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La pandemia genera una crisis multidimensional en las sociedades y demanda respuestas creativas, integrales y articuladas de los gobiernos, los sectores trabajadores-productivos y la ciudadanía en general. Si cada sector puja por sus interesas particulares y se posterga el cuidado colectivo de la población, podemos llegar a transitar un 2021 muy complicado en relación al control de la pandemia en Argentina. En la actualidad, prácticamente nadie pone en duda las necesidades socio-subjetivas de las y los niños y la prioridad en la agenda pública del regreso a la presencialidad escolar.

Si bien todos deseamos una vuelta pronta a la presencialidad segura a las aulas, este es un desafío complejo a nivel mundial y requiere condiciones epidemiológicas, infraestructura escolar, condiciones y medio ambiente de trabajo educativo correcto, control del cumplimiento de los protocolos y vigilancia epidemiológica permanente. La garantía del derecho a la educación no debe implicar una vulneración del derecho a la salud de familias y personal educativo.

A su vez, reconociendo que, aun con las medidas adecuadas, los contagios son inevitables mientras haya circulación comunitaria viral, la Unesco recomienda tomar medidas de mitigación inmediata cuando se detectan casos de Covid-19 en las escuelas.

Sobre el virus SARS-CoV-2, la pandemia y el impacto de la enfermedad tenemos algo de conocimiento y aun algunas incertezas. Empecemos por lo que sabemos en relación a las y los niños y la presencialidad en escuelas:

 

  1. Tenemos evidencia de que las niñas y los niños pueden transmitir la enfermedad al menos tanto como lxs adultxs, dependiendo del contacto social que tengan. Si bien, la evidencia actual sugiere que desarrollan en general un cuadro clínico más leve y con menor frecuencia de complicaciones, existen reportes de casos graves en edades infantiles. Se ha descripto el síndrome inflamatorio multisistémico post- Covid 19 en pediatría: cuadro de severidad que se presenta como respuesta inmune post infecciosa, se presenta con fiebre persistente y características de enfermedad de Kawasaki y shock tóxico, y requiere ingreso en área de cuidado intensivos.
  2. En términos epidemiológicos, a más contacto social más contagios se producen. Y luego, a mayor número de contagios, mayor número de muertes. A lo largo del 2020, a partir de las diferentes intervenciones los grupos etarios de los extremos (menores de edad y mayores de 60 años) han sido probablemente los menos expuestos al virus y por consecuencia, es posible que constituyan subpoblaciones con gran susceptibilidad al contagio.
  3. La transmisión por aerosoles es considerada la vía principal de transmisión del virus entre personas. Inicialmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no reconoció la jerarquía de esta vía de contagio y muchos de los protocolos sanitarios desarrollados en las diferentes actividades no la contemplan. La ventilación en el ambiente donde se desarrolle la actividad es un parámetro muy importante a tener en cuenta en relación a la posibilidad de contagio (incluso, se puede medir con sensores de CO2). El riesgo en ambientes interiores es superior al riesgo en el exterior. Por tanto, las actividades en exterior son siempre preferibles. Por eso, se dice enfáticamente que el modo de asumir menor riesgo es mantener actividades al aire libre, con barbijo y distancia.

Clases | Foto Unicef

Por lo tanto, lo que sabemos nos presenta una compleja tensión entre el cuidado integral de las y los niños y las medidas necesarias para no perder el control de la pandemia. Existe evidencia de que cuando hay circulación comunitaria del virus y crecientes números de casos, el cierre de escuelas, en conjunto con otras medidas restrictivas que disminuyen el contacto social, es útil para frenar contagios y, en consecuencia, hospitalizaciones y muertes. El regreso a las escuelas de manera presencial sin docentes vacunados y en localidades con alto nivel de casos confirmados podría favorecer contagios, exponiendo particularmente a lxs más chicxs y lxs más grandes. La actividad escolar podría generar la acumulación de personas en espacios cerrados, como los colectivos y las aulas.

Por otro lado, es necesario rediseñar modos de socialización en lxs escolares. Más allá de los contenidos curriculares, también muy importantes, lo más urgente es ofrecer a las y los niños espacios de socialización presenciales y virtuales para compartir sus experiencias y retomar el juego y el estudio. Es indiscutible que la vulnerabilidad social establece condiciones desfavorables para toda modalidad educativa no presencial. De todos modos, una presencialidad que implique riesgos de contagios podría representar un impacto aún más deletéreo en los hogares de mayor precariedad.

En este sentido, un grupo de científicos argentinos manifestó, recientemente: “Es importante advertir que, si los alumnos y sus familias en condiciones de vulnerabilidad son los principales damnificados por la no presencialidad, también lo serán frente a una implementación insegura de la presencialidad”. Incluso, dichos autores declaran que la presencialidad en escuelas no debería ser obligatoria hasta no lograr una inmunización amplia de la población con marcado descenso de la circulación del virus en las comunidades. Entonces, resulta ineludible señalar la necesidad de asistencia estatal en los sectores en los que la conectividad no es posible por dificultades de socio económicas de las familias.

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Propuestas 

  1. Tomar medidas con el objetivo de aplastar la curva de casos lo más rápido posible. Referentes de la comunidad científica internacional sugieran que la mejor opción sería la búsqueda de la supresión de la circulación del virus. Para esto intervenciones poblacionales como los Aislamientos Selectivos, Preventivos e Intermitentes (ASPI) son una opción muy interesante. Realizar cierres breves con importante disminución de la circulación y el contacto social para impactar fuertemente en la disminución de los casos. Esto es primordial para pensar el sostenimiento de cualquier actividad presencial. Por lo tanto, las aperturas deben ser graduales, segmentadas y de acuerdo a cada distrito escolar, departamento y provincia.
  2. Establecer criterios epidemiológicos que marquen con precisión, en el marco del DNU presidencial de Distanciamiento Social, cuándo se puede sostener la actividad escolar presencial y cuándo debe ser suspendida. Es importante, contemplando la necesidad socio subjetiva de las y los niños que las actividades tele escolares o virtuales tengan continuidad aun a pesar de suspensiones de la presencialidad. Los criterios deberían ser establecidos a nivel nacional y aplicados según el momento epidemiológico de cada localidad. Los criterios deberían ser definidos con el consenso de actores de los diferentes sectores: gobiernos, sindicatos, científicos y familias/agrupaciones de padres. Se sugiere suspender la presencialidad cuando en una localidad se reúnen los criterios que definió el Ministerio de Salud de Argentina para la aplicación de medidas de restricción de la circulación:
    1. Razón de casos superior a 1,2 (cociente entre casos acumulados en los últimos 14 días sobre los 14 días previos)
    2. Incidencia superior a 150 (casos confirmados en los últimos 14 días por cada 100.000 habitantes).

Por otro lado, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos establece criterios de riesgo para la transmisión en escuelas. Primero, medidas epidemiológicas poblacionales: incidencia de casos nuevos en últimos 14 días (bajo riesgo: menos de 5 cada 100.000 personas) y porcentaje de test PCR positivos en últimos 14 días (bajo riesgo: menos del 3%). Segundo, establece considerar como parámetros la capacidad de las instituciones para implementar estrategias de mitigación: uso permanente y adecuado de mascarillas, distanciamiento físico, higiene respiratoria y de manos, limpieza/desinfección/ventilación de espacios y dispositivos de rastreo de contactos. La Sociedad Argentina de Pediatría manifestó su adherencia a estos criterios del CDC.

  1. Vacunación del personal educativo: resulta urgente coordinar la presencialidad en escuelas con la campaña masiva de vacunación en personal educativo y en la población en general, con especial énfasis en las personas de mayor riesgo de muerte por Covid. Siguiendo la priorización por grupos establecida por el Ministerio de Salud de la Nación, el personal educativo estaría incluido dentro de los primeros 10 millones de esquemas (2 dosis de la vacuna Sputnik V) aplicados.
  2. Protocolo sanitario para la presencialidad en escuelas:
    1. Espacios que garanticen la adecuada circulación de aire para disminuir la acumulación de aerosoles (vía principal de contagio). Las aulas deben ser espacios bien ventilados y con pocas personas en burbujas fijas y pre establecidas. Sería recomendable la utilización de medidores de CO2 para controlar si la ventilación es adecuada.
    2. Uso masivo de mascarillas: en niños a partir de los 6 años y en todo el personal educativo. Las instituciones deben tener capacidad de proveer mascarillas con buena calidad de filtro y adecuado ajuste al rostro.
    3. Burbujas educativas: construir burbujas con maestros/as y un número reducido de alumnos/as. Cada persona/familia debe asumir responsabilidad de reportar inmediatamente si algún integrante de las burbujas educativas o sus familiares presentan síntomas compatibles con Covid. El encuentro presencial de cada burbuja educativa debe ser intermitente para permitir la inmediata suspensión de la actividad y el aislamiento de todxs lxs integrantes si apareciera un caso sospechoso o confirmado de Covi. Las actividades educativas deben estratégicamente diseñarse intercalando lo presencial y lo virtual o tele escolaridad (reuniones virtuales, tareas, video llamadas, etc). La continuidad del vínculo de las y los alumnos entre sí y con el personal educativo debe ser el objetivo primordial, más allá de la presencialidad.
    4. Trazabilidad: cada institución educativa debe llevar registro diario de cada persona que ingresó a la institución y en qué aula/burbuja educativa estuvo para garantizar la posibilidad inmediata de identificación de contactos estrechos de un caso y realizar las medidas de aislamiento de manera precoz. Además, se debe registrar si conviven o tiene contacto permanente con personas de grupos de riesgo (embarazadas, adultos mayores de 60 o con enfermedades que aumentan complicaciones asociadas a Covid). Este subgrupo de niñas y niños debería ser excluido de la presencialidad y toda su actividad escolar planificada de manera virtual.
    5. Equipo de salud escolar: se deben disponer Servicio de Salud Laboral con personal sanitario adecuadamente capacitado para diseñar e implementar protocolos en aulas (según las condiciones particulares de cada institución educativa) y definir indicaciones de aislamiento de contactos o suspensión de actividades de una determinada burbuja educativa. Funcionamiento de los Comités Mixtos de salud y Seguridad en las Escuelas que ejecuten el monitoreo epidemiológico y cumplimiento de los protocolos
    6. Capacitación permanente del personal educativo: ofrecer una serie de instancias educativas sobre intervenciones para disminuir riesgos de contagios y sobre los síntomas que se deben reportar. Resulta ineludible ofrecer periodicidad a estos encuentros para intercambios de experiencias y evacuar dudas.
    7. Asignación de tareas no presenciales al personal educativo que pertenece a grupos de riesgo para COVID19.

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Reflexiones finales

En principio, es menester destacar que ninguna actividad presencial puede ser recomendada si no descienden los contagios.  Los indicadores para definir necesidad de medidas de restricción de la circulación para descender los casos han sido adecuadamente definidos por el Ministerio de Salud. Cuando la tasa de incidencia sugiere crecimiento de la curva de casos los gobiernos locales deben tomar medidas que disminuyan el contacto social para frenar los contagios. La propuesta de hacer optativa la presencialidad o posponerla hasta disponer de la mayor parte de la población inmunizada por vacuna parece ser el escenario de menor riesgo para la salud de las y los argentinos.

La tensión entre las necesidades socio subjetivas de las y los niños y las medidas para controlar la evolución de la pandemia exige estrategias innovadoras, integrales y con amplio consenso entre sectores de gobierno, trabajadorxs y familias.

Siguiendo estas recomendaciones sanitarias, se debería diseñar un plan curricular adaptado al contexto y convocar ampliamente para sostenerlo de manera colectiva. Que no sea una puja entre los intereses del personal educativo versus las familias, ni de las presiones a los diferentes niveles de gobierno. Se trata de crear espacios colectivos para construir diagnósticos de situación, identificar los problemas y diseñar intervenciones posibles a corto y mediano plazo, en el marco de un plan global de afrontamiento de la pandemia que tenga por objetivo principal aplastar la curva de casos para evitar muertes.

De ninguna manera debe interpretarse este debate como una nueva disputa entre el sector salud en defensa del cuidado y otros sectores en defensa de la educación. La indiscutible garantía del derecho a la educación no debe implicar una vulneración del derecho a la salud de familias y personal educativo. En su lugar, se plantea proyectar el acceso a la educación de cada niño y cada niña en las mejores condiciones posibles dentro del contexto particular e inédito de la pandemia por el virus SARS-CoV-2.

(*)Autoras/es

-Lucas F. de Candia es magíster en Salud Pública (UNR), médico generalista (UNR) y docente de la especialización en Medicina General y Familiar (UNR).

– Valeria B. Bulla, magíster en Salud Pública (UNR), médica generalista (UNR) y directora de la especialización en Medicina General y Familiar (UNR).

– Ricardo R. Cordone es médico generalista (UNR), docente universitario (Facultas de Ciencias Médicas UNR) y docente de la especialización en Medicina General y Familiar (UNR)

– Andrea V, Montaner es médica generalista, jefa de Centros de Salud (Secretaría de Salud Pública, Municipalidad de Rosario) y docente de la especialización en Medicina General y Familiar (UNR)

-Jorge A. Kohen es médico del trabajo (UNR), doctor en psicología (UNR), docente universitario (Facultad de Ciencias Médicas – UNR) y docente de la especialización en Medicina del Trabajo (UNR) y miembro del Consejo de Investigadores de la UNR (CIUNR).

 

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