La inteligencia artificial (IA) genera desafíos urgentes en educación, como la alfabetización digital, que permite formar ciudadanos que diferencien información confiable de la que no lo es, hacer un uso reflexivo de las tecnologías y pensar críticamente, explicó Roxana Morduchowicz, autora del libro La inteligencia artificial: ¿necesitamos una nueva educación?, publicado por la Unesco (de libre acceso).

“El gran desafío de la educación es centrarse en lo que nunca podrá llevar a cabo la inteligencia artificial: promover desde la escuela las competencias de toda alfabetización, las capacidades basadas en el pensamiento crítico, imaginación, curiosidad, libre creatividad, trabajo en equipo, empatía, ética”, dijo Morduchowicz, doctora en Comunicación por la Universidad de París y especialista en educación y tecnologías.

La experta sostuvo que “es ahí donde la educación tiene mucho para aportar, porque no compite con la IA, la analiza, la interroga, la debate y complementa”.

La IA produce cuatro principales preocupaciones en el mundo: puede suponer y generar discriminación; tomar decisiones arbitrarias que linden con actos de censura; utilizar información personal sin autorización; y difundir contenidos falsos, precisó.

“Estos cuatro motivos de preocupación son una razón suficiente para que pensemos en la necesidad de incluir la inteligencia artificial como objeto de análisis en la educación”, subrayó.

Los sistemas basados en el lenguaje de la IA como el ChatGPT se alimentan de millones de textos que circulan en la web, muchos de ellos falsos, por lo que cuando se consultan esos sistemas se corre el riesgo de encontrar e incluso utilizar -cuando no se sabe distinguir- contenido falso.

En el mundo, el principal uso de internet para chicos de primaria y secundaria son las redes sociales que les permiten comunicarse con amigos, el segundo es para escuchar música y el tercero es para buscar información por intereses personales o para responder consignas de la tarea escolar, indicó Morduchowicz.

“Mientras sean usos no reflexivos, no críticos, y no enmarcados en una ciudadanía digital, pueden suponer un montón de riesgos”, como subir demasiados datos personales, que al buscar información para hacer tarea o por intereses personales se queden con el primer link que ven sin saber que puede no ser confiable sino que es el que pagó para figurar primero, o caer en un contenido falso.

“Hoy es indispensable enseñar a buscar información y a diferenciar información confiable de la que no lo es”, resaltó.

En el mismo sentido, dijo que “por ahora la IA no se está utilizando de una manera crítica, reflexiva, para pensar los impactos y la incidencia en nuestra vida diaria”, pero “cada vez más los países reconocen que para poder ejercer una ciudadanía plena se necesita una ciudadanía digital y contar con alfabetización digital”, agregó.

En educación, la IA genera además otros tres desafíos: repensar las consignas, tareas y la forma de evaluar a estudiantes; enseñar a preguntar, repreguntar, comprender cómo funciona la IA; y enseñar a pensar críticamente, precisó la autora.

En ese sentido, explicó que “cada vez es más difícil saber si el texto fue redactado por los alumnos o por un sistema de lenguaje de IA, pero el problema no es de la IA, sino el tipo de consignas que reciben los chicos”.

Las consignas no deben tender a pedirles a estudiantes que resuman un texto, sino más bien a que evalúen y analicen la información, o que analicen cómo funciona la IA, indicó.

“Muchas veces el resultado que arroja la IA puede tener una respuesta incompleta o directamente falsa o bien reflejar sesgos y omisiones. Uno se tiene que preguntar por qué arrojó ese resultado incompleto, si responde a un sesgo a una discriminación o a una omisión intencional”, explicó la autora.

Sobre el segundo desafío, “enseñar a preguntar”, dijo que si bien no es nuevo este desafío en educación, se presenta como urgente ante sistemas de inteligencia artificial basados en el lenguaje que tienen una enorme capacidad de almacenar y memorizar información con millones de textos, algo que ningún humano puede hacer.

“Durante varios siglos el objetivo de la escuela era distribuir información. Hoy no tiene ningún sentido porque la información está a un clic de distancia; lo que necesita hacer la escuela es enseñar a pensar la información, analizarla, diferenciarla y seleccionarla para distinguirla”, añadió.

Como el sistema de IA se basa en la capacidad de formular preguntas, la experta indicó que “lo primero es saber preguntar para formular una pregunta precisa y las palabras indicadas”; luego “saber re preguntarle al texto que arroja la IA” con preguntas que exigen capacidades de reflexión, evaluación, argumentación; y “comprender cómo funciona la IA”, detectar si existen sesgos o discriminación en la respuesta.

Sobre el tercer desafío que se vuelve urgente en este contexto, “enseñar a pensar críticamente”, Morduchowicz dijo que “lo que sucede con la IA es que está tan integrada a nuestra vida y naturalizada que no tomamos distancia y no reflexionamos”.

“Muchos adultos y chicos expresan una actitud de idealización” pero “hay que convertir a la IA en un objeto de análisis, entender que no es neutral, puede utilizar información personal, discriminar, reproducir desigualdades y ofrecer contenidos y respuestas incompletas o falsas”, sostuvo.

Por último, afirmó que “la inteligencia artificial no puede reemplazar a la escuela o al docente siempre y cuando la educación no recurra a consignas simplificadas ni privilegie la acumulación de información, porque ahí la IA es mucho más capaz que un humano”.

“Identificar, comprender y responder a los dilemas y problemas que genera el uso de internet como los usos no éticos de la Inteligencia artificial hoy se vuelve muy urgente, porque cada vez más las decisiones que tomamos están mediadas por las tecnologías, necesitamos promover un acercamiento reflexivo y crítico respecto de las tecnologías e internet, porque condicionan muchos de nuestros comportamientos y decisiones cotidianas”, remarcó.

El libro se presentó esta semana en Buenos Aires, y se puede descargar en forma libre y gratuita en https://unesdoc.unesco.org/

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