“Allá, el Estado se pone con las lucas y los estudios son gratis”. “Allá” es Argentina, y “el Estado se pone con las lucas” se traduce en que la universidad es gratuita y de libre ingreso. La charla es entre dos estudiantes recién egresadas del secundario y que buscan, casi por descarte, hasta dónde le dan los números de sus bolsillos para hacer una carrera en su país. Transcurre en la Chile del ex presidente Sebastián Piñera, en uno de los capítulos de El reemplazante, una ficción basada en la realidad del mercado educativo.

En la serie –realizada por la Televisión Nacional de Chile y proyectada entre 2012 y 2013 en el país vecino– se habla de vouchers, meritocracia, aranceles y exámenes competitivos como premisas máximas de una educación de calidad. O, al decir de Piñera, de la “doble dimensión de la educación: un bien de consumo y un servicio”. Una perspectiva de la educación pública sumamente distante de la que les mostraba la Argentina a esas jóvenes chilenas. La calidad de la enseñanza, la gratuidad y el ingreso sin restricciones a los aprendizajes son derechos y conforman el patrimonio nacional. 

El modelo que concibe a la educación como un bien transable y al que acceden los mejores, que en este caso son los ricos, es el que se les hace agua la boca a los sectores de derecha en la Argentina, cuyo máximo referente por estos días es el candidato presidenciable de La Libertad Avanza, Javier Milei.

Por convicción y por ignorancia, en varias declaraciones a los medios Milei anuncia sin tapujos que de llegar a gobernar el país instalará en la educación pública un sistema de vouchers, por el que el Estado se desentiende de la educación pública, le da dinero a las familias (vouchers) para que financien la escolaridad de sus hijos y las escuelas se vuelvan competitivas para atraer ya no a las niñas, niños y adolescentes sino a su clientela. En ese modelo encajan perfectamente los exámenes estandarizados y las empresas especializadas en generarlos. 

Para explicar de manera didáctica a dónde apunta su propuesta educativa, Milei comparó el sistema de vouchers para la educación con la tarjeta Sube: “Yo te lleno tu tarjeta con los fondos para que vos pagues la institución a la que vos querés ir”.

La implementación de los vouchers permitiría –en la visión de Milei– terminar también con “el adoctrinamiento” que baja de los Ministerios de Educación. “Si vos querés estudiar, vas a tener la posibilidad de estudiar. La diferencia es que vas a dejar de ser rehén del sistema de adoctrinamiento del Estado”, dijo en esas mismas declaraciones

Otro de los puntos clave de su plataforma es terminar con la obligatoriedad escolar. Una meta que cierra con esta doctrina del mercado educativo. “¿Vos querés obligar a un ser humano a que haga algo? El sistema de la obligación no funciona. El problema es que vos querés controlar a los seres humanos e imponerles tu patrón moral, y yo lo que creo es que le tenés que dar las posibilidades. ¡Eso de andar poniéndole pistolas en la cabeza a la gente para obligarlas a hacer lo que a mí me gusta, no me gusta!”, respondió en otra entrevista radial ante la pregunta sobre la obligatoriedad de la enseñanza.

Estas declaraciones sobre puntos clave para el sistema educativo, Milei las repite desde que se instaló su presencia en los medios, aunque se vienen amplificando con más atención desde principio de este año electoral. 

Fue en abril pasado cuando las maestras y maestros agremiados en la Ctera le respondieron de manera contundente sobre los vouchers y la obligatoriedad del sistema educativo: “Milei no entiende nada de educación, lo único que conoce parecen ser los titulares de la reforma neoliberal de los años 90, y con ese discurso que atrasa, no hace más que presentar una propuesta que se cae por su propio peso, que de manera exitosa no existe en ninguna parte del mundo, tal como está sucediendo con la idea de dolarizar la economía”.

Desde la Ctera remarcaron que “los vouchers refuerzan las concepciones individualistas, profundizan las desigualdades y convierten a la educación en una mercancía más. La salida, por el contrario, es con más presencia del Estado, con proyectos colectivos, solidarios y de ampliación de derechos, especialmente, para los sectores más desprotegidos de la población. Un derecho como la educación, no puede dejarse librado a las reglas del mercado”.

El ministro de Educación de la Nación Jaime Perczyk alertó aquella vez que “la educación es un derecho y como tal requiere financiamiento del Estado. Desde 1884, la Constitución plantea que la educación primaria es gratuita y obligatoria”, a la vez que subrayó que “Milei cree en la educación como un mercado”.

Tras las Paso de este domingo 13 de agosto, el candidato de La Libertad Avanza envalentonado con su triunfo electoral reafirmó que de ser presidente de la Nación, la educación dejará de ser gratuita y obligatoria, y para que no queden dudas de las medidas que llevaría adelante la descartó como un derecho.

“El sistema de la obligación no funciona. Si querés estudiar, vas a tener un voucher y vas a poder estudiar, cambia el sistema, el tema de la obligatoriedad es querer controlar a los seres humanos e imponer tu patrón moral. El que quiera estudiar, estudia, pero obligar no me gusta”, ratificó Milei para que nadie piense dos veces lo que proyecta para la educación argentina. 

El “curro” de la ciencia

Por convicción y por ignorancia, esta semana que pasó, el referente de los mercados prometió terminar con el Ministerio de Ciencia y el Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Para Javier Milei son curros y gastos, otros ámbitos de los que considera bien puede ocuparse la actividad privada. Lo dice con todas las letras y lo explicita en un video donde va desechando papelitos de una pared con los nombres de los Ministerios que proyecta eliminar: “Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, algo bien del sector privado, nada bueno salió del sector público: ¡Afuera!” Y así sigue su lista de eliminados con Trabajo, Cultura, Salud, Educación… 

“Milei muestra una ignorancia enorme y la vocación colonial de su proyecto de país. Lo que no produce nuestra gente hay que comprarlo afuera y, cuando uno compra, la mayor parte de los recursos se van del país. Los países que él debe admirar y que llama libres son los que más invierten en ciencia y tecnología”, respondió el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, Daniel Filmus, en declaraciones a Télam Radio.

La presidenta del Conicet, Ana Franchi, también respondió a los ataques de Milei: “La ciencia y la tecnología son soberanía. No hay país desarrollado que no invierta en este sector. En la pandemia, el Conicet desarrolló en un mes y medio kits de diagnóstico en la Argentina y creó el kits de barbijos que se exportó, y gracias a eso entraron divisas; generó insumos de todo tipo que sirvieron acá y en el mundo. La ciencia y la tecnología son soberanía, no me imagino un país desarrollado que no invierta en ciencia y tecnología”. Y alertó que el desarrollo científico de un país está en el Estado, además de explicar que “el trabajo de los científicos del Conicet impacta en nuestras vidas todos los días”.

Foto: Télam

El plan de Milei de eliminar ministerios del Estado no cierra sin represión a cualquier intento o acción de protesta. Así lo promete a los sindicatos, a sus trabajadoras y trabajadores: “Los meto presos a los que protesten”. Un panorama desalentador para la democracia, más cuando este año cumple 40 años ininterrumpidos. 

Patricia Bullrich, la otra candidata presidencial, no es mejor que Milei. Aunque pise otro carril en la carrera electoral, está bien cerca de estas medidas antiderechos y claudicatorias de soberanía. Y ya que estamos, el candidato radical de Juntos por el Cambio, Maximiliano Pullaro, que va por la gobernación de Santa Fe, se apuró a manifestarse cercano al ganador de las Paso nacionales. 

“Los argentinos piden un cambio y Javier Milei interpretó muy bien la angustia y el malestar de quienes no encuentran respuestas a sus problemas. Unidos y en paz vamos a construir ese cambio que el país necesita”, escribió Pullaro en su cuenta de Twitter al otro día de las elecciones. 

Cerrar ministerios, clausurar la ciencia, hacer de la escuela un bien de consumo, terminar con la conquista de derechos universales como la educación pública o estudiar una carrera universitaria no son un chiste ni forman parte de una serie de ficción. Son las promesas electorales del candidato más votado en estas elecciones. 

Este panorama devastador que anuncia Milei para la educación, la ciencia y sus trabajadoras y trabajadores, bien recuerda a aquella frase que el entonces mandatario de Venezuela Hugo Chávez pronunció ante las Naciones Unidas (2006) para referirse al paso, por el mismo estrado en el que estaba disertando, del ex presidente de EEUU, George W. Bush, y a quien calificó como el mismo demonio: Aquí “huele a azufre”.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 19/08/23

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