En los discursos oficiales y en los grandes medios de comunicación se agita el fantasma del enfrentamiento armado en Ucrania. En rigor, ya van ocho años de escaramuzas bélicas en la región, uno de los escenarios clave para el devenir de la pulseada mundial.

Para hacer foco e intentar entender las tensiones actuales que atraviesan Rusia y Ucrania hay que remontarse en la historia y llegar prácticamente hasta la Edad Media, ya que ambos países tienen raíces comunes en el Estado eslavo oriental de Kievan Rus. Y tal vez esta sea la razón por la cual  el presidente ruso, Vladimir Putin, habla siempre de “un solo pueblo”.

Sin embargo, los destinos de ambas naciones estuvieron distanciados durante siglos y fue por eso que surgieron dos idiomas y culturas diferentes. Mientras Rusia se convirtió políticamente en un imperio, Ucrania no logró establecer su propio Estado y fue en el siglo XVII en el que grandes áreas de la actual Ucrania fueron parte del Imperio ruso.  En 1917, tras el desmoronamiento del imperio ruso, Ucrania se independizó por poco tiempo hasta que la Rusia soviética reconquistó el país.

La disolución en la década del 90

En diciembre de 1991, Ucrania, junto con Rusia y Bielorrusia, fue una de las tres repúblicas que sellaron la disolución de la Unión Soviética. En ese contexto, Moscú pretendía conservar su influencia y creó la Comunidad de Estados Independientes (CEI), como un instrumento para lograr ese objetivo. En el Kremlin, también pensaban que el suministro de gas barato sería una manera de controlar al país vecino, pero esa idea se desvaneció. Mientras Rusia y Bielorrusia formaron una estrecha alianza, Ucrania tenía la mirada puesta en Occidente.

La decisión de Ucrania, lógicamente no le cayó bien al Kremlin pero la situación  no derivó en conflicto porque Occidente no tenía intenciones de integrar a Ucrania y además Rusia estaba más preocupada por la guerra de Chechenia.  A tal punto fue así que en 1997, Moscú, con la firma del llamado “Gran Tratado”, reconoció las fronteras de Ucrania, incluida la mayoría étnica rusa que habitaba la península de Crimea.

Las primeras escaramuzas

Ya bajo la presidencia de Vladímir Putin se produjo la primera gran crisis diplomática entre Moscú y Kiev cuando en el otoño de 2003, Rusia comenzó a construir una represa en el estrecho de Kerch hacia el islote ucraniano de  Tuzla. Kiev lo vio como un intento de redifinir la frontera y el conflicto escaló y se resolvió tras una reunión bilateral entre ambos presidentes. Las obras se paralizaron, pero la amistad se resquebrajó.

En las elecciones presidenciales de 2004 en Ucrania, Rusia apoyó al candidato prorruso Viktor Yanukóvich, pero la denominada “Revolución Naranja” impidió su victoria y ganó el político pro-occidental Viktor Yúshchenko. Durante su mandato, Rusia cortó el suministro de gas a Ucrania dos veces, en 2006 y 2009. Y los suministros de tránsito a la Unión Europea (UE) quedaron interrumpidos.

En 2008, el entonces presidente estadounidense George Bush, intentó propiciar la integración de Ucrania y Georgia a la OTAN pero Moscú dejó claro en ese momento que no aceptaría la «independencia» de Ucrania y contó también con el apoyo de Alemania y Francia, que impidieron los planes de Bush.

Al ver que con la OTAN no había avances, Ucrania intentó impulsar la conexión con Occidente a través de un acuerdo con la UE. Pero en el verano de 2013, unos meses antes de la firma, Moscú ejerció una enorme presión económica sobre Kiev y obstaculizó las importaciones ucranianas. En ese contexto, el gobierno del entonces presidente Yanukóvich, que había ganado las elecciones en 2010, suspendió el acuerdo negociado y eso desencadenó las protestas de la oposición y Yanukóvich dejó el poder y tuvo que huir a Rusia en febrero de 2014.

Un punto de inflexión llamado Crimea

En ese contexto, el Kremlin aprovechó el vacío de poder en Kiev para anexar a su territorio la península Crimea en marzo de 2014; ese el punto de inflexión que dio comienzo a una guerra no declarada. Al mismo tiempo, las fuerzas militares rusas comenzaron a movilizarse en las cuencas mineras del Donbás, en la región este de Ucrania. A las ciudades de Donetsk y Lugansk, el ejército ruso ruso las proclamó como “repúblicas populares” y la contraofensiva de Kiev, que fue denominada como “Operación antiterrorista”, recién se lanzaría en mayo de 2014.

Durante unos meses el ejército ucraniano pudo hacer retroceder a los separatistas, pero cuando Rusia intervino militarmente  de manera masiva, las unidades ucranianas cerca de Ilovaisk, una ciudad al este de Donetsk, fueron derrotadas y se firmó el armisticio en Minsk.

Desde entonces, en esos territorios se lleva adelante una guerra de trincheras. A principios de 2015, los separatistas volvieron a la ofensiva y las fuerzas ucranianas sufrieron una segunda derrota, esta vez en la ciudad estratégica de Debaltsevo. En ese momento, se llegó al acuerdo de paz Minsk-2, con mediación occidental, pero este continúa sin cumplirse en la actualidad.

En  2019,  las tropas se rusas se retiraron de Ucrania pero Putin se negó sistemáticamente a reunirse con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski porque, desde el punto de vista de Rusia, no está implementando los acuerdos de Minsk. Por ese motivo es que desde diciembre de 2021, Putin le exige a Estados Unidos que Ucrania nunca pase a formar parte de la OTAN y tampoco reciba ayuda militar. Pero la OTAN hizo caso omiso y  rechazó esta  demanda.

Un alto al fuego, por ahora

En medio del aumento en las tensiones por el conflicto en la frontera ucraniana y rusa, los gobiernos de ambos países, junto con representantes de Francia y Alemania, acordaron este miércoles mantener el alto al fuego y anunciaron realizar nuevas negociaciones en Berlín en el plazo de dos semanas para buscar una solución diplomática.

Tras el encuentro entre funcionarios de Estados Unidos y Rusia la semana pasada, el gobierno yanki dio una respuesta por escrito y rechazó las peticiones rusas; también aseguró que ofrecen “una vía diplomática seria si Rusia lo quiere”. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, aseguró estar dispuesto a hablar con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, “en los próximos días”.

Cabe recordar que en la zona fronteriza entre Rusia y Ucrania ya se encuentran desplegados cerca de 100 mil soldados rusos y Estados Unidos declaró el “alerta máxima” para desplegar sus tropas en Europa del este.

Intereses y tensiones

El periodista e investigador Ignacio Hutin se ha convertido en una referencia obligatoria a la hora de analizar las tensiones entre ambos países ya que viene trabajando hace varios años sobre el conflicto. “Si Rusia atacara Ucrania y la OTAN respondiera habría una guerra abierta entre ambos. No pasó en la guerra fría y no va a pasar ahora”, señala Hutin, quien es autor de dos libros en los que describe la situación de Ucrania.

Según Hutin, el resurgimiento del conflicto y su repercusión en todos los medios mundiales está vinculado a que “Rusia comenzó a movilizar tropas en noviembre. En ese momento declaró que era en respuesta a una serie de ejercicios militares que estaba realizando la OTAN en el Mar Negro. Como Rusia considera a Crimea como parte de su territorio, consideraba a estos ejercicios como una amenaza y decidió movilizar tropas hasta alcanzar los 100 mil hombres que tiene hoy en su frontera”.

Para Hutin, la excusa de los ejercicios militares en el Mar Negro fue solo la evidencia de las reyertas que se prolongan en la zona hace años pero no el motivo de fondo de las tensiones. Para el especialista, la explicación a la creciente conflictividad debe buscarse en dos hechos puntuales: el cambio constitucional ucraniano de 2019 (que la obliga a tomar acciones para acercarse a la OTAN); y las protestas de 2020 en Bielorrusia, aliado ruso de gran magnitud que debió enfrentar movilizaciones contra su presidente, Aleksandr Lukashenko.

La preocupación de Putin está puesta en que varios de sus aliados se alejaban de su órbita: Georgia, Ucrania y la emergencia de una creciente crisis en Bielorrusia. Espacios considerados estratégicos para los intereses rusos. En territorio ucraniano, la población continúa dividida en dos sectores: por un lado grupos nacionalistas y de ultra-derecha en el occidente del país, que conformaron agrupaciones paramilitares en un contexto de extrema fragilidad del ejército ucraniano. Del otro lado, en el oriente ucraniano, también se alzaron en armas y proclamaron la independencia de dos repúblicas: Donetsk y Lugansk.

Con respecto a la adhesión a las posiciones que promueven la integración ucraniana a la Unión Europea, Hutin señala que la población se encuentra dividida casi en dos mitades. “Sin embargo, esa incorporación no va a pasar. Ucrania es el país más pobre de Europa en términos relativos y además es un país en guerra. ¿Por qué la OTAN incorporaría un país en guerra? Si Ucrania es miembro de la OTAN, como coalición militar debería intervenir contra Rusia. Eso no va a pasar”.

Además, el especialista indicó que las posibilidades reales sobre un conflicto armado en Ucrania y Rusia “son nulas; no va a pasar de ninguna forma. Estos ejercicios militares son simplemente un chantaje, una forma de medirse. Rusia no va a atacar a Ucrania en forma abierta y expuesta. Lo que puede pasar es que aporte dinero y armas a los grupos insurgentes en el oriente, pero eso no es ninguna novedad y viene pasando desde 2014”, aeguró. Y agregó: “si Rusia atacara Ucrania y la OTAN respondiera habría una guerra abierta entre ambos: la UE con muchísimo dinero y armamento y Rusia con el principal arsenal nuclear del mundo. Si no pasó en la Guerra Fría no va a pasar ahora”.

Dale gas a los buitres

En todo este teatro de operaciones hay un jugador fundamental que es el gas que Rusia suministra a Europa y ese gasoducto pasa -justamente- por territorio ucraniano.

El papel que viene ejerciendo Estados Unidos es presionar a Alemania para que cumpla el rol de represor, pero ocurre que los teutones obtienen gas gracias al acuerdo estratégico que en su momento concretaron Ángela Merkel y Vládimir Putin con un mega gasoducto oceánico. Por ende, los yanquis se encuentran sumamente molestos porque no logran colocar su excedente de gas y petróleo en el viejo continente.

Para varios analistas de política internacional; Estados Unidos anhela que Ucrania se convierta en una nueva Irak; pero con Rusia y China como potencias mundiales, ese panorama es muy difícil que se repita.

Rezo por vos

El pasado miércoles el papa Francisco pidió una oración por Ucrania durante su audiencia general en el Vaticano. Los ucranianos “merecen la paz”, aseguró el máximo jerarca de la iglesia Católica durante las oraciones especiales en Ciudad del Vaticano, mientras se mantiene la amenaza de guerra de Rusia con la antigua república Soviética.

“Les pido que oren por la paz en Ucrania y que lo hagan con frecuencia durante este día”, agregó Francisco al final de su audiencia semanal. El líder de los 1.300 millones de católicos del mundo había anunciado el pasado domingo un día internacional de oración por la paz el 26 de febrero, con especial atención a la crisis que se desarrolla en Ucrania.

Francisco describió a los ucranianos como “personas que sufren, que han sufrido hambre, que han sufrido muchas crueldades y que merecen la paz”, haciendo referencia a lo que vivieron durante la Segunda Guerra Mundial y la era soviética de Stalin.

El sumo pontífice agregó: “Que las oraciones y los clamores que hoy se elevan hacia el cielo lleguen al corazón y a la mente de los responsables en la tierra, para que hagan prevalecer el diálogo y se anteponga el bien de todos a los intereses partidistas”.

El papa Francisco concluyó con el llamado: “Por favor, nunca la guerra”.

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