Integrantes de Canción Urgente y del Colectivo de Mujeres Músicas, se sumaron a la tradicional ronda de la plaza 25 Mayo entonando canciones emblemáticas de las luchas populares.
Fue una tarde muy especial, para mí porque aún habiendo participado de numerosas marchas por los 24 de marzo, y otras causas históricas del pueblo, no había pateado nunca la ronda de las Madres de Plaza 25 de Mayo. Siempre tuve la sensación de haber perdido el tiempo, pero ahora siento que las cosas importantes van madurando y hay que acompañarlas, como a las luchas.
La plaza, a eso de las cinco de la tarde, era para los desprevenidos, las apuradas, los abombados por el calor y el trajín, sólo un lugar de paso, efímero, como un no lugar. Para otras personas que circulaban por este espacio histórico, que además es parte de los primeros cimientos de la ciudad, era más bien un freno, un descanso, un reparo en el pulso agobiante de la tarde, y un lugar de encuentro con el otro. Algo de esto último ocurría con el compañero Hilo Negro, que se encontraba sentado en un banco de la plaza. Me contó que había partido temprano desde el barrio, antes de que lo invadiera la modorra de la tarde. Me dijo también que hace más de una década que participa acompañando las rondas, y que los jueves de invierno el encuentro comienza más temprano, a eso de las 16.
El origen de la historia de las rondas en el país es tremendo y conmovedor: las Madres reclamaban la desaparición de sus hijas e hijos durante la dictadura y como los milicos prohibían el encuentro de dos o más personas en un lugar determinado, estas mujeres fuertes le encontraron la vuelta quedándose en la plaza para visibilizar su lucha, circulando en ronda, y así surgieron.
Un rato antes de la seis, la plaza creció, se agigantó, se fue poblando de familiares y amigos, de banderas y militancia, de abrazos y besos. Las Madres que ya no están de cuerpo presente, están presentes a cada paso, como los hijos e hijas que no están, y por los que lucharon toda su vida.
Además de conmemorar a los compañeros de La Tablada, que también pusieron el cuerpo en aquella intentona golpista de los carapintadas en 1989, “por haber sido secuestrados, torturados, quemados y desaparecidos”, el jueves fue el Día Nacional del Músico, por el nacimiento del Flaco Spinetta, jornada que artistas locales rebautizaron como Día del Músique, con pura inclusión.
La China, Irina, Agua dulce, La Celia, Nazarena, Eric Morales y Juan Cruz, se sumaron con sus equipos portátiles a la movida con mucho respeto y humildad. Primero, marchando sobre las huellas de la ronda, y después tocando y cantando. “La idea es juntarse y hacer canciones que conocemos más o menos todes”, me había contado un rato antes Celia, del Colectivo de Mujeres Músicas. Irina, emocionada, decía: “Nos sentimos en colectivo, no somos yo que hago esto, o lo otro”. Y analizó el momento: “Estas cosas nos marcan permanentemente. Hay cosas que son tan duras que se habilitan con el paso del tiempo. Cuántas cosas le pasaron a tanta gente que no desaparecieron y que hoy lo van contando. Es triste pensar que actualmente hay un golpe en Bolivia, y que en Chile están reprimiendo y violando. Es terrible, y por eso estamos acá”.
El andar de la ronda se convirtió como en un gran fogón, donde se encendieron otras canciones como La Cigarra, con sus estrofas marcadas a fuego: “Tantas veces me mataron. Tantas veces me morí. Sin embargo estoy aquí resucitando. Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal. Porque me mató tan mal. Y seguí cantando”.
Y así nos sumamos a cantar, algunos de memoria, buscando en el corazón, o simplemente mirando las hojas repartidas para no perder pisada. Esa niña pequeña que bailaba de frente a los músicos y músicas nos hizo pensar una y otra vez que el legado está intacto.
Así surgieron Seguir viviendo sin tu amor, el homenaje al Flaco en su día, El Olvidado, Seamos Agua, tema propio de Agua dulce, y Mujeres más fuertes, esa canción tan corajuda compuesta por Florencia Croci que fue como una bandera más en la tarde de la ronda.
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