da clases en Villa la Lata. Evita fue María, que está a punto de recibirse de psicóloga y Evita fue Joaquín, que estudia Medicina. Evita fue y es pueblo.
En el nombre de Evita
La tercera estación fue frente al cementerio El Salvador y trajo consigo las primeras y temerosas gotas de una lluvia que recién iba a ser copiosa al terminar la jornada. Las Evitas caminaron en círculos y líneas rectas, mirándose, rozando sus manos, unidas y organizadas, y homenajearon a los caídos durante la dictadura frente al simbólico Cristo, a la vera del Parque Independencia. Cortaron la avenida Ovidio Lagos y, una vez más, coparon la calle y se hicieron ver y sentir.
Vos también sos Evita
La cuarta parada fue quizás las más emotiva. Entrando al centro se sentía otro clima, no se observaban las miradas sorprendidas de los vecinos ante una intervención artistica que en los barrios no se dan a menudo, En el centro había otra actitud de la gente que iba y venía apurada con hasta cierta indiferencia mientras llegaban tranvías repletos de Evitas que entonaban consignas feministas a viva voz, desde cada una de las ventanillas. La caravana rodeaba la plaza San Martín y las Evitas descendieron frente al edificio de Gobernación, en la esquina de Moreno y Dorrego, bajo el mismo balcón al que se asomó Eva Perón durante su visita a Rosario, en enero de 1947.
“A una persona se la borra cuando se hace desaparecer su cuerpo, pero también cuando se borran o tergiversan sus palabras. ¡Usaron mis discursos para el Día de la Mujer, pero los enjuagaron en un balde con agua lavandina!”, leyó la actriz Celeste Campos, interpretando a una Evita rubia y despeinada, para una multitud que se unía al último tramo de la caravana.
Luego, el trayecto a pie por Córdoba tuvo varias paradas más en diferentes puntos del centro, y concluiría en las escalinatas del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa.
Evita Capitana
La orquesta estaba lista y, al son de los acordes de la marcha peronista, el centenar de Evitas entonó una nueva versión, la versión feminista: “A la compañera Evita queremos reivindicar, patria justa y soberana, feminista y popular. Eva Perón tu corazón nos acompaña sin cesar te prometemos con pasión no dejaremos de luchar”.
Más tarde, pasadas las nueve de la noche, en el emblemático teatro El Círculo, se desarrolló la actuación del pianista tucumano Miguel Ángel Estrella y la puesta en escena de 33 momentos de la vida de quien fuera proclamada Jefa espiritual de la Nación. Los rosarinos y rosarinas que colmaron el teatro entonaron una vez más las consignas peronistas de una época dorada de la que todos los presentes esa noche, expresaron el deseo de que vuelva, acompañada y atravesada de nuevas luchas. Esas a las que seguramente la Abanderada de los humildes se uniría porque tienen que ver con los derechos, la justicia social, el amor y la igualdad.