Yo no sé, no. Pedro se acuerda que faltando poco para diciembre ya pensaba en el reparto de regalos. Por ese entonces, uno de sus tíos, y además padrino, le decía: “Viene bien la recaudación”, mientras guardaba unos billetes con unos papelitos que no eran sino el margen blanco de los diarios, lleno de numeritos. Pedro no sabía muy bien qué significaba la palabra recaudación, tampoco que su tío levantaba quiniela, y clandestina por supuesto. Al tiempo se enteró, lo supo.
Un tal Federico Pinedo, al frente del Ministerio de Economía, devaluaba, liberaba el cambio, y los productos manufacturados caían hasta un 50 por ciento en su producción. Resultado, entre otros, menor recaudación.
Por la tele, Los Intocables desmantelaban el negocio de la timba y el alcohol, principal fuente de recaudación de la mafia norteamericana en tiempos de la ley seca.
En la radio se escuchaba box y la palabra “borderó” (“recaudación”) empezaba a estar en boca de los relatores.
En el barrio, en la zona sur, aparecían las kermés alrededor de la capilla Santa Isabel de Hungría, y la recaudación iba para la escuelita que recién arrancaba.
Pedro, con los pibes, empezaban a jugar torneos en los que gran parte de lo recaudado iba para los premios. Y en 1968, el Intocable nuestro recaudaba todos los elogios y aplausos al destronar a Paul Fuji.
Una tarde, en un bar cerca del Superior, Pepo y Pedro, con un cuaderno, organizaban un torneo y la discusión era si se recaudaba para premios o no. Al final se lo hizo gratuito y sin premios. Y por ser el primero, arrancó una fría mañana en el barrio Matheu.
Y en el fondo del barrio, Luis ya era conocido como Vaquita, porque así le decía a la recaudación.
Un par de años antes, Pedro había salido con su primer trabajo fuera del barrio como vendedor de la rifa Vigil. El embrión del más importante centro educativo se alimentaba financieramente por lo recaudado de esa rifa.
Próximamente, la fórmula para el aumento de las jubilaciones se basará en la recaudación, y no está mal. Eso sí, habrá que afinar el lápiz para ver de dónde se recauda. Lo que hay que hacer, me remarca Pedro, es que lo intocable sea el bolsillo de las mayorías, y tocar el bolsillo de aquellos sectores, grupos y familias, que desde los principios de la patria se vienen quedando con lo recaudado en todo sentido.
Y si el laburante gana, gana el pequeño empresario y la recaudación aumenta. Uno desea, prosigue Pedro, entrarle con todo ya a las fortunas de esos miserables. Pero, bueno, ya llegará el momento. Ojalá no tarde tanto.
Pedro mira la tele de la granja donde pasan un partido sin público presente y me dice: “La están recaudando de otra forma. Y si el borderó está, hay que distribuirlo de la mejor forma”. Eso me dice mientras le da paso a una señora que viene con la tarjeta Alimentar, y remata:
“El monto de esas tarjetas tiene que aumentar, sí o sí, sustancialmente”.
Entonces, a mí se me vienen por un instante las caras de Chávez, de Néstor, Cristina, Lula, Mujica, Evo, y me digo: “Cuando estaban todos ellos se recaudó bien y se repartió lindo.
Tenemos que volver por esos caminos, para que haya una patria posible”.
Fuente: El Eslabón