Miguel Angel Santos Guerra

“Es precisamente una actitud optimista la que nos ayudará a superar la adversidad”, sostiene el pedagogo Miguel Angel Santos Guerra, al reflexionar cómo pensar en una educación esperanzadora en tiempos adversos como los de la pandemia. El educador ofrecerá una charla abierta, en vivo, para docentes y estudiantes este jueves 26, a las 18.30 (hora de Argentina) y 23.30 (hora de España).

Educarse y educar para el optimismo es el título de la convocatoria organizada en el marco de las Tertulias Educativas de los Jueves de Homo Sapiens Ediciones. La actividad es gratuita y se transmitirá por el Facebook Live de Homo Sapiens. Cuenta con el auspicio del Suplemento de Educación del diario La Capital.

Santos Guerra es doctor en educación y profesor emérito de la Universidad de Málaga (España). Ha escrito numerosos libros, como Arte y parte, El crisol de la participación, La escuela sin muros; Educar el corazón (los sentimientos en la escuela) y El valor de la educación (vivir en primavera). Actualmente trabaja en una nueva publicación que -anticipa- se titulará La negociación, piedra angular de las evaluaciones, que estima será publicado en este 2021.

Antes de la charla que mantendrá este jueves, el profesor Santos Guerra conversó con Redacción Rosario -a modo de adelanto- sobre las razones de pensar en una educación para el optimismo, y más en un tiempo nada favorable como el que atraviesa hoy a la humanidad.

 

_ Educarse y educar para el optimismo, un nombre muy esperanzador ¿Qué  caracteriza a una educación para el optimismo?.

Es probable que, muchas veces, hayamos oído calificar a una persona de optimista con cierto tono de burla, como sinónimo de cándida, ilusa, ingenua, ignorante y hasta estúpida. Creo que se trata de una visión sesgada del concepto. Ser optimista no significa ser inconsciente, significa tener una actitud abierta y esperanzada, confianza en uno mismo y capacidad de superación. No es cierto que un pesimista sea un optimista bien informado. El profesor de Dinámica de las Organizaciones de la Universidad de Michigan, Karl Weick, ilustra la superioridad de la confianza y el entusiasmo frente a la evaluación realista de la situación con este interesante relato de un suceso verídico. Durante unas maniobras militares en Suiza, un joven teniente de un destacamento húngaro en los Alpes envió a un pelotón de soldados a explorar una montaña helada. Al poco rato comenzó a nevar intensamente y dos días más tarde la patrulla no había regresado. El teniente pensó angustiado que había enviado a sus hombres a la muerte. Al cuarto día los soldados regresaron al campamento. ¿Qué    ha ocurrido?, ¿cómo lograsteis volver?, les preguntó el oficial. Le respondieron que se habían perdido y poco a poco se fueron descorazonando hasta que uno de ellos encontró un mapa en su mochila. Esto les tranquilizó. Esperaron a que pasara la tormenta y, valiéndose del mapa, dieron con el camino. El teniente estudió con interés el mapa providencial y descubrió con asombro que era un mapa de los Pirineos. En realidad el mapa no había servido para guiar a los soldados, sino para avivar en ellos la esperanza, que fue lo que les hizo salir del trance y enfrentarse a la situación. El optimismo no es una actitud bobalicona e ingenua que se limita a ver las cosas de color de rosa y que nos hace sonreír mientras nos cruzamos de brazos. El optimismo es comprometido y lleva a la acción. Exige valentía y coherencia, responsabilidad y constancia.

_¿Cómo pensar una educación para el optimismo en un tiempo hostil como el de la pandemia? 

_En tiempos tan aciagos, inmersos en una pandemia que nos avasalla sin contemplaciones y de la que no acabamos de salir por diversos motivos, conocidos unos y desconocidos otros, parece una provocación hacer una invitación al optimismo. Pero no, pienso yo. No es una provocación. Nunca habrá momento más necesario. Porque es precisamente una actitud optimista la que nos ayudará a superar la adversidad. Dice Madeleine L´Engle que el verdadero optimismo solo brilla en las tragedias. Cuando miramos alrededor y vemos tanto horror, violencia, injusticia, desigualdad, ignorancia, opresión, miseria, maldad… nos preguntamos cómo es posible ser optimistas. Más aún si nos encontramos en una situación de grave adversidad como puede ser la muerte de un ser querido, una separación sentimental, una enfermedad seria, un despido en el trabajo, un episodio depresivo… En todos esos casos la persona optimista no niega la realidad, no la minimiza. Pero conoce y recorre el camino para que el dolor no altere ni su integridad ni su esencia personal. Es precisamente esa actitud positiva la que permite afrontar las dificultades. Todos conocemos personas que han atravesado situaciones muy difíciles en la vida y que siempre se han mostrado enérgicas, positivas y luchadoras y otras que, en situaciones mucho más favorables, se dejan destruir sin mostrar el más mínimo coraje por el menor contratiempo. Dice Noam Chomsky: “El optimismo es una estrategia para crear un mundo mejor porque, si no crees que el futuro puede ser mejor, difícilmente podrás dar un paso y responsabilizarte de que así sea”.

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