Las propuestas de Milei despiertan reacciones y la movilización de sectores populares, en defensa de lo que el “libertario” quiere dinamitar. La igualdad social como anhelo y su frustración. Parecidos con Massera.

Las propuestas y planteos del candidato a presidente de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, provocaron esta semana la reacción de múltiples y diversos sectores sociales que ganaron la calle y la conversación pública en repudio al proyecto ultraliberal, que tanto agita la motosierra ante quienes muestra avidez por recortes sangrientos como exhibe serenidad y aplomo académico en un debate presidencial, incluso para comulgar con la visión histórica del fallecido almirante Eduardo Emilio Massera, condenado por genocidio. En ese caso, exhibe plomo. Estudiantes, docentes y parte de la comunidad educativa de Rosario marchó el último miércoles bajo la consigna “Ni voucher ni arancel, mi Bullrich ni Milei”, incluyendo en la ola podadora de recursos destinados a la educación a Patricia Bullrich, la desorientada postulante de Juntos por el Cambio (JxC), cuyo fundador se mimetizó tanto con el uso de explosivos que parece querer dinamitar su propio espacio político. El viernes 6, al cierre de esta edición, los cadetes de todo el país se reunían en Rosario para debatir sobre su realidad y alertados porque “algunos de los candidatos plantean recortes y retrocesos en materia de derechos laborales”, lo que consideran una “gravísima amenaza”. También los organismos defensores de los derechos humanos repudiaron la intervención del “libertario” en el debate santiagueño en relación a su conceptualización como “una guerra” del genocidio ocurrido en la década del 70 del siglo pasado, y el intento de conversión en “excesos” de lo que el Poder Judicial definió en decenas de sentencias como un plan sistemático de exterminio del oponente político montado clandestinamente desde el Estado, ese que Milei ahora propone reducir a su mínima expresión.

Aun así, no debería entenderse el apoyo electoral obtenido por Milei en las Paso como un corrimiento hacia la derecha de una porción importante de la población argentina. De hecho, buena parte de los votos “libertarios” se explican por una sangría de apoyos que apenas cuatro años antes confiaron en el Frente de Todos (FdT) y, evidentemente, se sintieron defraudados.

Ese electorado parece expresar, más que una convencida adhesión a la escuela austríaca de economía o a la doctrina minarquista, una frustración ante la no consecución del viejo anhelo de igualdad social que es sello identitario de la historia argentina.

Sólo que en este caso, y ante el fracaso de ese proyecto y la estridente fragmentación social –incluso al interior del diverso mundo del trabajo-, la búsqueda de ese igualitarismo adopta la forma de “igualar para abajo” mediante el recorte de derechos de quienes aún los conservan y valoran. Una crítica a la decadencia profundizándola. Si no tengo derechos laborales, que no los tenga nadie: el que lo conserva es casta. Si ese análisis fuera correcto, el problema entonces no es el peronismo sino su falta, la forma tímida y pretendidamente acuerdista que tomó en el último cuatrieño, enfrascada en la discusión sobre la grieta y alejada de las necesidades reales de las gentes.

Cortate el pelo

Cientos de estudiantes, docentes, no docentes y militancias varias marcharon el miércoles en Rosario desde la plaza San Martín hasta el sitio emblemático que alberga tanto celebraciones como protestas populares, el Monumento a la Bandera, bajo la consigna “Ni voucher ni arancel: educación pública, gratuita y transformadora”.

Convocada por la Federación Universitario de Rosario (FUR) y la entidad sindical de los docentes de nivel superior, Coad, la movilización también tuvo la adhesión de centros de estudiantes secundarios y otros gremios como Amsafé, ATE, Sadop, etcétera.

Foto: Jorge Contrera | El Eslabón/Redacción Rosario

“La motosierra para podar tu peluca, no para recortar la educación”, decía la pancarta que sostenía una joven manifestante. “Ni voucher ni arancel, mi Bullrich ni Milei”, completaba otra ya con nombres propios.

“La convocatoria surgió de reuniones que tuvimos desde Coad con organizaciones estudiantiles, escuelas secundarias y facultades de la UNR”, dijo Beatriz Introcaso, secretaria general de ese gremio.

“Esto sucedió a partir del resultado de las Paso, con la proliferación de discursos que ponen en cuestión la educación pública y que el ganador de esas elecciones propone vouchers para estudiar”, abundó en declaraciones a Radio Universidad.

La dirigente sostuvo que “en el documento expresamos nuestra preocupación ante los discursos de Javier Milei y Patricia Bullrich que también promueven arancelar las universidades, poniendo en cuestión el derecho a la educación pública”.

Introcaso destacó la importancia de la movilización como herramienta popular frente al avance conservador revestido de novedad. “Entendemos que hay cosas que no están bien, que mucha gente votó con bronca, pero la única manera de transformar estas cosas es defendiendo la educación pública”, dijo la titular de Coad.

Foto: Jorge Contrera | El Eslabón/Redacción Rosario

El rector de la UNR, el radical Franco Bartolacci, también promovió la marcha en defensa de la educación pública. “Es mi responsabilidad manifestarme por lo que se pretende hacer con la educación”, dijo en declaraciones a la prensa, para agregar que “el Consejo Superior emitió un documento conjunto sobre esto, no es una consideración personal, sino institucional”.

Los “libertarios” lo cuestionaron, mediante una nota presentada por su apoderado santafesino, por permitir la desobligación de estudiantes y docentes para participar de una movilización que expresa el derecho constitucional a la protesta. Nada de derechos colectivos.

El rector señaló que “atravesamos un momento delicado y es mi responsabilidad advertir el riesgo de lo que entiendo implican las propuestas que se están planteando en el ámbito educativo y específicamente en la universidad, si efectivamente se concretan, a mi juicio, se trataría de un enorme retroceso para la sociedad en su conjunto”.

8.753

Los dichos de Milei en el debate presidencial en Santiago del Estero sobre el tópico Derechos Humanos, que no estaba en el temario acordado sino que fue incluido por el “voto de la gente”, también contribuyeron a la reacción de quienes persiguen justicia.

“Nosotros valoramos la visión de memoria verdad y justicia, empecemos por la verdad, no fueron 30 mil los desaparecidos, fueron 8.753”, abrió el candidato de LLA.

Agregó que está “absolutamente en contra de una visión tuerta de la historia”, y procedió a darla: “Para nosotros durante los 70 hubo una guerra, en esa guerra las fuerzas del Estado cometieron excesos, por tener el monopolio de la violencia le vale todo el peso de la ley”.

No hay nada novedoso en la búsqueda de la minimización del genocidio argentino. Tiene una extensa historia, el último paso se produjo con la aparición en el escenario político de Cambiemos, cuya dirigencia no tiene una mirada monolítica al respecto. Aun así, se impone en ese espacio la idea de minimizar los hechos al considerar que el proceso de juicio y castigo es una bandera del kirchnerismo, lo que obliga a ubicarse en la vereda opuesta.

El debate sobre el número de personas desaparecidas sólo resulta interesante porque no se conoce, y ese desconocimiento proviene del carácter clandestino e ilegal que adoptó la represión estatal mediante sus fuerzas de seguridad y armadas. Al Estado corresponde responder a esa demanda de los familiares de las víctimas.

Foto: Jorge Contrera | El Eslabón/Redacción Rosario

Por lo demás, en ocasiones los números suelen tender a poner en segundo plano aquello que enuncian. ¿Serían menos graves los homicidios, torturas, secuestros, supresiones de identidad de bebés robados y abusos sexuales ocurridos en centros de detención clandestinos montados por el Estado si fueran 8 mil y pico y no 30 mil?

“Los 30.000” es una reivindicación de los organismos defensores de los derechos humanos, surgido en la década del 80, cuando aún se consideraba que resultaba “indispensable” la “aparición con vida” de los desaparecidos y el “castigo a los culpables”.

Resulta de una demanda al Estado para que brindara información sobre lo que sus fuerzas de seguridad y armadas habían hecho, con el patrocinio de los Estados Unidos y la bendición de la jerarquía de la Iglesia católica. Las FFAA fueron coherentes en mantener el pacto de silencio y negar esa información, lo que devino en la construcción de la cifra que simboliza el volumen del horror del que es capaz la humanidad.

Los 8.753 que con precisión matemática mencionó Milei en el debate, refieren a las denuncias realizadas en los años siguientes a la dictadura mientras funcionó por decisión del entonces presidente, Raúl Alfonsín, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).

El jefe de Gabinete y candidato a vicepresidente de Unión por la Patria (UxP), Agustín Rossi, sostuvo que Milei cometió un “agravio” cuando negó que hayan sido 30.000 los detenidos desaparecidos y llamó “excesos” a los delitos de lesa humanidad cometidos por el régimen militar.

Rossi recordó que un documento desclasificado por el Departamento de Estado estadounidense estableció que en 1978 la dictadura argentina reconoció que “habían hecho desaparecer a 22.000 argentinos y argentinas”.

“Entonces, si en tres años hicieron desaparecer a 22 mil, uno puede determinar ese número de 30 mil. Pero lo utilizan para descalificar la lucha de los organismos” de defensores de los derechos humanos, dijo Rossi.

Parecido a Massera

La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación señaló en un comunicado que las declaraciones de Milei “retrotraen a los discursos que la propia dictadura utilizó para justificar un genocidio y que luego emplearon los responsables de esos crímenes para buscar impunidad”.

En ese sentido, circuló en las redes sociales un video con los dichos del candidato como réplica casi exacta del descargo de Massera, el Almirante Cero, en el Juicio a las Juntas.

Sobre el número total de detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar, el organismo explicó que esa cifra “no se conoce por el carácter ilegal y clandestino que tuvo el accionar del Estado y en especial de las fuerzas armadas y de seguridad en ese período”.

Acerca del número exacto de las víctimas, la Secretaría argumentó que “está en construcción y crece permanentemente, al día de hoy se siguen recibiendo denuncias de personas que por distintos motivos nunca las habían realizado antes”.

Y sobre los dichos de Milei contra las organizaciones de los 70, Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), a quienes el libertario les atribuyó cometer delitos de lesa humanidad, el organismo que preside Horacio Pietragalla Corti advirtió que se trata de “un intento por equiparar los crímenes de la dictadura con los de las organizaciones políticas que llama «terroristas»”.

Si bien el debate ideológico y sobre el sentido de la historia tiene su importancia relativa, como señaló hace más de 45 años el militante y periodista Rodolfo Walsh en su “Carta abierta de un escrito a la Junta Militar”, sobre las atrocidades cometidas por la dictadura, “estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Las propuestas de Milei son, en buena medida, una continuidad de aquellas implementadas por Alfredo Martínez de Hoz durante el primer tramo de la última dictadura, sintetizada en la frase “achicar el Estado es agrandar la Nación”.

Lo cierto es que las propuestas de Milei –que si bien son cambiantes y a veces lucen escurridizas, pero nunca abandonan la profundización de los aspectos desiguales del neoliberalismo- despiertan la resistencia de aquellos sectores que aparecen como nítidas víctimas de las políticas que plantea implementar en caso de acceder al gobierno.

Las reacciones que generó el candidato con sólo exponer propuestas de campaña evidencia que no todos los enojos se desligan de la suerte colectiva de los sectores populares hacia un nihilismo individualista, y permite avizorar que aún cuando el hartazgo y el desánimo pudieran entronarlo en la Casa Rosada, las reformas que sueña se van a encontrar con la férrea resistencia de un pueblo organizado que pretende construir un futuro mejor y no dinamitar lo que le queda, sino expandirlo.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 07/10/23

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