Cómo las políticas de Cambiemos arrasaron también con un personaje que transmitía la historia a los más pequeños y el primer canal público infantil.

A fines de abril de 2016 la foto del muñeco de Zamba roto, tirado en un basural causaba tanta indignación que dolía. Cambiemos había ordenado desmantelar el espacio dedicado al Canal Pakapaka instalado en Tecnópolis.

El desprecio hacia la historia, la memoria y la concepción de una infancia fuera del mercado empezaban a hacerse sentir en estas medidas. A la par llegaba el despido de trabajadoras y trabajadores. La cara visible de todo este avasallamiento, el titular del flamante Servicio Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi.

“Zamba está podrido por dentro” fue lo que dijo Lombardi para justificar que se desechara el personaje favorito de miles de niñas y niños de la Argentina. Según él, era un muñeco que estaba en mal estado. Todas y todos sabemos el peso ideológico que había en esas palabras y decisiones.

Y a esta altura ya no se puede dudar sobre el desprecio de estas políticas, como en educación y salud, hacia las infancias. La posibilidad de hacer de la señal infantil un bien del mercado era una realidad.

Entre las medidas que siguieron, estuvieron las de sacar de la órbita del Ministerio de Educación de la Nación al Canal Pakapaka y al Canal Encuentro, y reducir presupuestos. Además de limitarlos al servicio digital.

¿Quién es Zamba? El personaje de un niño de Clorinda, Formosa, que recorre la historia argentina y latinoamericana, acercándolas a los más pequeños. Y la verdad que lo supo hacer maravillosamente. Todas y todos quienes vivimos de cerca la presencia de este personaje en nuestras vidas tenemos una anécdota para contar: por ejemplo, la niña que quiere parecerse a Juana Azurdy y repite cantando ese capítulo tan lindo donde Gladys, la bomba tucumana le pone voz a un tema dedicado a la guerrera del Alto Perú. O el pibe que se aprendió la Marcha de San Lorenzo mirando uno de los capítulos sobre la vida de San Martín. También cómo ese personaje de la nena que se enamora de Manuel Belgrano logra acercar otra historia más humana a los pequeños espectadores.

Para que no quedaran dudas para qué lado iban las políticas de Cambiemos, en el lugar de Tecnópolis donde estaba Pakapaka se instaló un stand que enseñaba a las chicas cómo ser una It girl. “Te invitamos a vivir la experiencia de una It girl, mostrando cómo las mujeres son protagonistas en las redes sociales a través de la belleza, la vida saludable, el humor, la música y los libros”;, así se presentaba el espacio donde antes se promovía la memoria, la historia, los hechos de la ciencia y la cultura.

Pakapaka –el canal que hizo famoso a Zamba– nació primero como una franja infantil en el Canal Encuentro (2005), hasta que en 2010 se convirtió en el primer canal infantil público y educativo. Su nombre quiere decir “juego de escondidas” en quechua.

En un artículo altamente recomendable de leer completo (“Pakapaka, una señal educativa cada vez más chica”, del 29 de septiembre de 2018, Suplemento de Educación de La Capital), la periodista y escritora Tamara Smerling, señala que Pakapaka proponía una nueva forma de narrar las infancias. Ya no pensar a las niñas y a los niños como objeto de consumo sino como sujetos de derechos. Dice Tamara Smerling que las familias se mostraron agradecidas por “la falta de publicidad y porque los niños no fueran un engranaje más en la larga, larguísima, lista del consumo propuesto por las interminables tandas y propagandas de juguetes, estereotipados, poco accesibles”. También –otras cualidades de la señal- porque había lugar para “las tonadas y los modos del habla propia de los niños de Córdoba, Santiago del Estero, Neuquén o Salta”.

Y algo más para destacar de este Canal diseñado para las infancias argentinas: los diálogos no eran en una lengua neutra ni ajena a la que escuchan a diario en la escuela, en la calle, en la vereda o en el colectivo. “Un espejo, por fin, donde mirarse: que en lugar de jalar se dijera tirar, los emparedados fueran sándwich, los llamados che en lugar de oye, o que cuando sintieran un poco de frío en lugar de arrópame se pronunciara el más doméstico tápame. Sin carrousel, neveras, apetitos o pasteles”, escribe Tamara Smerling.

A mediados de 2016, cuando el plan de aplastamiento de la educación y la cultura del gobierno de Mauricio Macri eran palpables, Lombardi se despachaba por cuanto micrófono le acercaban para remarcar que “Zamba era un fanático kirchnerista” y “un escándalo usado para la propaganda partidaria más burda”, entre otras definiciones.

Está claro que no era sólo arrasar con Zamba y lo que representa este personaje para transmitir la memoria y los valores de la Patria Grande. Estos casi cuatro años de gobierno de Cambiemos demostraron que llegaron al poder para echar mano a todo lo público, a quitar derechos, para hacer negocios, para abrir paso al mercado. Y Pakapaka también entró en ese paquete.

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