La discusión paritaria 2022 se inició con la “pauta” lanzada por el Gobierno de un aumento del 40 por ciento. Triunfo estadístico en 2021, pero caída del salario real, que sigue en el tobogán.
El Gobierno nacional inició el año paritario en procura de una similitud con 2021: establecer una pauta porcentual de arranque con el propósito de habilitar, más tarde, revisiones de ese punto de partida. Este año, según adelantó esta semana el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, el piso será de alrededor del 40 por ciento en relación al año pasado. Es decir, por encima de la inflación proyectada en el fallido proyecto de Presupuesto 2022 (33 por ciento), pero una sota por debajo de la ascendente oscilación de precios prevista por el “mercado”, allende los 50 puntos. En un universo heterogéneo como el del trabajo asalariado en la Argentina, los efectos de las paritarias –que sólo alcanzan a los empleados formales, poco más del 60 por ciento del total de laburantes- también son diversos. Si bien la recuperación de los sueldos en el sector registrado se aceleró en el último semestre del año pasado y la medición diciembre 2021-diciembre 2020 exhibió una mejora de algo más de dos puntos, en el promedio anual el salario real cayó el año pasado 2,9 por ciento.
“En 2022 vamos a repetir lo que hicimos en 2021. Vamos a trabajar con una pauta inflacionaria, que estimamos en 40 por ciento”, dijo esta semana el ministro Moroni. “Si es necesario renegociar esa pauta –continuó-, vamos a abrir las paritarias las veces que sean necesarias”.
En síntesis, el esquema empleado por la Casa Rosada el año pasado, que inició las discusiones paritarias con una pauta del 30 por ciento, un punto por encima de la inflación prevista en el Presupuesto, de 29 puntos anuales.
Tapada por la realidad, la medición del Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue del 50,9 por ciento en 2021, mientras el índice Ripte (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores) llegó al 53,4.
Así, la variación interanual fue positiva en el sector privado registrado y en el sector público por primera vez desde 2017. Aunque, como se señaló, la aceleración de la recuperación en los bolsillos se produjo durante el segundo semestre, por lo que el conteo mes a mes arrojó una pérdida del salario real de 2,9 puntos promedio.
Vale aclarar que se trata de análisis estadísticos y promedios, por lo que al lector puede parecerle el contenido de esta nota un mal cuento de ciencia ficción en relación a “su” realidad.
Línea de tiempo
Para el coordinador del Observatorio de Derecho Social de la CTA Autónoma, Luis Campos, “la pauta del 40 por ciento para el 2022 nos dice tanto acerca de la evolución del salario en este año como nos había dicho el 29 por ciento en 2021: nada”.
Para el especialista, “lo importante en esta primera ronda de paritarias va a ser cómo se distribuye en el tiempo ese aumento y la fecha de las revisiones”. Ahí está la clave, para que el cotejo estadístico no sea “mentiroso”, como el año pasado.
En su cuenta de la red social Twitter, Campos señaló: “Desde hace muchos años (¿2016?) las primeras paritarias suelen estar en línea con las expectativas que busca instalar el Gobierno, luego superadas por la realidad”.
De esa manera, dijo, “la pauta se cierra con las revisiones por lo que en los primeros acuerdos la distribución de las cuotas es clave”.
Entonces, “frente a una pauta del 40 por ciento no es lo mismo que se haga efectiva en los primeros meses del año a que se distribuya en cómodas cuotas, que pueden llegar al 2023”.
Y agregó: “El porcentaje final del aumento puede ser el mismo, su impacto en el bolsillo es completamente diferente”.
Por último, Campos advirtió sobre la relatividad de su análisis, sujeto al desempeño de otras variables: “Todo esto a la espera de tener un poco más claro cómo va a ser el año: acuerdo con el FMI, evolución del dólar, definiciones en torno a tarifas y subsidios, etcétera. Mucha incertidumbre aún de cara a una discusión salarial que se va a intensificar en breve”.
Espejito retrovisor
Independientemente de la pauta “establecida” por el Gobierno, que por lo general no es más que una línea de flotación que se borronea de acuerdo a la relación de fuerza de cada organización sindical y a la rentabilidad de las actividades económicas en juego, algunos gremios encontraron este año en la revisión de los acuerdos de 2021 la forma de imponerse al incremento de precios.
Sindicato importante por su cantidad de afiliados, como Comercio, cerró este año un aumento del 13 por ciento a cuenta de la paritaria de 2021, lo que permitió terminar ese ejercicio con una suba del orden del 54 por ciento, dos puntos de mejora anual.
Bancarios, por su parte, había obtenido un 8 por ciento extra en diciembre a modo de revisión, y acaba de cerrar con las entidades financieras un adelanto de entre 24 mil y 50 mil pesos para sus afiliados a cuenta de la discusión del año en curso.
En el mismo sentido, los estatales nacionales consiguieron actualizaciones de los acuerdos del año pasado (14 por ciento, acordada este año), que les permitieron cerrar el 2021 en el 54 por ciento de aumento, mientras los siderúrgicos arribaron al 50,2 anual con su revisión de diciembre.
Esa es una de las estrategias que se dan las organizaciones sindicales –al menos las que poseen mayor fuerza- para “aceptar” la pauta establecida por el Gobierno, pero a la vez mejorar el poder adquisitivo de sus representados mediante revisiones parciales y particulares.
Tobogán
Pero más allá de la pauta oficial y de su “efectividad” en las discusiones paritarias, el desempeño económico del país en el último año mostró –como ya ocurrió en otras etapas- una mejora en el crecimiento (10 puntos, el doble de lo pronosticado por las inefables consultoras, cuyos análisis en ocasiones se confunden con expresiones de deseos), que no se traduce en mejoras de la distribución del ingreso.
La recuperación en algunos sectores de la economía se ubica, incluso, en niveles superiores a los de 2019 –es decir, pre pandemia-, pero su heterogeneidad y la composición concentrada bifurca la bonanza en un sentido opuesto al de la billetera del caballero y la cartera de la dama laburantes.
El último análisis de coyuntura del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra, de la CTA de los Trabajadores) recuerda que “durante la pandemia macrista los salarios reales de las y los trabajadores registrados en el sector privado se redujeron 19 por ciento”.
La hecatombe fue más grave para los empleados estatales. “En el caso de los del sector público la pérdida fue de 23,1 por ciento”.
El mismo informe indica que “en el primer semestre de 2021 las remuneraciones se mantuvieron relativamente estables y tendieron a aumentar a partir de julio. Así, en septiembre de 2021 se registró un incremento interanual de 1,8 por ciento para el sector privado y de 2,3 para el sector público”.
De todos modos, sigue, “los salarios reales de las y los trabajadores del sector privado se ubican 19,3 por ciento por debajo de noviembre de 2015, y los de las y los estatales 24,8 por ciento por debajo” de aquella fecha.
Esa realidad es la del sector “privilegiado” del mundo del trabajo, es decir, el formalizado. Por fuera existe otro universo de varios millones de personas empleadas sin registración, en “negro”, o cuentapropistas inscriptos en las diferentes modalidades del monotributo.
Según el Indec, el año pasado las y los trabajadores no registrados tuvieron –en promedio- una pérdida de 10 puntos de su poder adquisitivo en relación al índice de precios al consumidor.
La caída durante cinco trimestres consecutivos de la tasa de desempleo, que pasó del 13,1 por ciento en el segundo trimestre de 2020 a 8,2 por ciento en el tercero del año pasado, se explica en buenas medida por la incorporación al mercado laboral de cuentapropistas e informales. Es decir, empleo precarizado sobre el que el Estado no posee herramientas directas para intervenir.
Sí tiene, en cambio, instrumentos indirectos como el Salario Mínimo Vital y Móvil, hoy ubicado en 33 mil pesos, que opera como piso, incluso para las prestaciones sociales como Potenciar Trabajo.
El ministro Moroni dijo esta semana que va a convocar a una nueva discusión del Salario Mínimo entre fines de febrero y comienzo de marzo.
Kulfas: “Los empresarios tienen margen para dar aumentos”
El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, aseguró que la rentabilidad generada por el crecimiento de los últimos 14 meses permite que los empresarios tengan margen para “dar aumentos salariales por encima de la inflación”.
“Con el crecimiento del año pasado y de éste, los empresarios tienen margen para dar aumentos salariales por encima de la inflación y que nos permitan ordenar el poder adquisitivo”, consideró Kulfas.
El Ministro desestimó “que haya en la inflación un componente de puja distributiva entre empresarios y sindicatos”, sino que sostuvo que los aumentos de precios “están focalizados en la inflación de costos y en la inercia”.
En su opinión “este es un año para que los sindicatos peleen paritarias”, y consideró que es el momento de “que empiecen a mostrar una recuperación fuerte del salario real”.
Así, aseguró en una entrevista con Infobae que “los márgenes empresariales en promedio están bien”.
“Este año estamos en condiciones de que el salario en su conjunto le gane a la inflación, no solo el del trabajador registrado formal”, agregó Kulfas, quien remarcó que “con que el empresario tenga que achicar un poquito, o mucho, su margen para dar aumentos salariales, va a tener una masa de ganancias interesante este año”. Y opinó que “ahí está el equilibrio, en compensar márgenes con mayor nivel de actividad”.
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