Yo no sé, no. Con Pedro nos acordamos que una vez después de salir de la escuela nos quedamos a jugar un partidito a las cabezas, en el parejito y ancho césped pegadito a la vereda de una de las calles principales del Barrio Acindar.
Nos quedamos apenas nos desafiaron unos de ese barrio, sabiendo que íbamos a perder la noción del tiempo y llegar tarde a las casas y al morfi del mediodía. Para colmo, por no ser precavidos, el guardapolvo ya a la segunda parada de pechito lucía de dos colores, el blanco natural y un verde recién incorporado. Y mi rodilla con un raspón doloroso como el codo de Pedro, todo por ir tras la pelo que se iba derechito a ser aplastada por el 53 que pasaba por Acevedo. La de goma se salvó. Eso sí, lagrimas de dolor aparecieron en nuestros rostros, al rato disimuladas por las otras provocadas por el viento y el frío.
Al tiempo, cuando en un baile que se hizo en la casa del Gringo, un compañero que vivía entre Barrio Plata y Barrio Acindar, me sentí atragantado al ver a una que me ignoró, y que yo estaba creído que esa noche nos poníamos de novios. A la vuelta, un lagrimón me cruzaba la mejilla. Era la primera lágrima por cuestiones del cuore.
Una tarde, cuando volvía del centro, al pasar el bondi cerca del Supeior me acordé de los cumpas, de los que ya no están y cuando la memoria me trajo la imagen de la flaca Analía ya tenía unas lágrimas como diciendo ¡Presentes!
Semanas atrás vi en el chino, el super de acá a la vuelta, cómo una señora dejaba cosas en la caja porque no le alcanzaba ni para completar la canasta del morfi. Me dice Pedro, que a esa mujer regresando a casa seguro que la acompañaron unas lágrimas de dolor y bronca.
La mañana está fría. Llovizna y no sé (o sí) por qué se me vienen a la memoria las palabras de mi vieja recordando las lágrimas de la abuela cuando por la radio dicen que a las 20 y 25 minutos murió Evita. Como dije, la mañana de este viernes 26 de julio está fría, llovizna y el viento de la calle me hará lagrimear. Vuelvo a casa y presiento que en cualquier momento aparecerán unas lágrimas que no trajo el viento, sólo vienen de vez en cuando para hacerme compañía.