¿Qué tienen en común el Mundial, el fútbol y las infancias? La pregunta la recoge la educadora Fernanda Felice para poner el acento en el valor del juego para las niñas y los niños. Más aún cuando éste llega de la mano de un deporte colectivo y popular como el fútbol, en un tiempo de afectos y emociones.

Fernanda Felice es fonoaudióloga y docente de la Universidad Nacional de Rosario. También es autora de Diario de una princesa revolucionaria (Sudestada); Cuentos desobedientes. Cuentos para cuidar las infancias (Laborde Editor), y El tiempo de ser niñas y niños. Relatos y reflexiones acerca de la comunicación, el lenguaje y el aprendizaje escolar en tiempos de infancia (Laborde Editor).

Durante el mes que duró el campeonato de Qatar 2022 compartió en las redes sociales una serie de reflexiones sobre lo que se vivía alrededor de cada encuentro deportivo, los jugadores, los medios y las chicas y los chicos.

Foto: Jorge Contrera

—¿Qué tienen en común el Mundial, el fútbol y las infancias?

—El fútbol es un deporte muy vinculado con el juego, y eso tiene que ver con las infancias. Por eso me atrevo a hacer algunas reflexiones, incluso sin saber nada de fútbol, pero siempre pensando en la importancia que el juego y el deporte colectivo tienen para la niñez. Y el Mundial, porque es un evento histórico, significativo en la historia de todas las personas, que nos marca a todos nosotros que somos grandes, mucho más a quienes son pequeñitos, están creciendo y aprendiendo. Lo otro que tiene es que el fútbol es popular; porque hay otros deportes que son colectivos pero no generan las mismas pasiones, emociones, sentires, la posibilidad de compartir entre generaciones algo que se vivió en otro momento y ahora se puede replicar. Permite esa conexión entre quienes son más pequeñitos y padres, madres, abuelos, abuelas que pueden compartir su propia historia.

—Hablás del Mundial como un tiempo para compartir con familias y amigos, para estar con los más cercanos.

—Eso es muy importante porque esta Selección, este grupo de chicos, si algo ha demostrado es que es un grupo de amigos jugando a la pelota, independientemente de su capacidad maravillosa para jugar al fútbol y para haber ganado. Eso lo vemos permanentemente en los comentarios, en las palabras que se dedican unos a otros, también en todos los gestos amorosos que han tenido: en los abrazos, cuando lloran juntos de emoción o lloran juntos de alegría. Todas esas manifestaciones, emociones a flor de piel que nos han transmitido, también son lindas para mostrarles a los chicos. Cuando pasaron a la final, Tití Fernández (periodista) le preguntó a Messi por qué él consideraba que éste había sido su mejor Mundial y lo que le dijo Messi es porque empezó a disfrutar con sus amigos. Eso también es un mensaje para las niñas y los niños.

—Se trata entonces de poner el acento en el valor de estar con amigos, más que de competir ¿Qué oportunidades deja un campeonato como el mundial de fútbol, en término de aprendizajes?

—Esa es una enseñanza hermosa. Siempre decimos que las niñas y los niños tienen que tener cuidado frente a la redes sociales, pero también se han compartido cosas muy interesantes; como, por ejemplo, la historia de Messi en los mundiales, donde muchas veces desde los medios de comunicación ha sido tildado como un fracasado porque alguna vez perdió o la pelota no entró. Y en todo caso hubiese fracasado si no hubiera insistido en lograr lo que realmente era su sueño desde niño. Respecto de la competencia, muchas veces se intensifica desde el universo adulto, y entonces se presiona a las infancias para que sean exitosas. Este Mundial también hace un aporte para reflexionar y acompañar a la niñez. Les podemos recordar, a grandes y chicos, que los mejores jugadores del mundo también se equivocan, pierden partidos y son criticados. Nadie está a salvo de cometer errores y de padecer el injusto estigma del fracaso. De este modo podemos aliviar a las niñas y a los niños, para que aprendan a tolerar sus propias frustraciones y puedan sobreponerse a los obstáculos. Además, podemos advertirles que muchas personas no les van a perdonar que se equivoquen. Porque vivimos en un mundo que nos exige que seamos exitosos y productivos. Pero nosotros y nosotras, que ya somos grandes, tenemos la responsabilidad de cuidar a las infancias y recordarles que tienen derecho a jugar y a equivocarse.

—En uno de tus posteos escribiste: “Lionel Messi, un muchachito con problemas de crecimiento, que creció tanto, tanto hasta convertirse en el mejor jugador del fútbol mundial” y “Angelito Di María, un niño «hiperactivo», que le hace honor a su inquieta infancia y no se detiene en la cancha”. De alguna forma, una invitación a pensar en las particularidades de las historias de cada niña y niño.

—Por supuesto. Lionel y Angelito fueron niños en otras circunstancias históricas en las que no era tan frecuente este fenómeno que nos preocupa y que tiene que ver con la patologización de las infancias. Más allá de que pudieran haber recibido una atención médica como corresponde, siempre que se lo necesite, en el deporte encontraron una manera de destacarse. En el caso de Di María, la indicación médica fue que hiciera un deporte para desplegar toda esa energía, que también es propia de la infancia, más allá de las particularidades de cada uno. Eso es bueno que se pueda repensar y revisar. Porque la inquietud, el movimiento, son parte de la infancia, más allá de lo particular de cada uno. Y los dos médicos que se ocuparon nos regalaron dos jugadores de este Mundial.

—Se viralizó un video en el que se ve a los hijos de los deportistas argentinos jugando al fútbol con una botella de plástico, haciéndose un espacio para encontrarse y jugar al finalizar el último partido del Mundial ¿Por qué es importante el juego? ¿Qué simboliza la pelota?

—El juego es fundante. Lo sabemos desde las distintas teorías y desde todos los argumentos que podemos dar: es la principal actividad de la infancia. Es lo que les permite a las niñas y los niños habitar y comprender este mundo. Es importantísimo que las chicas y los chicos puedan jugar. Para nosotros, que somos argentinos, como para muchos otros pueblos, el fútbol tiene un valor muy especial por lo que mencionamos antes: porque es un juego colectivo y es un deporte popular. Y ahí, la maravilla de la infancia, a la que no le hace falta tener una pelota porque cualquier objeto puede convertirse en eso y se puede jugar. Y lo más lindo es que estos chiquitos pueden tener lo que se les ocurra, porque dinero no les falta, y no dejan de ser niños y jugar como cualquier otro.

Tras el mismo sueño*

Foto: Sol Vassallo

Lloramos de alegría y de emoción por la ilusión del piberío, que andaba por las calles con camisetas originales, alternativas, inventadas o imaginadas (como dice la periodista Sofía Martínez), por el niño que Lio alguna vez fue, y por todos los chicos de la Selección que invocaron el mismo sueño.

Después de la victoria frente a Croacia, un periodista le dice a Messi que este es su mejor mundial y le pregunta cuál es el motivo. La Pulga respondió: «Empecé a disfrutar y este equipo es una locura». Niñas y niños: cuando sus familias, profes o entrenadores los presionen para ganar, recuérdenles que el más grande jugador del mundo les avisó que sólo es posible jugar mejor cuando se disfruta con amigas y amigos.

El gol de Diego con la mano a los ingleses, no nos devolvió a los pibes de Malvinas, pero por un instante sentimos que la suerte estuvo de nuestro lado. Eso no es poca cosa para un país latinoamericano, que sabe más de penas que de glorias; y no porque no seamos capaces, sino porque sabemos con los bueyes que aramos: los poderosos que, a toda costa y a cualquier precio quieren aplastarnos, dominarnos. Por eso, si podemos dominar la pelota por un rato y conseguir una victoria, sentimos que podemos cambiar la historia.

Lionel Messi, un muchachito con problemas de crecimiento, que creció tanto, tanto hasta convertirse en el mejor jugador del fútbol mundial, después del más grande de la historia. Angelito Di María, un niño «hiperactivo», que le hace honor a su inquieta infancia y no se detiene en la cancha. Por suerte, La Pulga y Angelito fueron niños que se desquitaron jugando al fútbol y, siendo grandes, nos aseguran que los distintos siempre se destacan y se burlan de quienes se llenan la boca hablando de parámetros de «normalidad» establecidos.

¡Qué interesante y necesaria experiencia de aprendizaje que las niñas y los niños miren los partidos del mundial en sus escuelas! Más interesante y necesario aún si les permiten escuchar los «análisis»que irán haciendo algunos periodistas, porque les permitirán aprender sobre la vida y el modo en que los medios de comunicación tratan las noticias. Quizás les ayude a entender que, para algunas personas, se puede pasar de ser el mejor al peor, de un momento a otro, y que una derrota puede borrar todos los triunfos conquistados. Podrán descubrir que gran parte de los medios de comunicación cambian su discurso según los vientos que soplan.

*Fragmentos de las reflexiones compartidas por Fernanda Felice en las redes sociales Instagram @ferfelice22 y en Facebook: Fernanda Felice.

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