El “renunciamiento” de Cristina a ser candidata, paso táctico ante el poder proscriptor de la Corte. El corset del FMI, la “insatisfacción democrática” y la violencia política situada. La necesidad del proyecto.
El nuevo “renunciamiento” de Cristina Fernández de Kirchner a ser candidata en los próximos comicios presidenciales tiene la particularidad de no decir expresamente que no desea postularse sino que, tras las cautelares de la Corte Suprema de Justicia mediante las cuales suspendió la votación en Tucumán y San Juan, terminó de convencerse de que hacerlo sería caer en “la trampa”, puesto que el gobierno de los jueces tiene una poderosa llave en sus manos: confirmar el fallo condenatorio por la inverosímil causa “Vialidad”, que la proscribe a través de la inhabilitación para ocupar cargos públicos. Los que no son votados por nadie tienen la capacidad de decidir quién se postula y quién no. “Debemos ser inteligentes para salir de este laberinto y romper la trampa a la cual nos quieren llevar: que tengamos una candidatura prohibida por el Partido Judicial”, dijo la semana pasada la vicepresidenta en su carta de “renunciamiento” a los honores, no a la lucha. “Porque, frente a una derecha cuya única propuesta es arrebatar derechos, el peronismo sigue siendo el espacio político que garantiza la defensa de los intereses del pueblo y de la Nación”, confirmó.
“Ante esta situación resulta imprescindible -más que nunca- la construcción de un programa de gobierno que vuelva a enamorar a los argentinos y las argentinas, y convencerlos de que un país mejor no sólo es posible sino que, además, es deseable. Un programa de gobierno que es necesario no sólo para el peronismo, sino para el sistema democrático en su conjunto”, abundó CFK, quien se refirió también a la “insatisfacción democrática”, esa forma de desilusión popular con la institucionalidad cuando no es vehículo para satisfacer necesidades y garantizar “la movilidad social ascendente”, y que por lo tanto permite la irrupción de cucos que pueden coyunturalmente ser vistos como ángeles, como los Mileis que pululan por el mundo. Que, valga la aclaración, no son “antisistema” sino que representan la profundización de los aspectos más injustos y desiguales del sistema.
Esquivar el callejón
La decisión de Cristina, de la que tal vez se sepa más –sólo tal vez- cuando el 25 de Mayo hable en la plaza de Mayo en el acto por los 20 años de la asunción de Néstor Kirchner como presidente, es de pura lógica.
Convertirse en candidata representa, en las condiciones actuales, ratificar el poder de un sector del Poder Judicial –ostensiblemente alineado a “Juntos por el Cambio y los grupos económicos concentrados”- para sacarla de la cancha sin necesidad de ganarle una elección, a simple fallo.
“Es que cuando hablé de proscripción en diciembre de 2022, no era en ejercicio de artes adivinatorias, sino con la comprensión de la etapa histórica que estamos atravesando. Así como tres personas lo hicieron con las provincias de Tucumán y San Juan, no tengan dudas de que lo harán contra mi persona con el fin de evitar que el Peronismo pueda participar del proceso democrático, o bien debilitarlo, conduciéndonos a un callejón sin salida”, sostuvo en su carta CFK.
Y agregó: “Ya lo dije el 6 de diciembre del 2022. No voy a ser mascota del poder por ninguna candidatura. He dado muestras, como nadie, de privilegiar el proyecto colectivo sobre la ubicación personal” (lo sabe Alberto Fernández).
“No voy a entrar en el juego perverso que nos imponen con fachada democrática para que esos mismos jueces, encaramados hoy en la Corte, dicten un fallo inhabilitándome o directamente sacándome cualquier candidatura que pueda ostentar, para dejar al Peronismo en absoluta fragilidad y debilidad frente a la contienda electoral”, abundó.
La determinación de la vicepresidenta y líder del espacio denominado Frente de Todos es puramente racional y lógica. Abre nuevos escenarios: algunos se ilusionan con un “17 de octubre” el próximo 25 de mayo, no para convencerla, sino para crear las condiciones que adviertan a los jueces de la Corte acerca de lo inoportuno que sería dejar afuera de carrera electoral a la líder de un movimiento popular.
El dirigente de La Cámpora y funcionario bonaerense, Andrés Cuervo Larroque, dijo que Cristina “no se bajó” sino que “la bajaron” porque está “proscripta” a partir del fallo en su contra por la causa Vialidad.
“Hay una voluntad de ella, pero hay un sistema que lo impide”, consideró el dirigente, para agregar que “el sistema de poder no quiere que el peronismo pueda votar a la candidata que más votos tiene”, por lo que abogó por “luchar contra ese sistema de poder”.
El otro escenario que se desató tras la carta pública de Cristina, es el del resurgimiento y posicionamiento de figuras del espacio oficialista para darle continuidad al proyecto, lista que por ahora tiene a varios aspirantes. Una de las preguntas que se impone, además de las cuestiones netamente electorales –y no por eso menos trascendentes- es ¿qué proyecto?
En el fondo
La carta pública de CFK comienza recordando que este año se cumplen 40 años de democracia en forma ininterrumpida, lo cual no es poco para un país que en el siglo pasado tuvo cinco interrupciones del ciclo constitucional, cuando el Partido Judicial no era tan relevante ante la preeminencia del Militar.
La vicepresidenta señaló que “una parte importante de la ciudadanía no se siente representada ni contenidas sus aspiraciones, en una democracia que se perdió en lo económico, degradó en lo social y ha comenzado a romperse en lo político e institucional”.
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Sobre el primer aspecto, puntualizó que la soberanía económica comenzó a perderse a partir de 2016 con el inicio del nuevo ciclo de endeudamiento externo impulsado por el gobierno de Cambiemos que derivó en el “inédito” préstamo del FMI para que Mauricio Macri gane las elecciones que terminó perdiendo, y que permitió “la retirada en dólares de los fondos de inversión especulativos”.
“La historia que siguió es la misma de siempre con el Fondo en nuestro país: interviene, toma el timón de la economía argentina, impone su programa económico y se dispara otra vez el proceso inflacionario sin control en la Argentina. La casualidad no es una categoría política y, por eso, no es casual que ninguno de los dos Presidentes que aceptaron el programa del FMI conserve aptitud electoral”, sostuvo Cristina.
Los términos de la renegociación del acuerdo con el Fondo, que llevó adelante el entonces ministro de Economía, el taimado Martín Guzmán, fue justamente lo que terminó por quebrar la relación entre Alberto Fernández y su mentora, que incluyó la renuncia a la presidencia de la banca oficialista de Diputados del FdT de Máximo Kirchner.
Desde entonces, Cristina advirtió en varias oportunidades sobre las consecuencias del cumplimiento de dicho acuerdo –que, como quedó demostrado, es incumplible- en materia social, económica y electoral.
Ahora, en la carta, CFK ratificó que con la tutela del Fondo y su receta única, la magnitud de la deuda contraída, las corridas cambiarias para forzar una devaluación y la consiguiente alta inflación “resulta imposible para cualquier gobierno administrar razonablemente la natural puja distributiva por el ingreso y convierte a la inflación en el más fenomenal instrumento de transferencia de recursos de toda la sociedad a los sectores más ricos y concentrados de la economía que se apoderan de esa renta extraordinaria en un marco de laxitud tributaria”.
En ese contexto, la carta señala que “acabada la Democracia económica se degrada la Democracia social y el paradigma peronista de la movilidad social ascendente”.
De ese modo, advierte, “por primera vez en la Argentina observamos cómo convive un bajo índice de desocupación (6,3 por ciento) con un alto nivel pobreza (40 por ciento)”.
Pero esa caída, como suele ocurrir, no es pareja. “De esta manera, encontramos trabajadores en relación de dependencia que son pobres y el surgimiento de una sociedad dual, donde una parte accede a todos los bienes y servicios y la otra, mayoritaria, ve notablemente reducidas sus posibilidades de progreso o, directamente, carece de ellas”.
Si algo caracterizó al proyecto justicialista fue, justamente, haber parido una sociedad socialmente integrada que contribuyó a la creación de la mayor clase media de los países latinoamericanos, la contracara de esa “sociedad dual” que menciona la intervención pública de la vicepresidenta.
Violencia singularizada
Cristina recordó que en los 40 años de democracia existieron “dos crisis económicas y sociales de extrema gravedad: en 1989 con la hiperinflación y en el 2001 con la caída de la convertibilidad”, que derivó en una crisis institucional -5 presidentes en una semana-, pero que es resolvió en el marco de la Constitución.
De esa última crisis surgió la figura de Néstor Kirchner, y lo que hoy se denomina “kirchnerismo”, una de las formas que adoptó el movimiento político surgido a mediados del siglo pasado.
“Sin embargo, en ninguno de estos momentos se puso en duda el Pacto Democrático plebiscitado en octubre de 1983, por el cual ni la violencia política sobre el adversario ni la proscripción electoral serían elementos del accionar político”, indicó CFK en su carta.
En cambio, continuó, “hoy los fantasmas del pasado han vuelto a la realidad política argentina. Durante el año 2022 vimos cómo la violencia verbal y simbólica que, desde hace años venía siendo implantada en la sociedad por los medios de comunicación hegemónicos, se materializó en la calle a través del accionar de grupos violentos que agredían, insultaban y amenazaban de muerte con bolsones mortuorios, guillotinas, antorchas, piedras y escraches”.
Pero esa violencia política, simbólica y discursiva, a diferencia del fenómeno “que se vayan todos” de 2001, ahora “estaba absolutamente direccionado. No era contra todos los partidos políticos o todos los dirigentes, como en la crisis del 2001. Era contra el peronismo o el kirchnerismo, como más te guste”.
El punto más alto de ese fenómeno, fogoneado por los candidatos y dirigentes de la derecha neoliberal y amplificado por una parte del poder comunicacional que no los repudia sino que los atiza, fue el intento de magnicidio del 1º de septiembre pasado. No había ocurrido nunca algo así, pero pasó “como si nada”. La construcción previa de Cristina como un monstruo habilitó, de alguna manera y en algunas cabezas, la justificación social de la violenta intervención de los Cazafantasmas. A Perón le bombardearon la plaza de Mayo, en otro contexto.
Para ratificar su decisión de no participar del turno electoral, Cristina recordó un indisimulable titular del diario Clarín: “La bala que no salió y el fallo que sí saldrá”. Marioneta de nadie, había dicho.
No nos han vencido
Que Cristina no sea candidata, a pesar del inocultable valor que los liderazgos poseen en la historia política argentina, no significa “la desaparición del peronismo”, ese monstruo que el neoliberalismo quiere “exterminar” porque, entiende, es el único escollo para sus afanosos planes.
“Y en cuanto a los que exigen la desaparición del peronismo o del kirchnerismo -cual caricatura de la «solución final» para la Argentina-, a 40 años de Democracia les recomiendo presten atención a la historia y a la larga lista de «exterminadores vernáculos» que nunca pudieron convencer a los argentinos que comer bien y cuatro veces al día es una cuestión ideológica; que tener un lugar digno para vivir y ver crecer a sus hijos, estudiar y progresar es de populistas; o que trabajo y salarios dignos es una creencia antigua”, sostuvo en la carta.
Y cerró: “A ellos les digo: no pudieron ni podrán acabar con la memoria ni los sueños de millones de argentinos y argentinas a vivir en una nación libre, cuyo pueblo progresa en orden y es feliz”.
El táctico paso al costado de la lideresa, si de eso se trata todo esto, deja abierto el desafío de continuidad del proyecto político que, entre otros aspectos, requiere representación y competitividad electoral. Cuestión necesaria pero no suficiente, porque los problemas no se solucionan solamente con un triunfo en un turno electoral, como lo demuestra la experiencia “Alberto”.
Dijo Cristina: “Porque, frente a una derecha cuya única propuesta es arrebatar derechos, el peronismo sigue siendo el espacio político que garantiza la defensa de los intereses del pueblo y de la Nación”.
Entonces, “ante esta situación resulta imprescindible -más que nunca- la construcción de un programa de gobierno que vuelva a enamorar a los argentinos y las argentinas, y convencerlos de que un país mejor no sólo es posible sino que, además, es deseable”.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 20/05/23
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