“A mí la rebelión no”, decía el pasado viernes 16 el presidente Alberto Fernández cuando le anunciaba a la sociedad las medidas necesarias para frenar el ascenso de los contagios en nuestro país. Las convocatorias a la desobediencia civil y a la violación de las normas, que sostuvieron el ex presidente Macri y la inefable Laura Alonso, lucían como excesos de una ultraderecha que no representaba la decisión de quienes gobiernan la ciudad de Buenos Aires. Lamentablemente no fue así.
Al Jefe de Gobierno le interesó más su posicionamiento dentro de la interna de Juntos por el Cambio que la salud y la vida de los y las porteñas. En Alemania la alarma se enciende con la presencia de 200 contagios sobre 100 mil habitantes; en la CABA hay 1.000 contagios sobre 100 mil habitantes, pero Larreta está distraído pensando en las presidenciales del 2023. Por supuesto, Clarín lo acompaña, y en la edición de este lunes 19 publica una encuesta que nos asegura lo mucho que aprecia la sociedad al candidato.
Larreta mintió al anunciar su estrategia judicial. Nunca le interesó la decisión de la Corte, que sabía de imposible concreción. Paralelamente preparó un fallo favorable de un tribunal absolutamente inferior (Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo, Tributario de Relaciones de Consumo), que al filo del domingo le “ordenó garantizar las clases”. No le importó nada sumir a las familias en el más absoluto desconcierto, porque, repetimos, su objetivo siempre fue otro.
Como aporte obvio, un puñado de escuelas privadas a las cuales asiste la clase media alta, anunciaron que abrirían sus puertas, argumentando el derecho supremo a la libertad. Para el neoliberalismo, la libertad consiste en la ausencia de límites, sólo eso, módico modo de entender un bien por el cual han sacrificado su vida millares de seres humanos desde el comienzo de los tiempos. No quiero dejar de mencionar que las escuelas de CABA representan el 7% del sistema educativo nacional y que estas pocas que proponen incumplir las normas deben ser comparadas con las miles que existen en el ámbito del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), lo que exhibe la insignificancia de “la rebelión”.
Las medidas del presidente Alberto Fernández tienen el objetivo de cuidar a los y las argentinos, porque en los últimos 15 días se han producido aproximadamente 300 mil contagios y han muerto alrededor de 60 mil compatriotas por causa del Covid 19.
Mientras tanto, somos uno de los pocos países que vacunan a un ritmo sostenido (5.5 millones de ciudadanos/as con una dosis, 800 mil con dos), y siguen ingresando vacunas al país a pesar de los obstáculos del mercado internacional. Nada de esto es reconocido, porque el objetivo es desestabilizar, romper la institucionalidad, envenenar el alma de los compatriotas con el odio de los que cuando gobernaron el país solo demostraron ineptitud y corrupción.
“Si hay una bandera que no le corresponde a la oposición es la educación”, aseguraba hace unos días Santiago Cafiero. Y acertaba, no sólo por el desastre educativo que fue la gestión de Macri en la Nación, sino porque el presupuesto de la CABA en una década descendió el 10%, reiteradamente deja sin vacantes a miles de familias y es una de las jurisdicciones que menos docentes vacunó en este contexto excepcional.
En este marco, reiteramos el valor de la cordura, llevar a una sociedad exhausta un mensaje de sosiego y calma, no dejar de vacunar y renovar nuestros argumentos para disputar con el neoliberalismo, cuyas ideas son incompatibles con el espíritu solidario que necesitamos en este tiempo de pandemia.
*Ex ministro de Educación de la Nación.