Yo no sé, no. Raúl ese primer lunes de octubre vino con la noticia de que había descubierto una gran cueva de cuises enormes cerca del cañaveral del segundo puente de la Vía Honda y Manuel había descubierto la mejor forma de hacer ranas al barro: “Hay que traer la tierra colorada de al lado de la vía”, sostenía. Carlos, esa semana, no se quedó atrás con los descubrimientos y el miércoles nos dijo: “Para que la pelota quede dominada cuando viene medio a los saltos, hay que esperarla con la parte interna del pie. Y para eso son mejores las zapas que los botines”. José nos dijo que en el arroyo, cerca de la cascadita del balneario Los Ángeles, había descubierto que los chupadores (esos pecesitos que parecían moncholos) mantenían a raya a las mojarras, que los había visto mientras nadaba debajo del agua. Era un experto en bucear, así que lo que pasaba en las aguas profundas del arroyo sólo él lo sabía y nos podía contar cualquiera que le creíamos. Pedro nos dijo que había descubierto cómo ganar siempre al tatetí en dos movimientos y con eso, en el recreo en la Anastasio, se le hacía el lindo a una de barrio Acindar. Tiguín, según él, había descubierto que la rueda de la bici, la de adelante, tenía que estar más inflada que la de atrás. Hasta ese entonces, todos inflábamos más la segunda, pero él sostenía que la de adelante estando bien dura no mordía ninguna piedra y hasta evitaba que se pinchara haciendo saltar cualquier vidrio o clavo en el camino. Juanca descubrió por qué la laguna de las ranas estaba siempre con agua aún en años de pocas lluvias: decía que las ranas habían ido hasta el molino de la quinta y en uno de los canales de riego se habían mandado un desvío clandestino. “Son ranas topos”, decía.
El jueves por la tarde, mientras veníamos de descubrir que cerca de 24 y Crespo había un chatarrero que aparte de pagar bien el kilo de lata también compraba vidrio y envases de sidra, vimos que Graciela tenía una hermana que todas las tardes salía un toque a sentarse en el tapialito de su casa con un flequillo tan lindo como su sonrisa. Juanchila y Froilán descubrieron cómo hacer que tanto en el metegol de Longuito como en el de los parquecitos, las pelotas que entraban vuelvan a salir para seguir jugando con una sola ficha.
Esa semana, cuando la seño nos dijo que Colón había descubierto América, Manuel retrucó: “¿Sólo eso?, al final nosotros descubrimos más cosas y sin movernos del barrio”. La noche del lunes siguiente, Manuel estaba en cama, y como casi pasa para el otro lado descubrió en carne propia que a la hora de lavar el baño nunca hay que mezclar el detergente con cloro. Al otro día hizo un dibujo para la clase de historia y, quizás por el efecto de esa mezcla que había hecho o vaya a saber porqué, en la cartulina dibujó una gran laguna, tres barcos y, en la orilla, detrás de unos juncos, las ranas topos, una pelea entre chupadores y mojarras, una pelota dominada, un tapialito con una piba, un gran cuis, la rueda de una bici haciendo willy y nosotros haciendo música con un peine y el papel plateado de un paquete de Jockey que nos estábamos fumando… esperando que no nos descubrieran.
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gilbert13k12
12/10/2023 en 16:33
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