En 2019 con su primer libro de cuentos inéditos, Alisa Lein (Rosario, 1973) ganó dos importantes premios casi al mismo tiempo: el del Fondo Nacional de las Artes en Letras (el primero que recibió Rosario en esa categoría) y el Premio Municipal de Literatura “Luis José de Tejeda”, de Córdoba. Dos años después, finalmente ese compendio de cuentos breves que primero se tituló Abajo es carne cruda, se materializó en ¿Nunca miraste a un león a los ojos?, volumen que acaba de publicar la UNR editora, en su colección de narrativa rosarina: Confingere. Los 14 textos de este libro narran historias en principio realistas, de la vida cotidiana, bajo una luz mortecina que lo enrarece todo. Entre el fantástico y el terror, las situaciones más anodinas se vuelven extraordinarias. “No me da miedo entrar en lugares un poco escabrosos”, había dicho Lein sobre los temas de sus escritos con los que resultó doblemente premiada. Sobre esto, una de las particularidades del libro es la presencia de animales, un pequeño bestiario se despliega en algunos relatos: Los búhos tienen dientes, Dormido como cinco soldados dormidos (del que se extrae el título del libro) La farsa (¿es un mono o un jaguar?). 

“Intento correrme de la moralidad para escribir. En mis cuentos suelo usar muchos animales. Al animal no se le cuestiona la moral, entonces cuando uno pone en el medio un personaje que no cuenta con esa conciencia de lo que está bien o lo que está mal, ese es el que puede moverse distinto, y hay otra libertad para poner a todos en juego”, contó la autora, y en efecto, lo que los pone en juego a los personajes humanos, son las pasiones soterradas y la violencia de su propia animalidad. Como advierte la escritora Betina González en el prólogo, se trata de “una narrativa que no se complace en presentar el mundo tal cual es”. Lein no escribe sobre terreno seguro: también se mete de lleno en lo que Alexandra Kohan, citando a Freud, señala como el parque natural de las fantasías humanas, tierra fértil en la que prolifera lo inutil y lo dañino, porque “no hay modo de que la realidad ande sin la fantasía”. Esos lugares, “un poco escabrosos o raros”, de los que habla la autora, son el deseo, el erotismo y la sordidez que todo lo empuja en estos cuentos. Ejemplos al voleo: voyeurismo entre vecinos, un poco de fetichismo o una ceremonia nupcial imaginaria que se pone en marcha cuando la protagonista ve a su ex novio en la carnicería, al fondo del pasillo de góndolas, en el chino del barrio. 

Betina González dice que estos relatos están escritos con filo. El fraseo corto que Lein emplea –en algunos cuentos más, en otros menos–, hacen la respiración, el pulso y la temperatura de sus textos, que mantienen al lector en vilo, expectantes, inquietos. La información se va suministrando por goteo, con elipsis, digresiones poéticas y reiteraciones léxicas como parte de un estilo propio. Se podría decir que la de Lein es una escritura de cuchillo, incluso cuando irrumpe el humor, también incisivo, no para suavizar sino para profundizar el corte. 

En Tesis sobre el cuento, Ricardo Piglia apunta que en el cuento clásico siempre se cuentan dos historias y que uno de los problemas técnicos del relato es el cruce de estos dos sistemas de causalidad distintos que se van narrando en simultáneo, hasta un final sorpresivo; la segunda historia siempre se urde en secreto como una fiera agazapada entre líneas, esperando dar el zarpazo. Así son los desenlaces de estas narraciones breves, condensadas, llenas de asombro. Mientras avanza la lectura se intuye la presencia de una bestia que comparte la habitación con nosotros; se puede apartar la última página de cualquiera de estos cuentos y encontrarnos de cara con sus fauces. 

Alisa Lein nació el 18 de diciembre de 1973, en Rosario. Es arquitecta, egresada de la UNR y hace más de 15 años inició su camino como escritora. Participó de talleres literarios con Angélica Gorodischer, Alma Maritano y Pablo Colacrai. En 2019 publicó su primer libro para niños Una historia de Alfajores y Chinchulines. El 15 de marzo de este año presentó ¿Nunca miraste a un león a los ojos? en el Parque de los Cipreses, del Centro Cultural Parque de España .

Más notas relacionadas
Más por Eugenia Arpesella
  • Frente Amplio: El regreso

    La gestión neoliberal de Lacalle Pou dejó un país más injusto y con más pobres. Sus políti
  • Autovelo

    De vez en cuando, me velo. Preparo mi cajón, me acomodo dentro. Elijo mi ropa preferida y
  • Pajaritos bravos

    Yo no sé, no. Manuel estaba con la tarea que le dio la de Lengua. Tenía que hacer una narr
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

Estudiantes de museología dejan su huella en el Museo de la Memoria

Hasta el 22 de diciembre se puede visitar la muestra “Andamiaje cultural” que rescata la v