Los comicios del domingo ponen en juego no sólo las categorías institucionales. Rosario puede cambiar de signo político luego de dos décadas. La disputa en Diputados, entre la “gobernabilidad” y la hegemonía.
Dos de los cuatro candidatos que surgieron de las Paso de julio animarán las elecciones de este domingo para la categoría gobernador: el oficialista Marcelo Lewandowski y el opositor Maximiliano Pullaro. La Intendencia de Rosario será, tal vez, uno de los principales ejes de disputa de los comicios, en los que después de muchos años llegan a la boleta única de papel sólo dos postulantes: Pablo Javkin, que busca su reelección porque asegura que si gana el candidato a gobernador y presidente que a él le gustan la principal urbe de la provincia será distinta a cómo la deja su actual gestión; y el independiente aliado al justicialismo Juan Monteverde, quien representa el cambio y propone una “Rosario sin miedo”. La categoría de Diputados también resultará central: sin posibilidad de reelección, el gobernador Omar Perotti busca encaramarse en la presidencia de la Cámara baja para liderar desde allí su proyecto político, como antes lo intentaron Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz cuando debieron dejar la Casa Gris. El primero no lo logró, el segundo estaba en eso cuando murió como consecuencia del Covid-19. Una de las consecuencias políticas de esa ausencia fue la alianza del Partido Socialista con la derecha neoliberal. Juntos por el Cambio, que aquí se llama Unidos para Cambiar Santa Fe, procura entronizar a Clara García –la viuda de Lifschitz– como la lista más votada en Diputados, para procurar lo que ese espacio llama “gobernabilidad” y que puede constituir un proceso de hegemonía. ¿Se acuerdan del Congreso como escribanía? También la periodista que reside fuera de la provincia, Amalia Granata, tiene chances en esa categoría.
Solo o acompañado
Una de las principales disputas del domingo 10, al menos en la previa, será por la Intendencia de Rosario, la ciudad con mayor tasa de homicidios del país desde hace más de una década.
Su actual gobernante, el radical con partido propio Pablo Javkin, atribuye los problemas que sufre la ciudad a razones ajenas a su gestión. Se impuso en las Paso a los demás postulantes de Juntos por el Cambio, alianza a la que ingresó hace poco cuando el Frente Progresista se deshilachó.
Por eso basó su campaña para las elecciones generales en resultados también externos: que gane los comicios a gobernador Pullaro y a presidenta Patricia Bullrich, con quien fue compañero de gestión en el gobierno de la Alianza liderada por Fernando de la Rúa.
Sin embargo, Javkin apoyó en las elecciones primarias de julio pasado a la candidata a gobernadora de JxC Carolina Losada, quien había prometido que si era electa mandataria dejaría de residir en Nordelta para vivir en la provincia cuyos asuntos públicos debería administrar. No será necesaria la mudanza, Pullaro arrasó en la interna de JxC o Unidos para Cambiar Santa Fe.
Javkin y Losada, además, se inclinaron en la interna opositora nacional por la precandidatura presidencial del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Ganó Bullrich, con comodidad.
Nada de eso le provocó incomodidad al Intendente para asegurar que, como a los rosarinos “nos dejaron solos”, si se consigue el acompañamiento de la Gobernación y la Presidencia de la Nación, “con el viento a favor, las cosas van a ser bien distintas”.
Es una verdad de Perogrullo. Para cualquier gestión local es mejor, al menos en los papeles, contar con el mismo color político en la Gobernación y la Presidencia.
Pero eso no se puede elegir, y quien se somete a la voluntad popular para ocupar un cargo público debe ejercerlo en las condiciones existentes. ¿Qué ocurriría si no obtienen sendos triunfos Pullaro y Bullrich? ¿Otros cuatro años de soledad e impotencia? Al menos uno de los resultados electorales que establece como condición para poder desarrollar una gestión aceptable parece factible.
El discurso proselitista de Javkin no apeló a sus capacidades o las de la ciudad, su gente y sus organizaciones, sino a una determinación externa que haga posible los cambios que él quiere realizar en Rosario. Puede sonar raro, pero la extrañeza cede al analizar los resultados de las elecciones primarias.
Mientras Javkin obtuvo algo más de 96 mil votos en la ciudad, Pullaro se alzó con casi 128 mil en la categoría gobernador. El intendente salió entonces en auxilio del radical electoralmente exitoso.
Futuro y cambio
Como contracara del determinismo de Javkin, su contrincante Juan Monteverde gastó los 60 días que transcurrieron entre las Paso y los comicios generales en constituirse en el candidato de la esperanza, el cambio y el futuro.
Resultó el ganador de las primarias del peronismo más aliados, coalición denominada Juntos Avancemos, al imponerse sobre el justicialista Roberto Sukerman.
“Estamos a muy poco de empezar un cambio profundo en Rosario. De mirar con decisión al futuro, dar vuelta la página y pasar del miedo a la esperanza”, dijo hace unos días en el teatro Astengo, ante sus seguidores.
También usó frases como “Rosario es capital de la violencia, pero puede ser capital de la transformación porque la energía está en su gente. La política debe animarse a darle poder a la gente y tendremos entonces la ciudad que nos merecemos”.
Sostuvo durante la campaña que “nuestra ciudad no aguanta más odio ni divisiones” y “llegó el momento de volver a encontrarnos”.
Junto a otros jóvenes de la izquierda no tradicional, Monteverde formó la asociación Giros en 2005, con base en el trabajo territorial en el barrio Nuevo Alberdi, al noroeste de la ciudad.
Luego constituyó en 2012 Ciudad Futura, la herramienta política de Giros, cuando decidieron pasar del trabajo social y territorial a la política.
En las elecciones de 2015, CF consiguió tres bancas en el Concejo Municipal, que fueron la base de crecimiento de la fuerza política. En aquellos comicios dejó en el cuarto lugar al peronismo, que llevaba como cabeza de lista a Eduardo Toniolli, quien fue el candidato a gobernador que apoyó Monteverde en las Paso de julio último, en alianza con el Movimiento Evita y otros espacios.
Monteverde mostró en el último tiempo voluntad de poder. Llamó a todos los sectores a delinear el proyecto de ciudad que desea la mayoría, y en esa convocatoria incluyó a trabajadores y empresarios, asociaciones civiles y fuerzas políticas, cámaras patronales y sindicatos.
“Nosotros no representamos ni a la izquierda ni a la derecha”, dijo no hace tanto, para proponerse como el representante de “toda la gente que la política dejó de escuchar hace mucho tiempo y que seguramente piensa muy distinto entre sí”.
Entendió con claridad el momento político, por eso planteó superar “la grieta” desde una perspectiva de acuerdos y diversidad, diferente al estilo violento de Javier Milei.
Es cierto que los problemas no son de izquierda ni de derecha, pero muchas veces sí las posibles soluciones. El crecimiento de Monteverde, quien propone una “Rosario sin miedo”, se funda en comprender que las elecciones no se ganan sólo con los convencidos y las minorías intensas –esas que atizan la “grieta”– sino que requieren del acompañamiento de “toda la gente que la política dejó de escuchar hace mucho tiempo y que seguramente piensa muy distinto entre sí”.
El candidato que puede convertirse en el intendente más joven de Rosario, con 38 años, aprovechó la táctica de campaña de su adversario electoral, Javkin: “¿Qué va a hacer el Intendente si no ganan sus candidatos en las otras categorías? ¿Va a renunciar?”.
En la última semana visitó los estudios de De 12 a 14, el noticiero del canal de aire de Gustavo Scaglione, el Señor de los Medios en Santa Fe y la zona. Allí lo consultaron, otra vez, cómo lo ve el “círculo rojo”, al entender que Monteverde es un izquierdista irredento.
“Ayer estuve en la Bolsa de Comercio y tuvimos una muy buena reunión. Una persona de la comisión directiva me dio la mano y me dijo «me voy gratamente sorprendido, la verdad que nunca te había escuchado». Creo que esa es la clave, nos tenemos que poder escuchar. A veces uno tiene prejuicios, pero cuando nos sentamos a dialogar, nos damos cuenta de que tenemos muchos puntos en común”, respondió.
Dos de cuatro
En la carrera por la sucesión de Perotti en la Casa Gris la contienda tiene como principales animadores al senador Marcelo Lewandowski por el oficialismo y a Pullaro por el frente opositor.
Con un padrón de 2.845.522 de ciudadanos, los santafesinos también elegirán la nueva composición de la Legislatura bicameral, con 19 bancas de senadores departamentales y 50 de diputados; intendentes de 46 ciudades, incluidas Santa Fe y Rosario, 217 concejales y más de 1.600 miembros de comunas.
De las Paso del 16 de julio surgieron cuatro fórmulas para gobernador y vice: Lewandowski y Silvina Frana por Juntos Avancemos; Pullaro y Gisela Scaglia por Unidos para Cambiar Santa Fe; Edelvino Bodoira y Nora Sánchez por Viva la Libertad; y Carla Deiana y Mauricio Acosta por el Frente de Izquierda y los Trabajadores.
Los resultados de las primarias aventajaron al ex progresista Pullaro, que fue el precandidato individual más votado, y la suma de los sufragios de Unidos aventajó con holgura a Juntos. Pero las matemáticas y la política no se llevan bien.
A diferencia del anterior turno electoral, en el que la atención estuvo centrada en las denuncias de Losada sobre los presuntos vínculos narco de Pullaro, el candidato justicialista no hizo eje en ese asunto.
Lewandowski se mostró propositivo y planteó que para cambiar las cosas que hacen falta el mejor camino no es “volver atrás”, en relación a la participación de Pullaro como ministro de la última gestión del Frente Progresista.
Esta semana aseguró que en las elecciones del domingo “se define si a los problemas del presente los resolvemos con una propuesta de futuro”, o “con las recetas del pasado que nos trajeron hasta acá”.
“No tenemos que volver al pasado para mejorar lo que no está bien hoy, hay que mirar al futuro”, dijo el actual senador nacional para agregar que “eso es lo que representamos”.
Pullaro, por su parte, fatigó su latiguillo acerca de que “Santa Fe puede” y se mostró en varias ocasiones con la primera candidata a diputada provincial, la socialista Clara García.
Tan confiado está en el triunfo que llegó a decir en una entrevista con el diario El Ciudadano: “Yo estoy convencido que tenemos una buena policía”.
Unidos centró parte de su campaña en apuntalar la candidatura como cabeza de la lista de diputados provinciales a Clara García. El objetivo es vencer en esa categoría a la nómina que encabeza Perotti quien, como se dijo, busca reagrupar y mantener un equilibrio político-institucional desde la Cámara baja.
El planteo de Unidos es que si García vence en Diputados, eso garantizará la “gobernabilidad” de una eventual gestión de Pullaro.
Tanto Bonfatti como Lifschitz gobernaron con minorías en el Senado y en Diputados, al igual que Perotti en la Cámara baja provincial.
Lo que Unidos llama gobernabilidad puede convertirse en hegemonía, si además del Ejecutivo controla ambas cámaras. No es, tampoco, que un Senado con mayoría justicialista suponga un obstáculo insalvable a los planes de gobierno, como lo entendieron Bonfatti y Lifschitz, que supieron aceitar la relación con los representantes departamentales en la Legislatura.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 09/09/23
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