Yo no sé, no. Con Pedro nos acordábamos que camino a la escuela, antes de entrar, nos mandábamos al  club Acindar, que tenía su cancha con medidas como las profesionales, como las de primera. Nosotros encarábamos uno de los arcos y pegábamos un salto, como para ver cuánto nos faltaba para llegar a tocar el travesaño. Lo hacíamos contra uno de los palos, para marcar hasta donde llegábamos. La cuestión era que nuestro interés por la altura venía porque ese año llegó una nueva piba al curso, bastante alta. Y encima nos enteramos, por boca de otras pibas, que le gustaban los arqueros, y que cuando vio en una figu a Antonio Roma, por entonces el 1 de Boca, dijo que le encantaba, para escándalo de las demás. Por ese entonces, las chicas sólo decían que admiraban a los artistas, por lo menos en público. Se ve que por nuestra cabezas se instaló un objetivo: tener altura de arquero. Y nos animaba el comentario de la mujer que atendía el kiosco, cerca del tanque, que cuando nos veía nos decía: “¡Cómo crecen ustedes!”.

A la vuelta de la escuela nos medíamos la altura real en un pilar de medidor de la luz, que, entre paréntesis, cuántos más hubiera, era una señal de crecimiento del barrio. 

Ñuls y Central ya aparecían en un lugar destacado en el álbum de las figus, y más cuando aparecieron las cuadradas, que para nosotros era también una señal de crecimiento. Pasaron unos años y vimos cómo la conciencia social había crecido, y hasta nos pareció que el fortalecimiento del mercado interno, las políticas inclusivas, no se detendrían. Pero dictaduras con políticas del coloniaje, como las de Martínez de Hoz o en los 90 con Cavallo, detuvieron el crecimiento. Es más, fuimos pa trás. 

Y hasta no hace mucho habíamos arrancado de nuevo, me dice Pedro. Ver a los pibes comiendo varias veces al día, yendo a la escuela y con la Salud Pública asegurada, era para entusiasmarse.Pero, ¿sabes qué? A pesar de estos que hacen tratados de libre comercio, que al igual que en el pasado detienen nuestro crecimiento, si nos juntamos TODOS , va a ser una forma de empezar a crecer, por lo menos políticamente. Y, ¿quién te dice?, hasta podremos descolgar las más difíciles, esas que van a un ángulo. Todo eso me dice Pedro, mientras en la plaza vemos a unos pibes y pibas midiendo su altura, saltando a ver quién llega a tocar la rama más alta. Y, sin decirlo, los dos pensamos lo mismo: ¡Tenemos que hacer todo lo posible para que no paren de crecer!

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