Cuanto más se pique la discusión por Vicentin, más pueden entusiasmarse los radicales. El problema, en definitiva, es la intervención: la de Omar Perotti. La efectividad de su mediación. Y lo indefendible de los directivos de la empresa.
“Lo de Vicentin es coyuntural, no va por ahí la unificación. Lo que se define es quién se queda al frente del partido y plantearlo desde ese tema, no sirve”, dice un militante radical con pasado en funciones nacionales.
En Santa Fe, la causa Vicentin late como opción frente a un socialismo desorbitado y reducido al ascendente individual de Miguel Lifschitz. El aporte UCR de territorios y senadurías al Frente Progresista nunca fermentó en una candidatura fuerte a la gobernación. Una réplica local del problema nacional en Cambiemos.
Ahora, la opción es el frente de principios bipartidistas: todos contra el peronismo. La fuerza del socialismo flaqueó con la derrota en Rosario. Y el conocimiento del “campo” estuvo siempre del lado radical del FPCyS, los que son del interior, viven y conocen la Provincia: donde el socialismo suena mal hasta como nombre. En Santa Fe supieron desdoblarse y aligerar las responsabilidades. Los radicales se mantuvieron flamantes. Y apenas lastimados por las derrotas.
Vicentin concentra la posibilidad y el problema: el equilibrio entre la épica republicana en defensa de la propiedad que engarza al interior y las modulaciones progresistas que fundamentan la ilusión de una Ciudad Autónoma. La atracción de la derecha conservadora por proclividad gorila, y de la izquierda socialdemócrata por seducción de autonomismo a lo catalán.
Una zona intermedia entre los dos “disidentes, a su manera”: José Corral, que se corrió sin irse; o el actual intendente rosarino, Pablo Javkin, que cuanto más se va, más se acerca. El rosarino excarriosta es el Héroe del Silencio: solo espera que lo vengan a buscar, “como a Larreta”. Y a pesar de que Pullaro le diga que “ya no es radical” mientras propone para el banco Municipal a Adrián Giacchino, que pasó del banco Nación de Javier González Fraga a ser el organizador del banco de la Bolsa de Comercio, bajo el ala de Alberto Padoán, director de Vicentin.
El Movimiento de Acción Radical del extitular del partido, Julián Galdeano; la compleja ambigüedad de los Radicales Libres que agrupa a Palo Oliver, María Eugenia Schmuck y Lisandro Enrico; la cercanía con el “candidato único” del Nuevo Espacio Organizado (NEO), que lideran el exvicegobernador Carlos Fascendini y el exministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro; y el sistemático grupo Universidad, de Corral y Barletta definirán el tipo de unión entre los distintos, desde la tradición de la UNL hasta el plantel arty de la UNR.
La Tercera Alianza
“Acá son todos antiperonistas actualizados y de familia radical”, simplifica un empleado de alto rango en una empresa de semillas con sede en Rosario, que invierte en activos financieros. Explica la ganancia fácil y rápida de los años de bicicleteo macrista, y la hecatombe que se produjo con las devaluaciones y reperfilamientos.
El grito de independencia de Alfredo Cornejo rasga la tela de la República del Centro, donde los radicales perdieron tres ciudades con linaje: Santa Fe, Córdoba y Paraná. El mendocino quiere fijarse desde el poder conservado: Portezuelo del Viento como su Vicentin. El frente antiperonista para un 2015 invertido, con la UCR como factor de peso central.
En las provincias saben las dificultades de interpretación popular de un porteño como Martín Lousteau. La Asociación Empresaria Argentina (AEA) convocó de emergencia al diputado nacional por Córdoba, el exvicegobernador, presidente del bloque de la Unión Cívica Radical y presidente del interbloque de Juntos por el Cambio, Mario Negri, para discutir el tema Vicentin.
La desalentadora experiencia de integrar sin poder usar el gobierno de Macri, impone el trazado de un rumbo propio. Desde Santa Fe, el exintendente de Santa Fe, Mario Barletta, ensayó un gesto patriótico: presentó un recurso de amparo ante el juez Fabián Lorenzini, que el magistrado protagónicamente rechazó por “falta de legitimación procesal e improcedencia”.
Porque Vicentin es una causa noble para la resucitación partidaria: la posibilidad de reconectar con las bases ruralistas que ofrecen masa poblacional. La singularidad demográfica del caso santafesino, esta vez, queda en medio de la escena nacional. La insistencia en “otra 125” sustenta la expectativa de que, ahora, la canalización política les permita algo más que meter una decena de diputados venidos del campo.
Las ubicaciones terciarias son una ofensiva doctrinaria que apenas incomoda al interior de las estructuras partidarias. Algo menos que la escena conmovedora del llanto exterior de Gualeguaychú. El presidente de la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical (UCR), el cordobés Jorge Sappia molestó al decir que «hay que terminar con Juntos por el Cambio». Y cometió la afrenta de apoyar la intervención y referirse a “los 536 productores agropecuarios que hace seis meses que no cobran” en su provincia.
La lucha por la clase media rural no puede detenerse por afirmaciones de “una figura solitaria en el partido”, como lo semblanteó a Sappia el vicepresidente de la Convención Nacional, Agustín Campero. Y con orquestación de 2008, Ricardo Buryaille, exvicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y primer ministro de Agroindustria del gobierno de Macri, redactó el comunicado de Juntos por el Cambio contra la expropiación de Vicentin.
Las devaluaciones del 2018 y el 2019 produjeron las caídas en serie de firmas de correacopio dejando deudas por toda la provincia y el país. El crack de las finanzas macristas agregó a la recesión, el desempleo y la destrucción de la moneda, un hueco financiero que golpeó de lleno en la vida económica de las regiones del interior. Y fue la antesala del gran fraude del final.
“El gobierno de Macri mató a Vicentin”, dijo el intendente de Avellaneda, el radical Dionisio Scarpin. La defensa de sus correligionarios fue prolija e instantánea. La UCR observa una zona en vacancia que la actual conducción de Juntos por el Cambio no consigue expresar. Vicentin es una chance para quedarse con el espacio y soñar, esta vez sí, con su gobierno radical por radicales.
Fuente: El Eslabón
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