Soledad Otaola y Denis Barrios son docentes, enseñaron durante casi un año en la Escuela N°38 “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín”, de la Base Antártica Esperanza. Aseguran que su tarea fue “una contribución a la soberanía de nuestro país” y la consideran “una experiencia inolvidable”, dejando a la vista el orgullo por su profesión. La historia que comparten es una de las tantas vivencias pedagógicas que circularon por el corazón del 6° Congreso Internacional de Educación e Inclusión desde el Sur, realizado este 22 y 23 de septiembre en Río Grande (Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur).
Soledad (43) y Denis (47) son un matrimonio, se conocieron en Río Grande en 2010, cuando ella se mudó de su Jujuy natal al sur. El nació en Corrientes, creció en Tolhuin y luego en Río Grande. Son una familia ensamblada, con cinco hijos, dos en común. Los tres más chicos viajaron con ellos a la Base Esperanza.
Siempre soñaron con conocer y dar clases en la Antártida. Por una razón u otra, ese deseo se fue postergando. Al fin, en 2021 se inscribieron y quedaron seleccionados para participar de la Campaña 2022. Viajaron en marzo del año pasado, primero desde Buenos Aires hasta Río Gallegos en un avión Hércules. Luego, por el mismo medio, hasta la Base Marambio (en la Antártida) y después en el Rompehielos ARA Almirante Irízar hasta Base Esperanza. Llegaron los primeros días de abril. Regresaron el 15 de enero de este año.
“Fui la maestra y directora de la Escuela N°38 «Presidente Raúl Ricardo Alfonsín» que está ubicada en Base Antártica Conjunta Esperanza, durante el año 2022. Como pareja, como matrimonio, como docentes fue contribuir con nuestro granito de arena, con nuestro granito de trabajo, a la soberanía de nuestro país. Fue una experiencia inolvidable”, expresa Soledad, y Denis acompaña cada palabra con su mirada y gestos de aprobación.
Las tareas docentes no se limitaban ni a cuatro ni a ocho horas de clases diarias, podían llevar toda la jornada. Además de lo propio de los contenidos del aula, tenían a su cargo otros talleres, que se ofrecían a toda la comunidad de la Base: desde educación física, hasta cerámica, cine y colonia de vacaciones, enumeran entre esas opciones.
Las clases en la Base Antártica funcionan con la modalidad de plurigrado. Soledad y Denis tenían a su cargo dos alumnos y alumnas en nivel inicial y otros cinco en diferentes grados de primaria. Las jornadas escolares las compartían con otros diez estudiantes que cursaban la secundaria. Si bien este nivel no depende de la Escuela N°38, participaban del mismo espacio de aprendizaje. En Base Esperanza, la enseñanza secundaria se ofrece a través del Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (Seadea).
“En la Campaña 2022 tuvimos que reactivar la escuela, que había estado cerrada por la pandemia”, repasa Denis, quien es profesor de educación física, y agrega: “Esta escuela se caracteriza no solo por dar clases, sino por crear actividades para toda la comunidad, que está formada por las familias de los militares y los militares mismos”.
Denis vuelve sobre el tiempo de clases para subrayar que es imposible dimensionarlo: “A veces estábamos hasta más de doce horas en la escuela. Pero realmente sentimos que nosotros con este trabajo contribuimos a la soberanía, nos sentimos orgullosos de haber sido parte de esa campaña”.
Los dos expresan una y otra vez que viajar a la Antártida y enseñar en la Escuela 38 “siempre fue un sueño, como pareja, como familia”. “Sabíamos que la única manera de conocer esa parte de nuestro país era haciendo lo que sabemos hacer, que es enseñar”, cuenta Soledad de cómo se animaron a esta experiencia. Este año se presentaron nuevamente para la Campaña 2024. El primer paso ya lo dieron: fueron preseleccionados para viajar nuevamente. “Ojalá quedemos”, expresan su deseo en voz alta.
La selección para enseñar en la Escuela 38 de la Antártida la realiza el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de Tierra del Fuego, AeIAS. Está orientada “a docentes o profesionales con título universitario que se encuentren ejerciendo la docencia en la provincia, en matrimonio o unidos de hecho, con o sin hijos”.
En esa selección se tiene en cuenta -explica Soledad- el proyecto de trabajo pedagógico que se diseña, además de la propuesta para toda la comunidad. “Es lo que tiene de particular la escuela”, remarca sobre la idea integral de educación.
¿Cómo es un día de enseñanza en la Antártida? “Base Esperanza es como una comuna donde hay casas para las distintas familias. La nuestra estaba un poco más lejos, a 60 metros de la escuela. Siempre era una aventura nueva llegar a la escuela. A veces había un poco más de viento, mucha nieve, en la que nos enterrábamos, o se acumulaba hielo, pero siempre era una aventura poder llegar”, relata Soledad siempre con la mejor sonrisa.
“Llegábamos -continúa-, compartíamos los recreos, las clases iban desde las prácticas del lenguaje, matemática y las ciencias. Lo hacíamos en un plurigrado, desde las 8 hasta las 12. Nos retirábamos a la casa principal donde almorzábamos todos juntos, con nuestros alumnos. A las 15 volvíamos a la escuela, hasta las 17”.
Soledad y Denis coinciden en que las chicas y los chicos que aprenden en la Antártida “disfrutan de todo”. “Porque todo es nuevo, son niños que vienen de distintas provincias”, destacan en el relato.
Tener en cuenta ese interés por lo novedoso, por la creatividad, por el descubrimiento permanente los obligaba como docentes a reorientar todo el tiempo cada proyecto de enseñanza. La maestra cuenta, como ejemplo, que tenían planificado participar con una iniciativa determinada en la feria de ciencias, pero no pudieron llevarla adelante “porque ellos tenían otras curiosidades”.
“Un día -repasa- llegaron y dijeron: «Seño, viste que había tres soles!» Y de ahí surgió nuestro proyecto de ciencia en relación al parhelio” (fenómeno óptico atmosférico, que consiste en la aparición simultánea de varias imágenes del sol reflejadas en las nubes).
Ronda de maestras y maestros fueguinos
Soledad y Denis asistían el viernes pasado a una de las mesas que se desarrollaron en el 6° Congreso de Río Grande, que este año llevó por título: “40 años. Hacer nuestra democracia más democrática”. El congreso es organizado por la provincia de Tierra del Fuego, AeIAS -a través de su Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología-, junto a la Universidad Salesiana. Esta vez sumó más de 3.500 docentes en el Gimnasio del Colegio Don Bosco.
El panel del que participaban como público estaba integrado por maestras y maestros fueguinos, que intercambiaban sus miradas y experiencias en torno a temas clave como soberanía, Malvinas, derechos, territorio y la importancia de “hacer valer en todos los niveles de la enseñanza el mapa bicontinental de la Argentina”, tal como se escuchó decir una y otra vez sobre la vigencia de la ley 26.651 (2010).
Un profesor que exponía en esa ronda de experiencias los nombró y pidió un reconocimiento para Soledad y Denis, invitando a difundir la tarea soberana que representa la Escuela N°38 de Base Esperanza. Llegaron los aplausos, los saludos y los reencuentros.
El panel -como el lema del congreso- invitaba a desandar lo construido en estos 40 años de vida democrática, para apreciarlo y seguir mirando por más derechos. “Para nosotros es algo muy movilizante, son 40 años de democracia, donde podemos elegir, movernos libremente. Y para nosotros significó haber podido llegar con esa libertad a la escuela de la Antártida y enseñar la democracia ante todo. Porque la democracia es fundamental para sostener la educación”, valoraron Soledad y Denis.
A 3.992 km de Rosario
La enseñanza en Base Esperanza tiene su historia: comenzó en 1978, con la llegada de las primeras familias, y se dio en los inicios en una escuela que dependía del Instituto Militar Dámaso Centeno. En 1996, pasa a depender de la provincia de Tierra del Fuego, AeIAS y a llamarse Escuela Provincial N°38 “Presidente Julio Argentino Roca”. En 2012 la Legislatura Provincial le da el nombre de “Presidente Raúl Ricardo Alfonsín”.
La Base Esperanza está ubicada en el extremo noreste de la Península Antártica o Tierra de San Martín, rodeada de glaciares. En esta zona las temperaturas van entre los 0 y 10 grados bajo cero en el verano y entre los 10 y 35 grados bajo cero en el invierno. Es una de las zonas donde los violentos vientos alcanzan velocidades de hasta 350 km por hora. Se ubica a 3.992 Km de Rosario.
Fue inaugurada en diciembre de 1952 como Base de Ejército Bahía Esperanza por el capitán Jorge Edgar Leal, quien luego comandó la Operación 90, la expedición terrestre argentina al Polo Sur, y fue director de la Dirección Nacional del Antártico (DNA).
Vientos del Sur que cuentan cómo es enseñar en la Antártida y educar en soberanía desde las aulas.
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