“Una obra de arte está dirigida a todos, todas, todes. Después hay que ver quien se deja arrastrar por la corriente de esa obra y nada. Y acá nada en el doble sentido: intenta mover los brazos y las patas para sostenerse a flote en esa obra y ver qué le pasa por la cabeza mientras nada en ese espacio. Ahora, en principio está dirigido a todos y nosotros por ende seguimos esa lógica. Está dirigido a todo el mundo pero sabemos que no todo el mundo puede estar dispuesto a dedicarle un tiempo a pensar junto a una obra de arte y a dejarse emocionar por eso. Entonces, está dirigido a todos y a nadie en particular”, dice Roberto García, refiriéndose a la Escuela de Literatura de Rosario «Aldo F. Oliva», que coordina junto con Roberto Retamoso desde el año 2017.

Cuando Retamoso y García comenzaron a amasar la idea de un espacio literario jamás imaginaron las repercusiones que éste tendría. La iniciativa de crear un lugar en el que converjan voluntades de leer y escribir –y también de saber– estuvo impulsado simplemente por el afán de hacer de los creadores. “En principio, la expectativa era baja. Aunque no estoy seguro de que ese sea el adjetivo correcto. Más que expectativas, teníamos deseo de hacerlo, y lo empezamos a hacer sin medir. Como se dice en la filosofía: era más un diagrama que un programa, algo que se iba dibujando en la medida en que se hacía que algo que tenía un programa que tenía que tener un resultado”, dice Roberto Garcia.

Apenas fue esbozado el sitio, los responsables diseñaron un documento denominado “Razones para una escuela”. En este, se aclara sobre uno de los objetivos de la Escuela es que la misma sea independiente de las formas institucionales del Estado y de las formas económicas del Mercado. En coherencia, eligieron a la cooperativa Mercado Solidario (Santiago 989) como espacio de encuentro, aunque debido a los impedimentos desplegados por la pandemia, el espacio debió continúa trabajando a través de su página de Facebook (Escuela de Literatura de Rosario A. F. Oliva) y de aulas virtuales creadas a partir de Jitsi Meet.

Para Roberto, el carácter solidario, cooperativo, colaborativo y horizontal tanto de la Escuela como del Mercado Solidario nace casi por default. “El Mercado Solidario es un movimiento social vinculado con otros movimientos sociales que tiene un espacio de cooperativa tal como lo conocemos, en su formato jurídico, pero también lleva adelante esta lógica de practicar, de ensayar nuevas formas de habitar el mundo y de practicar las relaciones sociales en las que no se distingan taxativamente el universo de lo político y lo económico por un lado y de lo cultural y lo artístico”, valora.  Y agrega que la distancia con la administración del Estado está dada, principalmente, porque estos espacios no admiten cristalizaciones de carácter burocrático, sino que el objetivo del espacio es, según García, “poner en juego determinado núcleo pasional y racional”. En cuanto al mercado, el carácter gratuito y abierto de todas las actividades del espacio es lo que permite apartarse de todo tipo de transacción económica.

En lo que dura la llamada con El Eslabón, García repara todo el tiempo en las innumerables actividades y proyectos –que van desde conversatorios, cursos, presentaciones de libros hasta museos poéticos– en los que la Escuela se embarca y hace “peso”, es decir, “se tira al agua de ese río de la escritura de otres, y nada con él y se zambulle más profundamente en lo que el escritor o escritora hacía”. Advierte también que “no quiere olvidarse de nadie”: Pablo Bilsky, Miguel Ángel Mori, Marcelo Cutró, Norman Petrich, Gilda Di Crosta, Rocio Muñoz, Federico Rodríguez, Guillermo Saavedra, Alicia Salinas son algunos de los escritores, escritoras y poetas que han pasado por allí y que Roberto describe como “gente amiga que invitamos porque nos moviliza mucho lo que hacen”.

Además, la Escuela cuenta con propuestas y trabajos mancomunados con otros espacios con los que compone fuerzas. Las editoriales Abend, Pesada Herencia, La Vigil, Último Recurso y las fábricas de comunicación periodística como Rosario 12, La Capital y la cooperativa La Masa (productora de El Eslabón y Redacción Rosario), que otorgan a la escuela la posibilidad de que “el propio espacio literario se abre a una lectura más masiva”, remarca García.

La pandemia no pudo limitar la agenda de la institución. De hecho, el 20 de abril la Escuela inauguró el seminario sobre El Limonero Real, de Juan José Saer, a cargo de Roberto Retamoso, actividad que se desplegó hasta el 22 de junio. Además, de manera intercalada, se realizaron las charlas denominadas De Cuarentena con El Eternauta, brindada por el escritor e investigador rosarino Pablo Francescutti; ¿Quién habla en el poema?, a cargo del poeta y crítico cultural Guillermo Saavedra; y La gracia del margen. Germán García dicho de otra manera, de la mano del  psicoanalista y ensayista Ángel Fernández.

Durante el mes de julio, la escuela tiene planeado presentar un nuevo seminario sobre Filosofía y poesía, coordinado por Roberto García. Para él, estas actividades pueden hacer su aporte al mundo en cuanto sirvan como forma para desalienarse, aunque sea, momentáneamente, de  “ese modo de producción que genera una cultura del consumo para pensar otro tipo de posibilidades, de relaciones y de formas de habitar el mundo y de relacionarnos en términos productivos y en términos de consumo”.

Así, la escuela rosarina que lleva el nombre de Aldo Oliva (1927‑2000), ha optado por continuar desarrollando esta casa de encuentros a partir de la virtualidad, apostando porque la literatura –sobre todo desde su quintaesencia poética– persista en el ejercicio de “darle forma a lo que no tiene forma aún, de nombrar lo que está innominado”, como define Garcia. Y cierra: “En ese sentido, es una posibilidad de composición con aquello que debiera venir alguna vez por el lado de la justicia y que tiene que ver con la invención de mundos que todavía no existen. La poesía de alguna manera nos avisa que es posible nombrar lo que todavía no está y, a lo mejor, nos incentiva a pensar de forma activa cómo inventar en lo social lo que todavía hace falta”.

Fuente: El Eslabón

 

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