Más tiempo frente a las pantallas, más aumentan los casos de acoso. La afirmación la comparte el presidente de la ONG Si nos reímos, nos reímos todxs, Arístides Alvarez, cuando analiza cómo impacta la pandemia en las problemáticas que vinculan a niñas, niños y adolescentes con el uso de internet. Y alerta que en lo que va de marzo hasta ahora, se incrementaron exponencialmente en todo el país los hechos de grooming (cuando una persona adulta acosa sexualmente a un niño, niña o adolescente mediante internet). El tema será central en los debates del congreso internacional que organiza esta ONG para el sábado 21 de noviembre próximo.

Alvarez es también licenciado en animación de organizaciones sociales y culturales (USAL), analista de sistemas con especialización en seguridad informática, y ex director del Instituto Superior Zona Oeste de Rosario. En 2009, comenzó a trabajar en actividades vinculadas a la convivencia y prevención de conflictos. Más tarde surgió la idea de la ONG, que ya lleva cinco años de constituida.

Uno de los temas centrales de preocupación de esta ONG es el del grooming. Esta semana celebró la aprobación de la ley que crea el Programa Nacional de Prevención y Concientización del Grooming o Ciberacoso contra Niñas, Niños y Adolescentes. También conocida como Ley Micaela Ortega (recuerda a la niña de 12 años, asesinada en 2016 luego ser víctima de un engaño por Facebook). Al cierre de esta edición, el Ministerio de Educación de la Nación lanzaba una campaña nacional para concientizar sobre el grooming.

Alvarez repasa que hasta entonces la Argentina contaba con la ley nacional 26.904 que pena ese delito.

Dialogar para prevenir

Antes de la pandemia, la ONG que preside Arístides Alvarez convocaba cada año a festivales por la convivencia. Ante el aislamiento sanitario, esos encuentros se transformaron en 46 vivos de Instagram y en el Primer Congreso Internacional “La convivencia no es una utopía”, que será el sábado 21 de noviembre. Es organizado junto a la ONG Infancia Robada, y disertarán especialistas de la Argentina, Ecuador, Colombia y España. Toda la información del programa y cómo participar, está disponible en el sitio nosreimostodxs.com/congreso

Las actividades de esta ONG siempre están dedicadas a tratar sobre convivencia o los problemas de maltrato, acoso y discriminación.

—¿Cuáles de estas problemáticas se incrementaron con la pandemia y debería prestárseles más atención?

—Indudablemente el ciberacoso, a partir del uso de internet como medio para seguir comunicados y conectados. Lo que era antes el acoso presencial o conflictos en las escuelas, se trasladó a las redes sociales, o a los videojuegos y sus salas de chat y al WhatsApp. Es inevitable y entendible que las niñas, niños y adolescentes estén usando mucho más que antes Internet, incluso con el permiso de los adultos. Pero el promedio de seis horas que usaba el celular hoy está duplicado. Hay más agresiones en los grupos de WhatsApp de los chicos, y también hacia los docentes que se sienten acosados por las familias. Pero lo que más nos preocupa es el grooming.

—¿Qué datos analizan desde la ONG?

—Que se incrementó muchísimo. El dato que nos aportó la fiscal Daniela Dupuy, que está a cargo de la Fiscalía de Ciberdelitos es que, en lo que va de la pandemia, hay un 125 por ciento de incremento del grooming a nivel nacional. En Rosario hay una fiscalía (especializada en delitos informáticos, a cargo de Marianela Cordones) que toma estas denuncias, y hablan de un aumento mayor al 40 por ciento. La fiscalía de Dupuy maneja estadísticas de todo el país.

—El grooming no es un tema nuevo, ¿sobre qué cuestiones hay que insistir para que se pueda visualizar su gravedad?

—Las niñas, niños y adolescentes que caen víctimas tienen un perfil de ausencia de diálogo con la familia o de confianza con los adultos con los que viven, que los vuelve frágiles para ser presas de estos abusadores (groomers). Los groomers van viendo las chicas y los chicos que no están bien o se sienten solos y tratan de acercarse a través de una red social, el WhatsApp o los videojuegos. El 80 por ciento de los groomers son hombres que adoptan un perfil falso y las víctimas son un 80 por ciento chicas. Se ganan la confianza mintiéndoles y lo primero que piden es que les manden fotos o videos de contenido sexual. Si son chicos que están alertados, y de ahí la importancia de la prevención, los van a bloquear o van a avisar. Pero si no estaban alertas y acceden a esos envíos después viene lo otro: la cita, que hoy en la pandemia no se da tanto. Van por las imágenes que son para su morbo o que venden a las redes de pedófilos que mueven mucho dinero, hay una «industria» detrás de esto. Esto puede derivar en violación, caer en una red de trata o la muerte (como el femicidio de Micaela Ortega). Pero además del perfil desconocido del acosador está el del entorno familiar o más cercano a las niñas, niños y adolescentes. Es el más peligroso, porque es donde el chico más confía o siente admiración. Y son casos que también se multiplicaron en la pandemia.

—Que las chicas y los chicos estén más tiempo en las pantallas convocados por la escuela, ¿obliga a una mayor concientización por parte de los docentes sobre estas problemáticas?

—Sí. Pero aún asombra el grado de desconocimiento que hay en muchos colegas docentes sobre este tema. Recién con esta gestión (educativa provincial) estamos participando en un plan de capacitación continua para la escuela secundaria, para preceptores y facilitadores de la convivencia. También empezamos con los centros de estudiantes y con muy buena respuesta. Lo interesante es también que estamos trabajando con el equipo de la ESI, porque tiene que ver con el cuidado. Ojalá que el año que viene se pueda hacer esta capacitación en el resto de las delegaciones y con la primaria también.

—La Defensoría de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes pidió al Estado que garantice más conectividad pero más segura. ¿Por dónde arrancar para ofrecer esta seguridad?

—Hay recursos tecnológicos que ponen barreras a ciertas páginas. Otros que se instalan en el celular y permiten seguir qué aplicaciones se instala el chico, con quién se contacta. Yo prefiero y apuesto al diálogo, a la comunicación. Lo otro es como descansar en una alerta que puede o no pasar y que avanza sobre la privacidad. Se trata de aprender a usar la tecnología, no de defenestrarla ni negarla. Navegación segura no hay. Y, si pasa algo, hacer la denuncia siempre en una fiscalía. También hay líneas gratuitas que ayudan ante cualquier duda: el 102 y 137, también el 0800 222 1717, del Programa Las Víctimas contra las Violencias.

 

Fuente: El Eslabón

 

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