En su paso por Rosario, Claudia Herrera Salinas, de la Comunidad Huarpe Guaytamari de Mendoza, remarcó la importancia de mantener vivos el idioma, la cultura y la identidad de los pueblos originarios en tiempos de negacionismo, persecución y saqueo de tierras.
“A nuestros ancestros les cortaban la lengua para que no transmitieran nuestro idioma y nuestra cultura”, dice Claudia Herrera Salinas, Omta (autoridad) de la Comunidad Huarpe Guaytamari con orígenes en lo que hoy se conoce como Uspallata, Mendoza. De paso por Rosario –o por “esta tierra ancestral que hoy conocemos como Rosario”, como le gusta destacar– donde presentó su libro de poemas y canciones Millcayac Mayena , Claudia repasó la historia de los pueblos originales y repudió la violencia padecida en estos últimos tiempos, como la represión en Jujuy.
“Este libro es un aporte que estoy haciendo al proceso que nos venimos dando en principio como comunidad para la revitalización de nuestra lengua huarpe millcayac”, indica Herrera Salinas en diálogo con el programa Poné la Pava de Radio Rebelde Rosario, y se explaya: “Desde la llegada de la colonización, lo que se hizo fue prohibir el idioma, prohibir la lengua, el idioma materno. Es una forma, una estrategia para llevar adelante el exterminio de nuestras culturas. Esto no se logró, entonces lo que hacían para que nuestra gente dejara de hablar el idioma es que literalmente les cortaban la lengua. Durante muchas generaciones nuestra gente se fue hacia adentro en ese sentido por lo que desde finales de los ochenta, principios de los noventa, comienzo a hablar con gente mayor para iniciar este proceso de revitalización que nunca paró”.
Claudia tiene una voz pausada y apasionada a la vez y cada vez que nombra a la Argentina, o a Mendoza o a la mismísima América se encarga de remarcar que estas tierras son ancestrales y que ahora se las conoce con esas denominaciones. “El idioma, la lengua materna, son fundamentales, no solamente para los pueblos indígenas de aquí del Abya Yala, de América, sino de todas partes del mundo. Los idiomas son los que contienen, transmiten todos los aspectos culturales de nuestros pueblos, y sobre todo la identidad. Por eso estratégicamente se prohibió hablar los idiomas”, fustiga, y continúa: “Los pueblos indígenas, ya hace tiempo, nos pusimos como objetivo esto de revitalizarlo para también ejercer nuestro derecho a la autodeterminación que tenemos como sujetos y sujetas de derecho, de nuestros pueblos. Y más en un tiempo en que en muchos lugares rebrota este pensamiento de aquellos que están en espacios de decisiones y de poder, de negacionismo hacia nuestros pueblos, negando para seguir avanzando sobre los territorios de nuestros pueblos. Por eso hoy, por ejemplo, estamos viviendo en distintas provincias estas persecuciones, esta violencia, y tenemos un malón de la paz que está visibilizando parte de esto”.
Nuestra propia voz
Martina Chapanay es una de las grandes mujeres de la historia de nuestra patria. Hija de un cacique Huarpe, peleó junto a caudillos federales contra los unitarios y es recordada por vengar la muerte de su gran referente Ángel Vicente Chacho Peñaloza luego de batirse a duelo con su asesino. Nombrada chasqui (mensajera) del Ejército Libertador por el mismísimo general San Martín y mencionada por León Gieco en la letra de la canción Bandidos rurales, es también una gran influencia para Claudia. “Asumí este compromiso en mi adolescencia y continúa hasta el día de hoy que ya soy abuelita”, señala la autora, y tras detallar que “tengo nueve nietas y nietos y un largo camino ya recorrido”, explica: “Pertenezco en principio a nuestra Comunidad Guaytamari, que fue en la provincia de Mendoza la primera en obtener una personería jurídica específicamente para pueblos indígenas y a nivel nacional, por lo que marcó un antes y un después en la lucha del pueblo huarpe que hoy ya cuenta con 24 comunidades. A su vez, hemos promovido la creación de una organización provincial que es la “Martina Chapanay”, con todo lo que significa y la responsabilidad de llevar este nombre de una lideresa que colaboró en los momentos libertarios de lo que hoy es Argentina, y una de las mujeres que fue ocultada por la historia oficial por dos cosas: por ser indígena y por ser mujer”.
Claudia es también vicepresidenta de la ONPIA (Organización de Naciones y Pueblos Indígenas de Argentina), que nació luego de un largo proceso y un 12 de octubre, “día muy simbólico para nosotros: el último día de libertad, como le decimos, del año 2003”. Y también es parte de otros espacios como “organizaciones de mujeres, movimientos del feminismo decolonial, que es un movimiento de mujeres indígenas. También desde lo que es la comunicación con identidad, que participamos en el proceso de la ley audiovisual tan participativa que fue desde el año 2009, y logramos conformarnos como la primera productora indígena audiovisual de la Argentina”.
En cuanto al libro que la trajo por estos lares, indica: “La parte central, y como yo lo soñé y lo fui haciendo durante todos estos años, tiene que ver con cómo revitalizar la lengua y que la vayan tomando las distintas generaciones, a través de la poesía y de la música. Entonces hoy los niños, las niñeces, las juventudes están tomando y revitalizando la lengua. No solamente contiene estas poesías, sino que tiene apuntes de la historia huarpe pero contadas por nuestra propia voz”.
Sobre el título de la publicación, Claudia aclara que los idiomas indígenas no tienen una traducción literal, sino que son “conceptos, que van cambiando de sentido de acuerdo al momento y al espacio en que se está”, y fundamenta: “Sí podemos traducir de alguna manera a Millcayac Mayena como «Decir Millcayac: decir desde nuestra propia voz»”.
Antes de despedirse, Herrera Salinas repasa con su propia voz y todas las voces que la precedieron: “Nosotros estamos en Uspallata, antiguamente conocida como Mahuel Turata, Huentota (hoy Mendoza), y de allá vengo. Vivimos cerquita del Aconcagua y desde allí, desde las nubes eternas y de la cordillera de los Andes salimos a compartir simplemente nuestros saberes, a hablar de nuestra cultura, a compartir conocimientos y mi experiencia de vida que, humildemente, quizás sea útil para otras personas que han decidido caminar esta lucha y estos derechos para la autodeterminación y el buen vivir de los pueblos indígenas en todo el territorio de lo que hoy es la Argentina. Tenemos un amplio marco de derechos indígenas y en algún momento fuimos en la región un ejemplo de avance en el derecho indígena pero en estos últimos años ha habido un gran retroceso. Tenemos gente tanto en el sur como en Jujuy y en distintas provincias que está sufriendo violencias, que están presos, presas, judicializados. Esta es una forma de decir que acá estamos, que somos parte de esta sociedad y que tenemos mucho para aportar al bien común”.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 26/08/23
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