En el marco de la conmemoración de La Noche de los Lápices y a un año de su presentación en público, la agrupación Nietes Rosario convocó a una serie de actividades que tuvieron como escenario a las adyacencias de los tribunales federales donde se juzga a los responsables del terrorismo de Estado en la región. En una jornada plagada de emotividad, se pudo escuchar a familiares de las víctimas de la represión y querellantes de la megacausa conocida como Guerrieri IV, que desde principios de agosto se lleva adelante en una de las salas del viejo y emblemático edificio de Oroño al 900, a Gloria Canteloro, militante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) detenida en noviembre de 1975, y a Iván Fina, representante de Abuelas de Plaza de Mayo filial Rosario e hijo de desaparecidos.
Los primeros en hacer uso de la palabra, luego de una introducción de Nietes, fueron Julieta y Santiago Garat, hijos de Eduardo Héctor Garat, abogado, docente y militante peronista secuestrado en abril de 1978 y cuya desaparición se investiga en Guerrieri IV. Ambos coincidieron en remarcar el orgullo de participar en una actividad organizada por Nietes y en la importancia de que la misma se realice un lunes y en el lugar en que se lleva adelante el juicio a los represores. “Estoy muy emocionada por ver a les Nietes”, comenzó admitiendo Julieta, y remarcó: “Estos juicios, que nos permiten juzgar a quienes cometieron delitos de lesa humanidad, son fruto de la lucha incansable de los organismos de derechos humanos, las Madres, las Abuelas, Hijos y ahora Nietes, y también de las miles de personas que acompañan estas luchas porque el único camino de transformación, de cambios y de Justicia, es siempre colectivo”.
Posteriormente, su hermano Santiago convalidó el hecho de poder estar juzgando a los genocidas gracias a un largo camino de lucha colectiva, recordó el primer proceso contra genocidas llevado a cabo en Rosario en 2009, “que terminó con los cinco gritos de perpetua en este mismo bulevar” e instó a hacer el aguante en las audiencias de los lunes, “más allá de lo complicado del día y el horario” para “acompañar a familiares y allegados de las víctimas”.
Luego fue el turno de Gloria Canteloro quien aclaró desde un principio que lo que se peleaba en aquellos años, por parte de las y los estudiantes, no era sólo el medio boleto. “La militancia de los estudiantes y el medio boleto como reivindicación a nivel nacional lo que marca es un posicionamiento político e ideológico”, señaló, y argumentó: “Es político porque la educación es un derecho que el Estado debe garantizar. En aquella época, la secundaria no era obligatoria y muchos chicos no iban a la escuela porque no tenían recursos. Y es ideológico porque no pensábamos solamente en cada uno de nosotros, en el grupo o en alguna escuela, lo pensábamos para todos y todas, los conociéramos o no. Y porque estábamos convencidos de que un país que no tiene educación o no tiene acceso a la cultura es un país fácilmente dominado. La ignorancia hace que no podamos pensar, no podamos analizar, no tengamos elementos para poder decidir qué es lo que queremos como sociedad, como país. Y eso es lo que quisieron borrar, aniquilar”.
Tras destacar que “más allá del hito que significó el operativo en La Plata conocido como La Noche de los Lápices, aquí en Rosario muchos compañeros de 15, 16 años fueron detenidos y algunos siguen desaparecidos”. Canteloro concluyó: “Esto no es sólo para recordar. Nada de lo que se construye como memoria es sólo para recordar. Yo puedo decirles a los chicos que muchas veces deben escuchar que son el futuro del país, pero sepan que también son el presente, porque tienen voz, porque tienen raciocinio, porque pueden comprometerse y participar. La historia va de la mano de la memoria y hoy ustedes tienen la posta”.
El final de la actividad, que contó con una intervención artística del colectivo cultural Cuadrilla Feminista, con lápices escribiendo memoria, democracia y justicia, estuvo a cargo de Iván Fina, quien brindó una clase abierta en torno a la transmisión de la memoria. “¿Todo está guardado en la memoria?”, fue la pregunta disparadora que le hizo Irina , de Nietes. “Es una pregunta muy interesante porque nos permite establecer esta diferencia entre memoria y transmisión, que son como dos partes de un mismo proceso pero que de algún modo remiten a realidades diferentes”, indicó el referente de Abuelas Rosario, y abundó: “Si la memoria tiene que ver con el recuerdo y con esa actividad solitaria o colectiva de prestar esa atención a lo que pasó, la transmisión tiene que ver con la puesta en acto de eso que uno recuerda. La transmisión siempre tiene que ver con la actualidad, con el presente. Me gusta citar una metáfora de una psicoanalista argentina, Silvia Bleichmar, que comparó a la memoria con esos cajones de fotos viejas que solía haber en todas las casas. Cuando uno muchas veces revisaba esas fotos no tenía idea de quiénes eran esas personas que aparecían en esas fotos. Entonces, siempre era necesario, y lo sigue siendo, que haya una voz que acompañe esas imágenes y que nos cuente esta era la tía tal, este el abuelo tal. Esa voz que acompaña, ese relato es la relación que uno puede pensar entre la transmisión y la memoria”. Fina repasó a lo largo de su exposición “la complejidad de la historia y la memoria del genocidio”, de “más allá de riesgo de olvidar, la importancia de qué y cómo elegimos recordar”, de “no perder de vista la vida más allá de las circunstancias de la muerte” de los compañeros y compañeras, y de que “el genocidio no se encargó sólo de asesinar y desaparecer personas y secuestrar bebés, sino que fue mucho más allá y se encargó de atentar contra las estructuras de la transmisión. Se hizo uso de la transmisión del horror. El dispositivo que se ideó fue pensado de tal manera que el terror se esparciera por la sociedad”, y lo relacionó con “el discurso del odio tan en boga en estos tiempos”.
El cierre estuvo a cargo de Juana Basso, Renata Labrador, Lua Conechny y Camila Garat, quienes leyeron a cuatro voces un documento confeccionado por Nietes: “Desde Nietes creemos que es nuestro deber seguir levantando las banderas por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Por eso, nos y les convocamos acá, en la puerta de Tribunales Federales donde ahora mismo se está llevando adelante la Megacausa Guerrieri IV.
Sabemos que ninguno de los derechos conquistados fruto de la lucha de los más humildes, de les trabajadores, de les 30.000, están asegurados, por eso, tenemos que seguir luchando por ellos. Porque sabemos que quienes están de la vereda de enfrente vienen por todo: un país para pocos, un país sin memoria, un país lleno de odio y con las juventudes desmotivadas.
Nos preocupa el atentado a la democracia cuando aquel jueves intentaron asesinar a nuestra vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Hace años venimos repitiendo que sin democracia no hay nada y así lo demostramos cuando salimos a las calles a decir que la democracia se cuida, se construye y se defiende y que la herramienta para cambiar las cosas es la política.
Repudiamos la decisión de la Cámara que autorizó la domiciliaria al genocida Amelong y la decisión del juez Bailaque en otorgarle este beneficio a este responsable y partícipe de los crímenes más sangrientos por los que atravesó nuestro país”.
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