Faltaba poco para que empezara febrero cuando alguien recordó en las redes sociales que se venía el mes en que todos opinan sobre el salario docente. Y es verdad. El tema no será “furor” como cualquier declaración de famoso o influencer de turno, pero gana espacios, se empieza a convertir en “tendencia” hasta instalarse en los portales de noticias. Queda en la agenda diaria.
La discusión suele terminar siempre en una misma pregunta: ¿empiezan las clases? Y la responsabilidad final de que esto ocurra o no, en la docencia. Porque en definitiva, en esta lógica, “la culpa siempre la tiene la maestra”: la maestra que “no siente la vocación por la enseñanza”, que “no se conforma con nada, que “siempre vota paros” y “solo habla de salarios”. Por lo que sea, es la maestra. Pasaron los años desde que el magisterio se definió como “trabajadoras, trabajadores de la educación” –la Ctera se constituyó con ese nombre en 1973– pero hay todavía que seguir explicando esta condición.
Lo que rara vez se hace, en esta misma etapa del año, es la pregunta por cómo trabajan las docentes, en qué condiciones, qué se enseña, con qué recursos se cuenta para las clases, qué les demandan las niñas y los niños a su cargo, qué las familias. Hace unos días, la directora de un instituto de formación docente contaba cómo encararon con infinita paciencia el armado, casi de rompecabezas, de horarios para garantizar las cátedras de una decena de carreras, en función de un nuevo edificio para ese instituto. Más las gestiones, cartas, llamados y demás pedidos a la constructora y el ministerio para asegurarse que el nuevo espacio esté listo para arrancar las clases en 2020. La única queja que exponía esta profesora era el tiempo que todo eso les quitaba para dedicarse a lo pedagógico.
Puedo agregar –corre por cuenta de quien escribe– que encima, y cuando faltaba muy poco para terminar el edificio, el gobierno provincial saliente dejó de pagar a la empresa constructora, y la obra quedó parada. Es que, en realidad, la educación dejó de tener en su horizonte a Finlandia el mismo día que el socialismo perdió las elecciones en la provincia y al parecer ésta no era taaann importante como machacaron todos los años que fueron gobierno.
Lo que vino después no es muy alentador para la educación provincial. Una ministra que “puede haber cambiado”, como tratan de convencer a quienes la hemos conocido en acción en los 90 y principios del 2000, pero poco ha hecho hasta el momento para mostrarse cercana a las necesidades más urgentes de las escuelas (varias y variadas que pasaron entre que asumió y la fecha).
La falta de nombramientos de los cargos en direcciones clave no es solo falta de nombramientos, es la ausencia de discusión de un proyecto educativo para la provincia: qué se quiere para los jardines, qué para la formación docente, qué para la escuela secundaria. ¿Cuál es el plan educativo? La consigna “Todos los chicos en la escuela” es indiscutida, ya está en las leyes. Hay que garantizarla más allá de la proclama. Llevar una propuesta salarial a los sindicatos docentes, para que la consideren en las asambleas, a poco de la fecha indicada para el comienzo de clases no parece muy alentador para cumplir con esa meta.
La docencia argentina recuperó la paritaria nacional. Es su conquista. Porque si hay un sector que desde el primer día estuvo al frente de la lucha contra el gobierno neoliberal de Mauricio Macri es el magisterio organizado en sus sindicatos. El acuerdo firmado ayer a nivel nacional es una conquista política, un camino claro para volver a pensar en la educación en términos de igualdad, para decir basta a la fragmentación que hoy existe. Pero también es real que no cierra los debates provinciales, que éstos existen y hay que enfrentarlos. No le quita entidad a las discusiones que cada jurisdicción debe asumir. Y en Santa Fe son bien conocidas.
Igual que las chicas, los chicos y las familias, por estos días las docentes se preparan para arrancar las clases, no para no empezar, para no trabajar. Es el oficio que eligieron, es el deseo de estar otra vez en las aulas, porque de eso se disfruta; son las ganas de volver a pensar proyectos, pensar en el año que se viene por delante, de elegir qué leer, cómo encarar un nuevo contenido. Y todo eso es parte de su profesión y su trabajo. Claro que para que eso pase merecen el mejor trato y reconocimiento.
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Pepe
28/02/2020 en 23:10
No tienen cara ofertar el 3% no se olviden quien es Perotti es Reutemann puro ,si hubiera ganado Macri estaría a su lado