En el tiempo que lleva el aislamiento social, preventivo y obligatorio, “todas las escuelas llevaron adelante propuestas de continuidad pedagógica y el 95% de los hogares” recibió actividades de aprendizajes. El dato surge de la Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógico encarada en todo el país desde el Ministerio de Educación de la Nación. A esta referencia se agregan otras aportadas por Ctera y Sadop, también a nivel nacional, que muestran la diversidad de estrategias desplegadas por la docencia para sostener las clases, aportando de sus propios recursos y triplicando sus horas de trabajo.
El magisterio de Santa Fe es parte de ese panorama, pero sumando el padecimiento de un Ministerio de Educación que lo único que hace bien es replicar las políticas educativas nacionales. Las propias o son nulas o son muy malas. Una pena cuando la provincia está a la vanguardia de muy valiosas experiencias pedagógicas, que servirían de sustento para elaborar un plan de trabajo necesario para responder a la urgencia de este contexto. Una buena premisa para semejante desafío es la disposición a hacerlo en forma colectiva, otra recogiendo las mejores prácticas (no sólo para difundirlas virtualmente) y desde ya la escucha.
Además de esa falta de iniciativa y de ideas propias para encarar un plan educativo a la altura de Santa Fe, el magisterio soporta desplantes tras desplantes del gobierno de la provincia respecto de las paritarias salariales. Abonados por las declaraciones de la ministra de Educación, Adriana Cantero, que prácticamente culpa a la docencia de no tener un mejor salario por no haber aceptado en febrero pasado la oferta del 3 por ciento y que el bono de los 3 mil pesos en realidad no es tal sino “una suma fija”. Bono o suma fija, los sindicatos docentes de Amsafé y Sadop lo rechazaron con paros de 48 horas para esta semana y la que viene.
El repudio generalizado no es solo al bono, es también a la forma unilateral que eligió el gobernador Omar Perotti, y avala su ministra Cantero, de decidirlo: pasando por alto las paritarias docentes (una conquista ganada en las calles) y trayendo al presente las prácticas políticas de los noventa más repudiables.
Hay ya bastante debatido y escrito sobre el diálogo como principio de cualquier aprendizaje. Quizás no esté de más recordar que, sin diálogo, no hay educación. Y, en Santa Fe, tampoco hay clases para garantizarla.
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