EnREDando, espacio comunitario de comunicación popular, cumple 20 años de autogestión y de otro modo de hacer periodismo. Se festeja el jueves 10 de noviembre en el bar cooperativo Pichangú.
El Nodo TAU “es una asociación civil dedicada a la promoción del uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en grupos y organizaciones sociales, particularmente aquellas que trabajan en la vigencia de los derechos sociales, civiles, económicos y ambientales de los sectores más vulnerados de la sociedad para colaborar en su inclusión social”, según se lee en el propio portal, y “está integrada por profesionales de la informática y las comunicaciones, educadores y militantes sociales dedicados a facilitar el acceso a las nuevas tecnologías a organizaciones comunitarias, barriales, eclesiales, de género, ambientales, cooperativas, grupos de base, escuelas, centros comunitarios, para fortalecer su acción institucional y que a la vez dinamicen la comunicación y organización entre todos los sectores comprometidos con la lucha contra la pobreza y la exclusión, el cuidado del ambiente, los derechos de las mujeres, de la infancia y la defensa de los derechos humanos y sociales”. De esa experiencia nació, en noviembre de 2002, el proyecto EnREDando. “En ese primer entonces estaban Luis Martínez, Manolo Robles y Rodrigo Miró”, rememora María Cruz Ciarniello, una de las pilares que sostienen el portal que está cumpliendo dos décadas de vida, y agrega: “Después se sumaron Flavia Fascendini y Florencia Roveri, y ese fue como el primer equipo editorial del boletín que surgió con la idea de poder construir o generar un espacio de comunicación virtual para las organizaciones sociales”. Con una brújula empecinada en apuntar hacia los hemisferios donde se disputan las causas nobles y una agenda alejada de las primicias pero muy atenta a esas pequeñas pero grandes historias de vida, EnREDando se fue haciendo su propio camino al andar. “Esto nace desde el Nodo, que labura hace muchísimos años por la inclusión digital, sobre todo con lo que tiene que ver con las organizaciones comunitarias, cooperativas, y en ese contexto se armó este proyecto”, remarca Ciarniello, y detalla: “Si bien quienes sostenemos diariamente el boletín no fuimos parte del equipo original, la identidad, la coherencia y el espíritu siguen siendo los mismos. Al igual que el objetivo: ser un espacio de comunicación autogestivo y comunitario, entendiendo que la comunicación es un derecho humano esencial y laburando poniendo el foco sobre todo en las experiencias comunitarias, barriales, en contar historias que tienen que ver con los movimientos sociales de Rosario y de la región”.
Bancando este proyecto
María Cruz cuenta que se sumó a EnREDando en 2007, “invitada por mi amiga Flor Roveri”, y repasa: “En principio me sumé a escribir y aunque sigo en todo lo que es la redacción, con el tiempo también pasé a hacer corrección, edición. Terminamos haciendo muchas tareas, tal como ocurre en todos los medios autogestivos en los que tenemos que ir atendiendo distintos frentes, y no sólo en periodístico sino también con la gestión. Me gustó desde siempre el proyecto y el hecho de laburar con mucha libertad y de poder pensar en otra comunicación, en otra forma de hacer periodismo, me terminaron de atrapar”.
En el camino que ya anda por las dos décadas, “fueron muchos y muchas quienes se fueron sumando al proyecto o aportando desde distintos lugares”, según admite Ciarniello, que se disculpa de antemano por no nombrar a nadie por miedo a olvidarse de alguien. Sí menciona a “Tomás Viu y Nacho Cagliero”, porque “somos quienes hoy estamos básicamente poniéndole la cabeza a la edición”, pero aclara: “Hay todo un conjunto de redactores, redactoras, fotógrafos, que vienen sumando hace años a la construcción del medio y a todo lo que es el armado de la agenda”.
En cuanto a las realidades del momento en que se enredó con el proyecto y este presente de celebración de aniversario redondo, María Cruz indica que “en todos estos años pasaron un montón de cosas, son contextos muy diferentes, desde lo social, lo político, lo económico y sobre todo desde lo tecnológico, porque estamos hablando de un medio digital”, y añade: “En el camino tuvimos que reinventarnos un montón de veces, aprender lo que es rediseñar un sitio web, cambiar y potenciar todo lo que tiene que ver con la narrativa audiovisual, con lo fotográfico, fuimos sumando todo ese laburo que tal vez antes no era tan fuerte y ahora entendemos que es fundamental a la hora de poder pensar una cobertura. Y el desafío de siempre es la sostenibilidad. Eso no cambió mucho (risas) ya que sigue siendo tan difícil ahora como antes y seguimos trabajando mucho eso. Es muy difícil gestionar y administrar un medio y conseguir recursos para que ese medio pueda sostenerse en el tiempo. Eso lo tuvimos que ir aprendiendo y fuimos también asumiendo esos desafíos tratando de vincularnos con otros medios autogestivos, aprendiendo de esas otras experiencias. Hoy formamos parte de AReCIA (Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina) y a través de ahí podemos disputar por ejemplo lo que es la pelea por la pauta oficial a nivel nacional. Eso nos ha dado un empuje en estos últimos años porque como toda lucha, es una lucha colectiva”.
En cuanto a eso de vincularse con otras experiencias del palo, EnREDando en un momento se encadenó de alguna manera con el semanario El Eslabón. “Fue gracias a Juane Basso. Tuvimos esa primera reunión en la casa de calle Tucumán, que el Nodo compartía con La Masa y otras organizaciones, le propusimos la posibilidad de producir un suplemento en papel y obviamente Juane nos abrió las puertas y las páginas de El Eslabón confiando plenamente en el contenido que podíamos sumarle y aportarle al periódico. Gracias a esa confianza pudimos articular con los compañeros y compañeras la publicación durante muchos años de ese suplemento y ahora la producción de una nota mensual. Para nosotros es fundamental y está buenísimo porque EnREDando no tiene ninguna edición en papel y ésta sería, desde aquel entonces y hasta ahora, nuestra pata más ligada a la gráfica impresa. Y también estamos muy vinculados con Aire Libre que es la radio comunitaria de Rosario. Durante muchos años hicimos un micro radial y en tiempos de pandemia producimos episodios de podcast, de relatos sonoros. Entendemos que se trata de eso, de entrelazarse y de potenciar el contenido que cada medio produce”.
Por último, al ser consultada por los orígenes de su pasión por la comunicación, y sobre todo por cierto modo de entender y sentir a la comunicación, María Cruz Ciarniello desempolva el baúl de los recuerdos y sentencia: “Tengo un cuaderno guardado desde los 10 años en el que ya escribía historias y textos, todo con la máquina de escribir. Algunas cosas de ficción, de terror. Siempre me gustó la escritura y en algún momento hice un taller literario, pero me orienté más para el lado de la cuestión periodística y empecé la carrera de Comunicación Social y nunca dudé de lo que quería ser y que eso era lo que me gustaba. Y también ser parte de un medio comunitario como EnREDando, o cualquier medio autogestivo, que implica dejar de lado otras cosas porque te lleva mucho tiempo y dedicación. Y aunque muchas veces no es un tiempo remunerado, para quienes estamos en este tipo de medios lo que nos mueve a sostenerlos es el amor al proyecto, la pasión por el oficio y por creer en este tipo de periodismo en el que quizás no vemos resultados económicos pero sabemos que hay resultados colectivos que son los que nos impulsan a seguir. En lo personal no dudo de que EnREDando es mi trinchera de militancia dentro de lo que es la comunicación. Al menos como yo lo siento y lo entiendo al periodismo”.
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