Creado como un espacio de contención y acompañamiento terapeútico, pero con formato de institución barrial abierta a la comunidad, el Club 13 festejó sus primeros tres años de vida.

Según su partida de nacimiento, el Club 13: Asociación Libre y Gratuita cumplió 3 años en junio. Pero la pandemia demoró los festejos hasta la semana pasada, cuando sus socios y socias se las ingeniaron para celebrar haciéndose regalos. Julián Scetti, referente de la entidad que funciona en el SUM del Centro de Salud n° 13 Fonavi (ubicado en Rouillon 3671), repasó la historia de ese espacio que busca atender la problemática de salud mental desde un club barrial. “La idea en principio fue poder armar un club de barrio para trabajar con problemáticas de salud mental, pero también como un modo de alojar a esa problemática”, relata el acompañante terapéutico y estudiante de Psicología en diálogo con el eslabón, y explica: “Hay muchos espacios que son específicos para tal cosa de salud mental y muchas veces vemos que en ese tipo de situaciones se terminan categorizando a las personas, como una suerte de pequeños manicomios, un poco más progres, pero que por lo general nunca logran una inclusión real de nadie. Por eso, nosotros venimos pensando en cómo generar inclusión real, para que la persona sea mucho más que un diagnóstico”.

En este aspecto, Scetti destaca la “representación que la sociedad en general tiene de los clubes de barrio, como lugares donde se junta la gente, y no sólo en los que uno va a hacer deportes. Muchos se juntan con amigos, juegan a las cartas, al metegol, van a tomar algo, a comer. Y claro que la cuestión del deporte siempre está presente, pero se arma a la vez toda una filiación, eso de pertenecer a tal club”. Y aclara: “No somos originales, porque hubo un montón de otras experiencias de este estilo, pero en este momento no las hay”.

Yo soy

“Hay una forma de nombrarse a sí mismo, que es la de usuario, que es un proceso político, colectivo, donde personas que están internadas se nombran como usuarios de los servicios de salud mental. Pero justamente, la idea de usuario lo que cuestiona es la totalidad del ser, es decir «yo soy tal cosa», pero no. «Yo estoy transitando por los servicios de salud mental pero soy un montón de cosas. Soy músico, hincha de Ferro, fanático de alguna banda»”, dice Scetti para argumentar la importancia de esa filiación, de esa identidad de pertenecer al Club 13, en este caso, pero también todo lo otro que conlleva el ser. Y detalla: “Pensamos entonces en cómo no caer en esa cosa de la totalidad de alguien. El planteo es que uno es socio o socia de un club, pero también un montón de otras cosas. Es una parte más de tu identidad, con la importancia que tiene en nuestro país la cuestión de la identidad en base a un club. En ese sentido, entregamos unos carnets de socios que quisimos que estén buenos, que sean lindos. Los hacemos con un diseñador, las fotos las hace una fotógrafa. Muchas veces se nos vende la idea de que lo público es feo, sucio, malo. Lo que tratamos de hacer desde este espacio público –que depende del Ministerio de Salud– es algo que esté bueno, que sea lindo. No algo medio pelo. Un aspecto clave de esto es poder sentirse parte de algo, de un grupo, que a su vez se reconoce en una figura que puede ser la del Club 13, y eso también tiene efectos clínicos muy interesantes”.

Entre las actividades que se desarrollaban –todos los miércoles a la tarde–, antes del aislamiento social, se destacaban el metegol, ping-pong, juegos de mesa, juegos de cartas, entre otros. Allí también funcionaba el espacio para aprender a jugar ajedrez, a cargo de Jaquemateando. “La cuestión del deporte nos interesa por el lado de lo que se suele llamar el gasto improductivo”, señala Scetti, y amplía el concepto: “Poder pensar el deporte como un espacio grupal, en el que la gente se desarrolle. Los deportes con los que contamos no están enfocados en hacer algo más federado o profesional, aunque sí nos gustaría, pero por el momento no nos da. Hemos pensado en armar, por ejemplo, un equipo de fútbol, pero eso es un segundo plano. Lo primero es alojar y que se generen lazos y relaciones, y amistades y redes, donde uno pueda sentirse que no está solo”.

Freud y Perón, un solo corazón

Este espacio abierto a toda la comunidad –en el que también laburan Mauro Ontanilla, Daniel Aragón, Diego Medin, Milagros Cortes, Gisela Zampiero, Verónica Rubio, Silvia Grande, Carolina Valle y José Alberdi– le debe el número de su nombre al centro de salud en el que desarrollan las actividades. Y sobre el agregado “Asociación Libre y Gratuita”, Julián revela: “Es como una suerte de chiste interno, porque «asociación libre» es una técnica que forma parte de los fundamentos del psicoanálisis, ahí estaría la marca freudiana. Y en «gratuita» estaría la marca peronista. Queríamos meter a Perón y al psicoanálisis en el nombre”.

Y sobre el verde y blanco del escudo, cuenta: “Empezó por un chiste también”. Es que el poco apego del entrevistado al popular deporte de la redonda terminó, aunque parezca curioso, dándole los colores que identifican al Club 13. Así lo confirma: “Yo no soy muy fanático del fútbol. De chico era de Independiente por mi abuelo y mi viejo, pero en un momento dejé de mirar fútbol. Entonces, cuando me preguntaban de qué cuadro era, si respondía que no era de ninguno tenía que andar explicando por qué no miraba fútbol. Así que un día me puse a leer sobre la historia de Ferro, porque mi abuelo me hablaba de los ferrocarriles, y me gustó la historia de ese club”. Y cierra entre risas: “Lo bueno es que cuando alguien te pregunta de qué cuadro sos, y le decís de Ferro, nadie sabe qué responderte. De esa manera evitaba explicar tanto. Y lo que arrancó como chiste, quedó. Y ahora los colores del club son verde y blanco, los de Ferro”.

Antes de despedirse, Julián aclara que “en este momento estamos laburando con unas 20 personas. Cuando empezamos éramos 2 o 3, pero se hizo y se hace todo un laburo para articular con el Centro de Salud, y que ellos inviten a pacientes y usuarios a los que les pudiera interesar la propuesta. Y en simultáneo, empezamos a pegar afiches por todo el barrio y a repartir volantes, para que se sume quien quiera. Esa es la apuesta, que el Club 13 sea comunitario”.

Fuente: El Eslabón

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