Una declaración oficial del Departamento de Estado yanqui ofrece las claves de la demonización de Rusia. Y pone a EEUU como defensor de los derechos humanos y el medio ambiente. Además, condena el bombardeo de poblaciones civiles.
“Hay verdad y hay mentiras, mentiras dichas para obtener poder y beneficio. Y cada uno de nosotros tiene un deber y una responsabilidad como ciudadanos, como estadounidenses, y especialmente como líderes, líderes que han prometido honrar nuestra Constitución y proteger nuestra nación, de defender la verdad y derrotar las mentiras”. Estas palabras firmadas por el presidente de EEUU, Joe Biden, aparecen en la portada de la página oficial del Departamento de Estado de EEUU.
El título principal que se lee sobre las palabras de Biden “Desmantelar la desinformación: Nuestra responsabilidad común” (“Disarming Disinformation: Our Shared Responsibility”) parece prometer algún tipo de reflexión sobre el impacto actual de las noticias falsas y la manipulación. Pero no.
Es una encendida arenga contra Rusia, una suerte de libreto para la rusofobia que se extiende por buena parte del mundo, y a la vez una amenaza que va mucho más allá de Rusia.
Además, es inevitable leerlo como un cínico acto de impunidad y arrogancia: se dan lecciones sobre los usos de la mentira desde el imperio que utilizó ad nauseam la desinformación, la mentira, los autoatentados, las falsas banderas y las operaciones encubiertas para producir genocidios, golpes de Estado y arrasar países y continentes.
Los mismos que destruyeron Irak y mataron a cientos de miles de civiles con la mentira de que existían armas de destrucción masiva, por sólo tomar uno de los cientos de ejemplos que pueden encontrarse en cualquier libro de historia.
El imperio que quiere destruir al periodista Julian Assange por haber dado a conocer sus mentiras y sus crímenes de guerra, y que intentó asesinarlo (según confesaron treinta ex agentes de la CIA), ofrece una nueva provocación a la comunidad internacional demonizando a Rusia con la autoridad moral que les da el armamento y el dinero. Todo vale, si se trata de profundizar esta nueva Guerra Fría.
“La desinformación es una de las armas más importantes y de mayor alcance del Kremlin. Rusia ha puesto en práctica el concepto de competencia adversaria perpetua en el entorno de la información al fomentar el desarrollo de un ecosistema de desinformación y propaganda. Este ecosistema crea y difunde narrativas falsas para promover estratégicamente los objetivos políticos del Kremlin. No hay tema fuera de los límites de esa suerte de manguera que chorrea falsedades. Todo, desde los derechos humanos y la política ambiental hasta los asesinatos y las campañas de bombardeo que matan a civiles, son objetivos aceptables en el maligno libro de jugadas de Rusia”, señala el primer párrafo del texto de la página oficial del Departamento de Estado de EEUU.
“La verdad desarma las armas de desinformación de Rusia. El Kremlin crea y difunde desinformación en un intento de confundir y abrumar a la gente sobre las acciones reales de Rusia en Ucrania, Georgia y otros lugares de Europa. Debido a que la verdad no está a favor del Kremlin, los servicios de inteligencia de Rusia crean, asignan tareas e influyen en sitios web que pretenden ser medios de comunicación para difundir mentiras y sembrar discordia. La desinformación es una forma rápida y bastante barata de desestabilizar las sociedades y preparar el escenario para una posible acción militar. A pesar de haber sido expuesto innumerables veces por participar en estas actividades malignas, Rusia continúa trabajando en contra de las normas internacionales y la estabilidad global”, indica el segundo párrafo.
Con apenas 1.274 caracteres con espacios, 179 palabras (en el texto en inglés), el Departamento de Estado de EEUU ofrece al mundo una declaración contra la mentira plagada de mentiras y falsedades. Una notable pieza de propaganda basada en la simplificación y la dicotomización de la realidad, que marca en forma clara y contundente una línea entre buenos y malos, veraces y mentirosos.
Se puede pensar que no les costó demasiado construir esta proclama: con sólo describir lo que ha venido haciendo EEUU en toda su historia y reemplazar “EEUU” por “Rusia” ya se obtiene un texto acorde a los objetivos imperiales.
Y en cuanto a la demonización de Rusia, el Departamento de Estado no se priva de utilizar (dos veces, una vez en cada uno de los dos párrafos que tiene el texto) la palabra “maligno” (“malign” en el original en inglés).
“Caza de brujas” es otra de las expresiones que se hacen presentes en la memoria durante el proceso de lectura, pero como término descriptivo y sin la distancia necesaria para funcionar como metáfora. Lejos de eso, recuerda al macartismo (otra de las estrategias muy asociada a la Guerra Fría). Y si vamos más lejos en la lucha contra las brujas y los embrujados, remite al manual Malleus Maleficarum (del latín: “Martillo de las Brujas”), un tratado de 1482 escrito por los dominicos alemanes Heinrich Kramer y Jacob Sprenger.
El texto oficial de EEUU no se priva de mencionar “los derechos humanos”, “la política ambiental” y “las campañas de bombardeo que matan a civiles”.
Resulta notable el contraste entre esta declaración oficial del Departamento de Estado y el famoso Manual Oficial de la CIA sobre Trampas y Engaños, editado por H. Keith Melton and Robert Wallace (The Official CIA Manual of Trickery and Deception), dado a conocer en 2009 tras décadas de permanecer en secreto.
EEUU y los derechos humanos
En este caso, para reponer el contexto, sólo es necesario remontarse al 19 de junio de 2018: “EEUU se retira oficialmente del Consejo de Derechos Humanos de la ONU”, dijo en una declaración ante la prensa la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, que no aceptó preguntas al final del encuentro. EEUU anunció así su salida de un órgano internacional al que el gobierno del presidente Donald Trump criticó duramente porque considera que tiene prejuicios en lo relativo a Israel, y por servir de plataforma a países como China, Venezuela y Cuba”, según informó el sitio de noticias alemán DW.
“No dudamos que su creación fue con buena fe, pero tenemos que ser honestos: el Consejo de Derechos Humanos de la ONU es un pobre defensor de los derechos humanos”, dijo en una conferencia de prensa el por entonces secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, según afirma DW, al tiempo que recuerda que la embajadora de EEUU ante la ONU, Nikki Haley, ya venía amenazando con retirar a EEUU de este consejo. La retirada de EEUU llegó un día después de que la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos denunciara la separación de cientos de niños inmigrantes de sus padres en la frontera sur de EEUU en los últimos meses.
En febrero de 2021, la administración Biden decidió que EEUU volviera a integrarlo, pero reiteró, uno por uno y sin cambios, los argumentos que había esgrimido Trump para retirarse.
“La Administración de Joe Biden ha dado este lunes un paso más en su reapertura al mundo al anunciar el regreso de EEUU al Comité de Derechos Humanos de la ONU, un canal clave para arrojar luz sobre abusos y violaciones de los derechos humanos allí donde se produzcan”, explicó en la red social Twitter Ned Price, portavoz del Departamento de Estado. Miembro del Consejo de Seguridad del organismo, y por tanto con derecho de veto, la vuelta de EE UU se interpreta como un firme empeño en “liderar los esfuerzos para promover la rendición de cuentas en el mundo”, según esta fuente citada por El País.
“Reconocemos que el Consejo de Derechos Humanos es un organismo lleno de defectos, necesitado de una reforma en su programa, membrecía y prioridades, incluida la atención desproporcionada que dedica a Israel. Pero para remediar sus insuficiencias y asegurarnos de que cumple su misión, EEUU debe sentarse a la mesa y desempeñar en toda su extensión su papel de punta de lanza en la diplomacia internacional”, explicó en un comunicado el secretario de Estado Antony Blinken. Pero en lugar de redoblar esfuerzos, añade el jefe de la diplomacia estadounidense, “nuestra retirada no hizo nada para promover un cambio significativo, sino que creó un vacío de liderazgo estadounidense en el mundo, que los países autoritarios han usado a su favor”, explicó Blinken, para que quede claro que EEUU regresa, con el garrote, para seguir haciendo lo que le plazca.
Promesas sobre la política ambiental
En cuanto a la política ambiental, uno de los pilares de la campaña de Biden para diferenciarse de su antecesor, el actual mandatario hizo promesas de difícil cumplimiento.
El 22 de abril de 2021, el sitio de noticias británico BBC News informó que Biden se comprometió a recortar las emisiones de dióxido de carbono de EEUU entre el 50 y el 52 por ciento con respecto a los niveles de 2005 para finales de esta década. “Esta nueva meta, que fue presentada durante el encuentro virtual de 40 líderes globales, representa un giro importante en las políticas implementadas sobre el tema por su antecesor Donald Trump”, señala el sitio de la BBC, al tiempo que pone en duda el efectivo cumplimiento de esa promesa: “Pero existe cierto escepticismo sobre la capacidad de EEUU de cumplir con el compromiso, dada la dividida naturaleza de la política estadounidense”.
La nota del diario británico ofrece un informe sobre cuánto y de qué manera contribuye a la contaminación el estilo de vida americano, y a partir de esos datos expresa un claro escepticismo.
“El 29 por ciento de los gases de efecto invernadero de este país vienen actualmente del sector del transporte, el principal emisor. Le siguen la generación de electricidad (25 por ciento) y la industria (23 por ciento). Por eso, las acciones del plan climático que debe poner en marcha Biden ahora se deben centrar en estos tres campos en los que el peso del poderoso sector de los combustibles fósiles es muy grande en EEUU”, señala la nota antes de expresar más dudas: “La nueva promesa significará un cambio enorme en el estilo de vida estadounidense. Pero anunciar una meta ambiciosa es una cosa, hacerla realidad es otra”.
En la revista mexicana Nexos también se contrastan las promesas con la viabilidad de cumplirlas, además de tener en cuenta una diferencia fundamental, que vale para todas las decisiones del imperio: una cosa es la política interna y otra la exterior.
EEUU y las víctimas civiles
William Blum (1933-2018) fue un escritor estadounidense que trabajó en el Departamento de Estado de EEUU. Abandonó el cargo en 1967, en desacuerdo con la intervención de su país en Vietnam.
“Parece que hay algo en el lanzamiento de bombas o misiles sobre ciudades y personas, efectuados desde larga distancia, que gusta especialmente a los líderes militares y políticos estadounidenses. En parte tiene que ver con un deseo consciente de no arriesgar vidas estadounidenses en combate terrestre. Y, en parte, tal vez no del todo consciente, tiene que ver con que no deseen contemplar los restos sangrientos de las víctimas, lo que permite que los telespectadores estadounidenses se aferren desde sus casas a sus cálidos y confusos sentimientos sobre sí mismos, su gobierno y sus maravillosos «valores familiares»”, escribió Blum en la nota publicada en abril de 2018, titulada “Lista de países bombardeados por Estados Unidos (desde el final de la II Guerra Mundial hasta el momento actual)”. El artículo se reprodujo en el sitio cubano Cuba Debate.
Según el ex funcionario del Departamento de Estado, EEUU bombardeó Corea y China (1950-1953), Guatemala (1954), Indonesia (1958), Cuba (1959-1961), Guatemala (1960), Congo (1964), Laos (1964-1973), Vietnam (1961-1973), Camboya (1969-1970), Guatemala (1967-1969), Granada (1983), Líbano (1983- 1984), Libia (1986), El Salvador (1980), Nicaragua (1980), Irán (1987), Panamá (1989), Irak (1991), Kuwait (1991), Somalia (1993), Bosnia (1994-1995), Sudán (1998), Afganistán (1998), Yugoslavia (1999), Yemen (2002), Irak (1991-2003 y 2003-2015), Afganistán (2001-2015), Pakistán (2007-2015) Somalia (2007- 2011), Yemen (2009, 2011), Libia (2011- 2015), Siria (2014-2016).
La lista no está actualizada: faltan los conflictos bélicos en los que EEUU participa desde 2017 a la fecha. Pero aún así alcanza para desmentir las falacias del Departamento de Estado. Además, el conteo comienza después de la Segunda Guerra Mundial, por lo que no figura un hecho muy importante: EEUU fue el único país del mundo que arrojó bombas nucleares sobre población civil. En Hiroshima y Nagasaki, Japón, el 6 y 9 de agosto de 1945, con más de 380 mil muertos civiles. Las cifras de muertes civiles varían según la fuente consultada. Según Japón, asesinaron a medio millón.
“Desde 1945 hasta finales del siglo XX, EEUU intentó derrocar a más de 40 gobiernos extranjeros y aplastar a más de 30 movimientos nacionales y populares que luchaban contra regímenes intolerables. En el proceso, EEUU asesinó a varios millones de personas y condenó a muchos millones más a una vida de agonía y desesperación”, escribió Blum en su libro Rogue State: A Guide to the World’s Only Superpower. (Estado Delincuente: una guía para la única superpotencia del mundo), publicado en el año 2000.
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