Consultamos algunas voces autorizadas. En base a las mismas, podemos decir que el acuerdo entre UIA y CGT no es una buena resolución del creciente desempleo. De hecho, los trabajadores cooperan ahora, mientras siguen sin adoptarse medidas contundentes sobre el sistema financiero, las firmas privatizadas y los monopolios de cada actividad.

Un destacado dirigente de la misma CGT nos dijo: “esto no sirve porque es un acuerdo por arriba que beneficia a las grandes empresas que están en la UIA, el Estado les paga el 50% de los salarios con el dinero de todos y ellos solo cubren el 25%”.

El mismo referente nos explicó que “para las pymes y en la medida que la cuarentena se extienda como es previsible, el problema es de subsistencia, ya venían endeudadas, los créditos al 24% no le sirven y están pensando más en cerrar que en cómo pagar los sueldos. Si cierran muchas pymes del comercio y la industria tendremos un serio problema de desempleo”.

Así, el periodista que esto suscribe y el trabajador industrial indagado coincidieron en: “Por lo tanto la única opción es sacar más recursos del sistema financiero, de las transacciones de las multinacionales por el comercio exterior y algún tipo de impuesto a la riqueza que no sea por única vez”.

¿Y el resto? Bueno, históricamente las mejoras en los sueldos de los asalariados ocupados derivaron en crecientes para todos, en especial para jubilados y beneficiarios de la asistencia social. Jamás a la inversa. Una retracción salarial sobre ingresos blancos ya hostigados por la inflación, tensiona hacia abajo todo el esquema de ingresos nacional.

Las personas prevenidas duermen con el martillo bajo la almohada. Los dirigentes de La Corriente Federal, entre otros, saben que este gobierno está intentando zafar con esfuerzo de la pandemia y al mismo tiempo recuperar una economía debilitada por el liberalismo. Tomó un Estado debilitado durante los cuatro años previos; esto implica dificultades para operar sobre esos grandes poderes.

Pero las rebajas salariales son, además de inconstitucionales, dañinas para el trabajador y para el mercado interno en general. Sería equívoco no señalarlo ante la necesidad de respaldar esta gestión. Ni la CGT ni el Ministerio de Trabajo –que ya homologó el pacto- están acertando al apurar una concesión sin disponer una contraparte.

Nunca menos, se ha dicho. Y esto es menos. Prestemos atención a las derivaciones de la medida, porque la tradición económica local indica que mientras mejor, mejor. Y mientras peor, peor. El descenso salarial de una franja puede arrastrar a otras. Eso es lo que el movimiento obrero no puede admitir.

*Director La Señal Medios / Sindical Federal / Área Periodística Radio Gráfica

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