Tras un primer año de gestión cruzado por la pandemia, Perotti ensayará cambios en su gabinete. Busca ministros “con perfil alto”, que le den volumen a la acción política y a la administración. Economía y empleo como metas.
Sin repetir y sin soplar, mencione cinco ministros del gabinete de Omar Perotti. Si aún existiera el programa televisivo que presentaba de ese modo las preguntas que el concursante debía responder –sin decir dos veces el mismo nombre y sin que los demás presentes en el estudio pudieran “soplarle” una ayuda– sería, sin dudas, un interrogante filtro, de esos que ponen a prueba el saber del que debe evacuar la consulta. Si se la trasladara al conjunto de las y los santafesinos, casi nadie atravesaría con éxito ese filtro por fuera de los miembros del “círculo rojo” local, si es que tal cosa existe. A poco más de un año de su asunción, el gobernador procura modificar ese escenario de baja intensidad elevando el perfil político de sus asistentes de gestión, de una administración que careció de voceros y defensores públicos. Amén del propio mandatario, que en ocasiones luce en soledad.
Tanto fue así, que a fines de año el opositor Frente Progresista “acusó” al titular de Seguridad, Marcelo Sain, de parecer “el ministro político” del Gobierno.
De todos modos, si la voz del Gobierno la encarna la garganta del ministro de Seguridad, ello constituye un síntoma de que algo no anda bien. Y no necesariamente en Seguridad.
Al comienzo de la gestión, la oposición logró instalar la idea de que el gobierno de Perotti no arrancaba. O que lo hacía con parsimonia, con exasperante lentitud.
Mientras, le armó el Presupuesto en complicidad con un sector del propio PJ y le rechazó el pedido de las leyes de emergencia, que recién fueron aprobadas cuando la pandemia de coronavirus redujo los espacios de las mezquindades políticas.
La gestión de la pandemia, a ojos de este cronista, mejoró el desempeño del gobierno puesto que, como dijo un legislador peronista a El Eslabón, ese asunto “consumió todas las energías”. Pero evidenció cierta decisión, en un momento de incertidumbre. Sacó un empate.
Se va el segundo
Uno de los principales sostenes del gobierno provincial en 2020 fue el nacional. Lo asistió financieramente, nunca le soltó la mano. Los cambios en el gabinete apuntan a mostrar otro rostro distinto para la etapa que viene.
“El segundo año de gestión tiene que tener otra impronta, luego de que la pandemia consumió toda la energía del primero”, dijo a este periódico un legislador peronista, cuyo espacio participa de la “unidad” que llevó a Perotti a la Casa Gris.
“Ahora es el momento de dinamizar la actividad productiva y generar empleo”, abundó la fuente. “Para eso necesita otro gabinete, más operativo y dinámico”, tabuló. Cree que Perotti debe dejar de hablarle tanto a la interna del PJ para hacerlo “a la gente”.
Procurar con las acciones de gobierno ordenarle la vida al común de los mortales, que tras el atípico 2020 configuraron su carta de metas con deseos básicos: trabajo, poder adquisitivo para mejorar la supervivencia, condiciones de seguridad aceptables, un horizonte de certezas tras la tormenta de incertidumbre que diseminó el virus con forma de corona.
No olvida que este es un año electoral: “Lo que nos garantiza el triunfo es unidad y una gestión que responda a los problemas de la gente”.
El referente de otros de los sectores que tributa al gobierno desde el peronismo coincide en que “los espacios tienen que servir para la unidad” partidaria. Y, que de ella, alumbre “la profundización de las políticas para obtener de su cosecha “el triunfo desde el punto de vista electoral”.
También coincide –por separado– que para eso el gobierno provincial debe contar “con cuatro o cinco ministros fuertes y que trabajen coordinados”. Los cambios que procura Perotti, evalúa, van en esa dirección. Aunque, nunca está de más aclararlo, el movimiento se demuestra andando.
Los nombres
Los nombres y los enroques ya se filtraron. El ministro de Trabajo, Roberto Sukerman, trocará el despacho laboral por el de la cartera política, Gobierno, que a mediados de noviembre dejó el abogado Esteban Borgonovo con rictus enojoso.
“Es imposible trabajar sin un respaldo firme”, se quejó entonces Borgonovo. En la Casa Gris interpretaron esa afirmación como una falta de “banca” de quienes lo habían impulsado al cargo: el tándem Armando Traferri-Alejandra Rodenas, senador por San Lorenzo y vicegobernadora respectivamente. El entramado justicialista llamado Nuevo Espacio Santafesino (NES), ya desde entonces enconado con Perotti.
Juan Manuel Pusineri, actual secretario de Trabajo, ascenderá un casillero cuando Sukerman cambie de despacho.
Rubén Michlig, también de bajo perfil durante el primer año, dejará el Ministerio de Gestión Pública para darle paso a un hombre del círculo íntimo de Perotti, Marcos Corach. Michlig quedará como jefe de asesores.
Corach acompaña a Perotti desde los años 90, cuando el ahora gobernador era intendente de Rafaela. El año pasado el gobernador lo convocó para ejercer la función de secretario de Articulación de Políticas Públicas, un cargo casi técnico, situado en el organigrama oficial debajo de Michlig.
En los próximos días ocupará el lugar de su superior con el mandato de darle más potencia al Gobierno y convertirse en un comunicador-defensor de las políticas oficiales.
La salida de Leo Ricciardino como vocero del Gobierno, por razones “personales y de salud”, dejó el cargo en evaluación. ¿Quién lo evalúa? El propio gobernador, que analiza si reemplaza al funcionario o directamente a la función. El Movimiento Evita dialoga con Perotti, un hombre suyo podría ir al gabinete.
La foto que Perotti ve de su gabinete no lo complace. No, al menos, en su totalidad. Por eso ya el año pasado anunció que haría cambios, porque la pandemia de coronavirus lo había puesto todo patas para arriba y el elenco de asistentes que escogió a fines de 2019 no constituía una caja de herramientas útil para el nuevo contexto.
Esta semana, el gobernador dijo en una entrevista con Aire de Santa Fe lo que ya sabía: “Va a haber cambios”. El periodista expresó su impresión: “Hay ministros con perfil bajísimo”. Le dio pie a Perotti: “Creo que es una de las cuestiones a corregir. Es cierto, tenemos que tener un gabinete con perfil alto, me gusta eso”, dijo. Se verá.
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