Más allá de los diagnósticos, las promesas y las cifras, europeos y yanquis “olvidaron” la relación entre la destrucción del planeta y el sistema de producción imperante.

La cumbre sobre cambio climático comenzó el 31 de octubre en Glasgow (Escocia) y se extenderá por doce días. Se la denomina COP 26 (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático). Debió cancelarse el año pasado a causa de la pandemia. Su ambicioso objetivo es “desarrollar el Acuerdo de París de hace seis años, que fijó como meta limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados”.

Participan delegados de casi 200 países, que deben discutir las medidas a tomar para reducir las emisiones de gas de efecto invernadero. Adelantaron que van a anunciar “medidas de transparencia en su política medioambiental”. Y a la hora de las promesas, los países ricos dijeron que destinarán 100 mil millones de dólares anuales para los países pobres y vulnerables, según informó Página 12 en una nota que recuerda la enorme distancia que media entre los dichos y los hechos.

Participan de la reunión los presidentes de EEUU, Joe Biden, el primer ministro británico, Boris Johnson; el presidente francés, Emmanuel Macron; el jefe de Estado argentino, Alberto Fernández; la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon y su par de Italia, Mario Draghi, así como la activista ambiental sueca Greta Thunberg, entre otros. 

Entre las ausencias más importantes se destacan las del chino Xi Jinping, presidente del país con más emisiones de gases contaminantes, el ruso Vladimir Putin y el turco Recep Tayyip Erdogan, quien canceló a última hora. De América latina no acudieron ni el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ni el brasileño Jair Bolsonaro, a pesar de que este último estuvo presente en la cumbre del G20, que culminó el domingo en Roma.

Hasta el momento, se escucharon diagnósticos que dan cuenta de la grave situación del planeta, planes para mejorar la situación de aquí al 2030 y descripciones de prometedores avances científicos para lograrlo. Hasta las empresas extractivistas, mineras y del agronegocio (principales responsables de la deforestación y la emisión de gases) se presentaron a sí mismas como la solución, y no como el problema, porque, según dicen, pueden reconvertirse hasta devenir en sociedades de beneficencia.

“Hay que pasar de las aspiraciones a la acción, si fracasamos, nuestros hijos no nos perdonarán”, señaló Johnson. 

Foto: Télam

Por su parte, Biden aseguró que “el mundo se enfrenta a una década decisiva porque tiene un tiempo limitado para actuar contra el cambio climático”.

“Esta década determinará a las próximas generaciones. Es la década decisiva en la que tenemos la oportunidad de demostrarnos que podemos mantener el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5 grados”, agregó el presidente de EEUU.

Con el mismo tono dramático, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, le dijo a los líderes mundiales “Basta ya de promesas incumplidas” y alertó que “fallar en la acción para frenar el cambio climático es una sentencia de muerte”.

“Basta de brutalizar la biodiversidad, basta de matarnos a nosotros mismos con carbono, basta de tratar a la naturaleza como una letrina”, dijo el secretario general de la ONU al tiempo que llamó a acabar con “nuestra adicción a los combustibles fósiles, que está llevando a la humanidad al límite, el planeta se encamina hacia el desastre”, explicó Guterres.

¿Y el capitalismo?

Entre tantos diagnósticos, estadísticas y cifras ofrecidas por los líderes mundiales, hubo una palabra que brilló por su ausencia: capitalismo. Los sesudos y preocupados análisis de los mandatarios no condenaron las formas de producción imperantes en esta etapa del capitalismo, que son en esencia incompatibles con el bienestar del planeta y todos los seres vivos que lo habitan. 

Acaso el eurocentrismo y el hecho de considerarse los dueños del mundo, no les permita ver (o no quieren hacerlo) que la sabiduría ancestral de los pueblos originarios (que ellos saquean, persiguen, discriminan y masacran) ya tenía resuelto el problema. Mucho antes de esa antigua fake new que dice que “Colón descubrió América”.

Por eso la voz del presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce, sonó distinta, y logró poner en evidencia que no se puede salvar al planeta en un sistema capitalista basado en la explotación de la Tierra.

https://www.youtube.com/watch?v=qNSAIo4hIxE

“Tenemos que estar conscientes de que los países desarrollados están promoviendo un nuevo proceso de recolonización mundial, que lo podemos denominar como el nuevo colonialismo del carbono, porque están tratando de imponer sus propias reglas del juego en las negociaciones climáticas para seguir alimentando el nuevo sistema capitalista verde, y promoviendo que los países en desarrollo tengamos que asumir estas reglas de juego sin opción alguna”, dijo Arce, según informó el diario boliviano La Razón.

Arce aseguró que el sistema mundial capitalista, basado en un consumismo sin límites y la explotación irracional de la naturaleza y del espacio atmosférico, “no puede solucionar la crisis climática a no ser que exista un fuerte cambio de timón en su sistema económico y social”.

“Percibimos que los países desarrollados están simplemente ganando tiempo sin ningún sentido de responsabilidad con la humanidad y la Madre Tierra y su credibilidad está en riesgo”, agregó el presidente de Bolivia, al tiempo que criticó que hay planteos que hacen aparecer a ciertos países “como los campeones de la lucha contra la crisis climática con el discurso de balance neutral de emisiones al 2050, pero eso está muy lejos de la verdad”.

“Si los países desarrollados quieren ser líderes en la lucha contra la crisis climática, tienen que promover una distribución del espacio atmosférico basado en la equidad con responsabilidades comunes, pero diferenciadas”, afirmó.

Arce aseguró que la solución a la crisis climática no se va a lograr con más “capitalismo verde”. “La solución pasa por cambiar el modelo de civilización y avanzar hacia un modelo alternativo al capitalismo, que es el horizonte civilizatorio del vivir bien en armonía con la Madre Tierra”, remarcó.

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