“Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida” (Armando Tejada Gómez).
Primer acto
A la mañana, apenas me levanté, como todos los días, pensé en ella, mi vieja (que ahora nos guía desde otro plano) y como siempre le dije que nos acompañara en este proyecto que íbamos a presentar el sábado siguiente, en homenaje a los transportistas del pueblo. El nombre que elegimos para el stand es El pueblo, los deportes y los sueños, para reflejar el orgullo y el agradecimiento al ex alumno y DT de la Selección Lionel Scaloni y las historias de los clubes locales. Mi vieja amaba al fútbol así que bien sabía a quién le estaba pidiendo.
Se hacen las 8.30, me alcanzan el telefóno:
_ “Corina quiere hablar con vos”.
_“¿Corina Scaloni?”, consulto mientras atiendo con asombro, no pudiendo imaginar siquiera lo que se avecinaba.
_“¿Pudiste leer mi mensaje de Whatsapp? Te cuento -empezó Corina- nuestro sobrino le pidió a Lionel que pase a saludar a sus compañeros ¿Puede ir?”
-Nooo, Sí, ¿Qué? ¿Cuándo? – No podía hilvanar palabras, responder con una oración más completa… ¿En serio?
Por supuesto que respondí con un “obvio, sería un sueño, una alegría para compartir, un recuerdo imborrable de guardar”.
Volví a mí y a la agenda cotidiana del día, ya que como parte de estas actividades teníamos organizado escuchar una entrevista que la radio local le iba a hacer esa mañana a Lionel. Por supuesto, esa llamada modificó lo planificado.
_¿A qué hora quiere venir?, pregunté con una ansiedad que no podía adminsitrar. Y ahí nuevamente salió su don de gente: “Elijan ustedes, no tiene problemas”.
A partir de ese momento comenzamos a tejer este sueño… ¡Tras bambalinas!
Segundo acto
Junto a dos socias cómplices, guardianas del secreto de la visita, Nati, la secretaria y Majo, encargada del audio, comenzamos a organizar la jornada. La gran sorpresa ¡Ya palpitábamos el encuentro! Si bien no decíamos nada con palabras, las miradas y las sonrisas hablaban por sí solas. En el aire se respiraba que algo bueno estaba por pasar: el cielo celeste y limpio, el sol que arrimaba un tibio calor eran testigos de nuestras emociones.
Entonces, les comento a las docentes que sería mejor ver un video con la entrevista que Lio realizó el día anterior para todo el pueblo junto al presidente comunal. Para eso, Manuel trae la pantalla, Majo prepara el proyector, Ana consigue los alargues, María José ubica las sillas para 4to y 5to, las chicas y los chicos de 6to y 7mo van con sus sillas…
Todo fue tomando color mientras el recreo se aproximaba, cuestión que se hace saber por el aroma del mate cocido y la bandeja de alfajores. Entre los murmullos se escucha “¿Desayunamos ahora? ¿Durante el recreo? ¿Bajamos todos?” Algunos de los chicos y de las chicas parecían desconcertados, pero al cabo de unos minutos, cada quien está en su lugar, la pantalla desplegada, el audio encendido y hasta el micrófono preparado. Teóricamente, todos dispuestos para escuchar esa entrevista a Scaloni junto al presidente comunal.
Tercer acto
Doy algunas indicaciones e inmediatamente busco una excusa para salir del patio, y esperar que la sorpresa llegue. “Parece que la supervisora Liliana tiene algo importante que decirme, tengo que retirarme hablar con ella”, les digo a todos los presentes.
Me voy caminando, como demorando la felicidad y sabiendo que estábamos cada vez más cerca del momento donde la alegría iba a explotar en el aire.
Mientras coordinamos internamente, Nati me confirma que habría llegado. Y de repente, ahí lo veo, estaciona el auto, rápido cruza la calle y entra por una puerta lateral de la escuela.
Un abrazo traspasa las miradas, el corazón late diferente. Es él, el de la tele, el de los murales, el de los premios y campeonatos, es él y lo tenemos a ese abrazo de distancia.
En el patio los chicos están todos mirando al frente, la pantalla está lista para el video y nosotros detrás de ellos iniciamos, el camino al encuentro.
“¡Seño, no se escucha! ¡No se entiende lo que dice! ¡Algo le pasa al audio!”, decían los chicos y las seños. mientras desde atrás nos vamos acercando, sigilosamente, como intentando registrar cada paso en algún lugar del recuerdo.
Entonces, respiro y con un tono de voz conmovido y certero, comienzo a decirles: “Bueno, bueno chicos, si no se escucha lo que dice la entrevista ¿Por qué no le preguntamos él? El es Lio Scaloni.El es el héroe del pueblo.
Mi emoción me permite ver algunas otras emociones: los ojazos de asombro de Martina, las muecas de amor de Amanda y de cada chica o chico que intentaba decir lo que estaba siendo imposible poner en palabras. “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”, escribió Cortázar.
De repente, todo fueron aplausos, gritos de alegría, risas y más aplausos que suenan al unísono y de fondo. “Es él ¡Es Lío Scaloni!”
Me temblaba la voz, el corazón quería escapar y encontrarse con los de los chicos, no podía expresar todo lo que pensaba, mucha mucha emoción. Pero de repente, me doy cuenta de algo que hizo que la emoción se exponenciara: no eran sólo mis lágrimas, cuando miro, también Lionel tenía los ojos empapados, surcados por esa profunda sensación del reconocimiento genuino, en su casa, en su escuela. Cuando lo miro, él tampoco podía hablar. Intento contenerlo y atino a decir que todos estamos muy felices de que haya vuelto a casa.
Cuarto acto
Luego de la implosión, con los ojos aún húmedos Lío comienza a esbozar unas palabras:“Sigo emocionado, hace muchos años que no entraba a la escuela, y ver los salones, el patio donde jugaba y fui tan feliz.”
Mientras Lío habla, todos están sentados bien en el extremo de las sillas, como para estar más cerca de él. Preguntas respondidas con cariño, muchas preguntas, mucho cariño. Una charla con muchísimo respeto y humildad como sólo pueden hacerla los grandes, una charla que va inspirando nuevos sueños.
Siguen pasando preguntas y sensaciones: “¡A mí se me cumplió un sueño! ¿Qué sentís cuando venís a Pujato? ¿Cómo fue tu inicio como jugador? ¿Te acordás cuando debutaste en primera? ¿Te lesionaste alguna vez? ¿Por qué elegiste ser entrenador?” ¡Morí de amor cuando lo vi! Fotos y más fotos para guardar en papel ese momento. Para poder abrazarlo y estar a pocos centímetros del DT Campeón de la Selección.
“¿Te gustaba ir a la escuela?”, preguntan por ahí.
El responde: “Disfrutaba y me gustaba ir a la escuela, si hoy me dieran a elegir, me gustaría tener la edad de ustedes, ser niños, venir a la escuela, porque acá fui feliz”. Lo dice mientras lo deja escrito: “A la escuela primaria de toda mi vida, con cariño”. Su felicidad es la nuestra, nuestra felicidad es saber que volviendo a la escuela, a la 227 Bernardino Rivadavia de su Pujato natal, pudo volver a verse de niño, a sentir esa alegría de cuando el tiempo se ocupaba jugando.
Quinto acto
En esa mañana de primavera, entendimos que los recuerdos suelen llegar todos juntos y hace que ronden junto a quienes forman parte de ellos: amigos, familia, docentes. Estoy segura que las oraciones de la mañana y el diálogo con mi vieja, fueron testigos de este día. Este día quedará muy grabado en el corazón de todos los chicos y las chicas, y volverán a este recuerdo cada vez que sientan que alcanzar los sueños es posible. Estoy segura que este día también quedará en la memoria de Lío, que nos dejó el mensaje grabado de que hay que “estar dando siempre lo mejor, esa es la actitud”. Estoy segura que este día quedará en su memoria porque volvió a un espacio que le dio raíces y también alas, a un lugar al que siempre pertenecerá, porque “Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”.
*Directora de la Escuela N° 227 Bernardino Rivadavia de Pujato.
Nota relacionada:
¡Sumate y ampliá el arco informativo! Por 500 pesos por mes recibí todos los días info destacada de Redacción Rosario por correo electrónico, y los sábados, en tu casa, el semanario El Eslabón. Para suscribirte, contactanos por Whatsapp.