Radiografía de la Selección Argentina en su recorrido hacia la final del Mundial Qatar 2022 ante Francia. Los pasajeros de La Scaloneta, que se abre camino al andar y no para. La ausencia más presente.
Emiliano Martínez jugaba sus primeros partidos con la Selección Argentina en Eliminatorias cuando cayó desplomado por un topetazo del portentoso defensor colombiano Yerry Mina, y debió ser reemplazado. Un detalle: nunca, ni ante el nocaut, soltó la pelota. En la Copa América se cruzó al zaguero en los penales, y se lo comió.
En su tan breve como auspicioso paso por Arroyito, Nahuel Molina dejó un importante surco por todo el lateral derecho, tan grande que se confunde con la fosa. En la Selección, cuando se suelta, imita esas corridas. A Cristian Romero nos lo presentó Lionel Scaloni. Bochado en Belgrano de Córdoba, el Cuti fue uno de los tantos que el DT sacó de la galera como un mago a una paloma. Y promete seguir volando. Más cerca del bastón que de la galera, Nicolás Otamendi reparte lo que sea a quien se le cruce en el camino, como el mejor de los deliverys. Salvo excepciones, no pasa ni la pelota ni el jugador. También bochado, pero de Newell’s y por petiso, Lisandro Martínez demostró estar a la altura y gana tanto en el cielo como en la tierra. Cuando la pelota descansa en su zurda, recuerda al enganche que fue en su Gualeguay natal. Y lo más importante: tiene buena Memoria, que saca a relucir cada 24 de Marzo. En el lateral izquierdo no se puede decir que no hay huevo: Marcos Acuña, hombre del ascenso argentino. Debutó en Ferro, aunque de verde no tenga nada. Y cuando no juega, el siempre correcto y bien peinado Nicolás Tagliafico lo reemplaza con creces.
A Alexis MacAllister le tocó la dura tarea de suplir la baja del “irremplazable” Giovani Lo Celso. Y no se puso colorado. Mete y juega a la vez. Se ganó muy bien el puesto, con el Mundial andando, al igual que el daltónico de Enzo Fernández, que no distingue colores de camisetas, ya que con todas juega lo mismo. Buen remate de media distancia y menos nervios que Cacho Garay. Leandro Paredes también llena ese formulario de buenos remates lejanos, pero pagó caro su inactividad, y va y viene entre el banco y la cancha. Pegada exquisita y sabe como pocos que la pelota va siempre al 10. También lo sabe Rodrigo De Paul, otro gran “acierto” del DT. Es el motor de La Scaloneta y, en su defecto, la rueda de auxilio. Alejandro Gómez, el Papu, no será David Beckham ni por la pinta ni por la pegada, pero tira hermosos pasos de baile, así en la pista como en la cancha.
Para Ángel Di María es más sencillo sacarse de encima a sus rivales que a las lesiones. Capaz de romper con el equilibrio trazado por una regla, Fideo no se cansa de intentar. Y si es crack, es porque esos intentos no suelen fallar. Lautaro Martínez es, en toda esta etapa, quien le pone la frutilla al postre: el gol. Por ahora, sólo comió naranja. De Toro amansado, si mete una, pasará a Toro Salvaje. Por suerte está Julián Álvarez, el púber. Scaloni lo convocó cuando aún comía banco en River. El City de Guardiola se lo sacó de las manos, y en su debut mundialista ya la rompe. Cansa de sólo verlo correr. Y mejor aún: tiene combustible para rato.
Lionel Messi fue la figurita difícil para los chicos (y grandes) del álbum, primero, y para los adversarios después. Tanto fútbol en un sólo cuerpo emociona hasta las lágrimas a la persona más insensible. Ablanda corazones de piedra, a tal punto que el mundo lo quiere ver campeón. En 2006 masticó la bronca desde el banco; en 2010 se (des)consoló en los hombros del Diego; en 2014 miró de cerca la copa pero no la tocó; y en 2018 creyó que, con la eliminación consumada, se le iba la chance final. Si será generoso que en su último baile, éste de 2022, también bailan los rivales.
PD: Me encantaría ser creyente para decir que D10S nos guía desde el cielo. Que ayuda al Dibu a evitar los goles, y a los delanteros a hacerlos. Que detrás de una pifia adversaria está Él, y detrás de una gambeta nuestra, también. Pero el ateísmo me priva de esa posibilidad. Cuando las cámaras de la televisión oficial muestran en los estadios a las leyendas de pantalones cortos (ahora bien empilchados), veo. Veo un lugar vacío. Pero algo veo.
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