A las amenazas que supuso –y aún supone- para el ejercicio periodístico y la garantía del derecho al acceso a una información veraz la conformación de grandes conglomerados de medios de comunicación durante los años 90, en la última década se sumó con inusual vértigo el de las plataformas globales de noticias que utilizan los contenidos producidos por terceros y compartidos en esa redes en busca de visibilidad. Contenidos que convierten mayormente en ingresos las plataformas y no quienes aportan la fuerza de trabajo. Los drásticos cambios en las formas de consumo de las noticias también implican un desafío, menos de adaptación profesional que de monetización, de lo que circula por Internet. La combinación de la concentración de la propiedad de los medios con la transición hacia lo digital produjo resultados poco halagüeños para las y los trabajadores de prensa en la Argentina: en el último lustro se destruyeron unos cinco mil puestos de trabajo; los que aún perduran han visto precarizadas sus condiciones laborales; la multitarea avanzó como el Ejército Rojo ruso sobre los nazis; los salarios del sector continúan su lento ascenso por la escalera que se ubica paralela al ascensor del costo de vida; las empresas tradicionales no encuentran con claridad su lugar en el nuevo mundo. El Día de las y los Periodistas transcurre en una verdadera panmedia, en medio de una pandemia que considera esencial su tarea.

Menos es menos

En su texto por el 1° de Mayo pasado, el Foro de Periodismo Argentino (Fopea), insospechado de trotskismo, señaló que “el mercado laboral para los periodistas es casi inexistente”. El documento sostuvo que “las fuentes de trabajo escasean, el oficio no encuentra su espacio en el nuevo sistema económico de plataformas y aplicaciones (como sí ya lo hallaron otras profesiones) y el escenario se deprime”.

En ese contexto, agregó que otros males de la profesión son “la aceleración de los tiempos y la multiplicidad de tareas en las redacciones” que “impactan directamente en la labor y provocan, entre otras cosas, la desvalorización de las fuentes y la apatía por la noticia”.

La entidad profesional aseguró que “se puede calcular que en el país se han perdido 5.000 puestos de trabajo en la profesión desde 2014 en adelante” y que el futuro puede ser menos alentador todavía: “Sabemos que la caída de publicidad (pública y privada) y de las ventas serán el argumento para justificar nuevos despidos o cierres que esgrimirán algunos empresarios”.

Para el secretario general del Sindicato de Prensa Rosario (SPR), Edgardo Carmona, durante “el período del macrismo, el neoliberalismo profundizó una concentración fenomenal de los medios que ya se venía dando con una de las mayores pérdidas de fuentes de trabajo, que fueron más de 4.500 en todo el país”.

Como ejemplo recordó la fusión entre el Grupo Clarín y Telecom habilitada por el Gobierno en 2018 que le permitió al pulpo de las comunicaciones locales ofrecer el cuádruple play (telefonía fija y móvil, internet y TV por cable).

Así, dijo Carmona en diálogo con el eslabón, un “alto porcentaje de la audiencia está cubierta por dos o tres empresas, y esto trae aparejado un peligro muy importante para poder vivir una democracia plena”.

La transición de los medios tradicionales a los digitales refleja la misma concentración. Según el especialista, investigador y docente, Martín Becerra, “las métricas de visitantes únicos mensuales” de los sitios web “reflejan el grado de concentración del sistema de noticias y opiniones (o noticias opinadas) en la Argentina, cuyo emblema es el Grupo Clarín, ya que de los 17 sitios más masivos en información y opinión en Argentina, seis son de su propiedad”.

“Cuatro de los cinco medios online más visitados del país –siguió– son de Clarín o son socios de Clarín. Si en el registro se añadiera el sitio Cienradios, que agrupa a todas las radios con licencia y las propuestas sonoras digitales del mismo conglomerado, el Grupo Clarín aumentaría más todavía su participación en el conjunto de medios más masivos en Internet”.

Estado y monopolios

“Después de estas enseñanzas en el marco de la pandemia, donde se habla de una nueva normalidad, la idea nuestra es interpelar al Estado para que sea el garante de una nueva comunicación”, dijo Carmona, para agregar que los sindicatos de prensa pretenden que el Estado sea “el máximo garante de la diversidad y pluralidad, que genere equidad en el debate público”.

“El flujo de la información como un requisito del bien común en el marco del pleno ejercicio de la democracia informativa es necesario para la circulación libre de ideas y de opiniones”, dijo el titular del SPR.

Carmona señalo que “también queremos apuntalar la pluralidad de medios con leyes antimonopólicas como de alguna manera garantizaba la Ley de Medios, que después se tumbó por decreto” durante el gobierno de Mauricio Macri.

“No solo queremos plantear un pedido de auxilio a empresas pequeñas y medianas, que transitan un problema serio para sostener las fuentes de trabajo, sino también para las recuperadas o autogestionadas, para las que exigimos que el Estado las auxilie como lo hizo con los ATP (programa de asistencia al trabajo y la producción) a las empresas privadas”.

La asistencia estatal, como quedó demostrado en el contexto pandémico, es necesaria también para las empresas de comunicación, cuya función fue considerada esencial por el decreto que estableció originalmente el aislamiento social, preventivo y obligatorio para controlar los contagios de Covid-19.

Que esos recursos públicos –siempre finitos y ahora flaquitos por la caída de la recaudación– vayan a empresas monopólicas con amplia espalda financiera y económica y no asistan a pequeños medios o cooperativas de prensa revelaron las dificultades que posee el sector público para gestionar con inteligencia sus escasos fondos, acrecentadas tras cuatro años de destrucción y desprecio estatal.

En el contexto de crisis más o menos generalizada de la industria de los medios de comunicación –aquí y en buena parte del mundo–, el rol del Estado en la distribución de la pauta publicitaria oficial ocupa un espacio central.

“Queremos construir políticas de financiación con pauta oficial pública democratizada, que haya políticas fiscales de apoyo a través de rebajas de tarifas eléctricas, como tiene el cine o las actividades culturales, que los medios sean tenidos en cuenta como usina de producción de información y cultura”, explicó Carmona.

La torta y el cuchillo

El Informe sobre Noticias Digitales de 2019 de la Universidad de Oxford, que representa el estudio más extenso a nivel global sobre el estado del periodismo digital basado en más de 75 mil encuestas a usuarios en 38 países, aporta precisiones al proceso ya conocido de transición de los medios tradicionales a los digitales y las nuevas formas de consumo de noticias.

Según reprodujo Infobae sobre el trabajo, “un promedio del 83 por ciento de los encuestados en los seis países del continente (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Estados Unidos y México) se informa través de fuentes digitales. A internet le siguen la televisión con un 67 por ciento de promedio y el diario de papel con el 29 por ciento”.

La misma encuesta muestra que un 71 por ciento usa el teléfono móvil para informarse, un 46 por ciento la computadora y sólo un 16 la tableta. En Argentina la medición está por encima del promedio, ya que el uso del celular para acceder a noticias alcanza al 78 por ciento.

Las redes sociales son las preferidas de los usuarios para acceder a noticias, de acuerdo al mismo trabajo. “Facebook es la que más alcance tiene para estos fines, con un promedio del 55 por ciento de los encuestados en las Américas. A esta red le siguen YouTube (31 por ciento en promedio), WhatsApp (30), Instagram (16), Twitter (16) y Messenger (13 por ciento)”, dice. La red que más creció en 2019 para el consumo de noticias, de acuerdo al informe, fue Instagram, que se basa en la publicación de fotografías.

Facebook, la compañía creada por el estadounidense Mark Zuckerberg, suma a Whatsapp e Instagram. Google, el otro gran jugador global, posee el sistema operativo android –utilizado en la mayoría de los teléfonos móviles–, la plataforma YouTube, Motorola Mobility, HTC, Waze, Google Maps, Street View y otras aplicaciones que utilizamos habitualmente.

De alguna manera, todes trabajamos para ellas al subir contenidos a YouTube, compartirlos en Facebook, enviarlos por WhatsApp, postearlos en Instagram. Son los vehículos para hacer visibles desde producciones de noticias, culturales y de entretenimiento. Pero no nos pagan por ellos, aunque las redes sí monetizan la circulación y el tráfico de esos contenidos.

Se calcula que en Argentina esas plataformas digitales globales se quedan con entre el 28 y el 30 por ciento de la torta publicitaria total.

En Europa, algunos países –fundamentalmente Francia– avanzan en la creación de impuestos a las economías digitales para que las empresas de origen estadounidense dejen al menos una parte de sus ganancias en los territorios donde las producen. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reaccionó mostrando que el libre comercio no es tal: amenazó a Francia con imponer aranceles de hasta un 100 por ciento a los productos que exporta al norte de América.

En su última asamblea virtual, con 130 delegados y delegadas, la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren) planteó “impulsar el proyecto «Del Covid 19 a las buenas noticias»” que procura “para enfrentar la pandemia y, mediante un impuesto a las grandes plataformas, defender el trabajo periodístico y la comunicación autogestiva en Argentina”.

Según precisó Carmona, se trata de “una iniciativa para generar un fondo que esté abastecido por impuesto a las grandes plataformas digitales, para que paguen un impuesto del 6 por ciento de lo que facturan” en el país.

“Se llevan cerca de 28 por ciento del mercado publicitario y no aportan nada”, dijo el dirigente de prensa, para agregar que el objetivo de la creación de ese fondo es que “se subsidie al periodismo, a las empresas que construyan contenido, que generen divulgación de ideas y opiniones”.

Fuente: El Eslabón

 

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