Difícil ser neutral ante el momento crucial que vive el país. Uno de los candidatos no apoya claramente a la democracia: además, su compañera de fórmula visitaba al genocida Videla, y hace larvada defensa de la dictadura. Es un candidato que va a quitar “todos los subsidios” (al transporte colectivo que usan los más necesitados, a los remedios que reciben gratis ancianos del PAMI, a la luz eléctrica que pagamos todos). Un candidato que dijo de acabar con el Conicet, que va contra la universidad pública y de libre acceso, que está contra la salud pública y -por tanto- por el encarecimiento sideral de los servicios médicos.

Es, también, un candidato que ha agraviado en público a muchos de quienes no piensan como él, desde el Papa a varios de sus súbitos amigos de lo que él llama “la casta”. Y que es una persona que no se caracteriza por su estabilidad emocional.

El otro candidato es presentado como “kirchnerista” por la tv opositora: pero si bien los kirchneristas lo votan, él nada tiene de kirchnerista, ni en su historia ni en su formación. Hay otro sector de la población que lo rechaza por peronista: sin embargo, si bien es cierto que nunca ha sido antiperonista, ha pasado buena parte de su carrera política alejado del peronismo oficial. En ese sentido, los rótulos que se le endilgan para que un sector de la población lo rechace, no le cuadran con precisión.

Massa es un candidato discutible, como otros lo han sido en la historia nacional. Pero es indisputable que ha mostrado habilidad para la gestión: efectivamente, lo que tomó cuando llegó al Ministerio de Economía fue una brasa candente. Y si bien es cierto que las condiciones económicas siguen siendo difíciles, se pudo completar el período haciendo los pagos necesarios al FMI, recibiendo a cambio un anticipo que ha sido muy útil y, a pesar de una sequía devastadora, sostenido el paso hacia un nuevo gobierno que -aunque fuese él quien ganara- tendrá que barajar y dar de nuevo.

Milei es un salto al vacío: no ha administrado ni un municipio. Sin equipo, sin experiencia, sin gobernadores ni intendentes, con escasos legisladores, es evidente que decidirse por su persona es abrir a un futuro impredecible.

Está en juego el futuro económico del país en un momento difícil, está en juego también el mantenimiento irrestricto de la democracia. Un candidato que es apelado por Cecilia Pando para que libere a quienes han sido condenados por delitos de lesa humanidad, deja dudas sobre cuál es su orientación en relación al plano de las instituciones.

Pero, además: ¿se puede vivir con el boleto de micro a 700 pesos? ¿Se puede vivir pagando por ir a la escuela? El candidato a ministro de Educación de Milei dijo expresamente que los vouchers serían sustentados por el Estado sólo por un tiempo: luego pagarían los usuarios, la población, los padres de familia.

Ahora bien, en circunstancias tan complejas: ¿corresponde la neutralidad? ¿se puede decidir votar en blanco, o no ir a votar? Hay quienes así piensan, pues se manifiestan poco afines a Milei, pero rechazan a Massa: casi siempre, porque lo toman por “kirchnerista”, o no quieren a un peronista.

Como ya dijimos, Massa no es para nada kirchnerista: sería miope no advertirlo, al margen de que tenga buena relación con el kirchnerismo. Y como peronista, representa un ala dialogante y abierta, lejos de los estereotipos del amplio antiperonismo nacional.

“A los tibios los vomitaré de mi boca”, se dice en el Evangelio. En momentos difíciles, habrá quien pretenda ubicar en polos supuestamente iguales y opuestos a dos candidatos tan disímiles como Milei y Massa: pero esa no-decisión es insuficiente para rechazar claramente los peligros sociales y antidemocráticos en juego.

No será bueno permanecer tibios. A los 40 años de democracia que se resumen en la figura de Raúl Alfonsín, valdría serles fieles no votando a un candidato que ataca al ex presidente, y que usa un retrato suyo para descargar la agresión. Ante una situación económica afligente, es bueno saber que no sirve cambiar para peor, y que sería triste perder nuestro dinero en un proceso de dolarización. Y por cierto que en tiempos en que se requiere unidad nacional, la vociferación y las motosierras no ayudan.

Si hay quien se deja arrastrar por el antiperonismo, esa persona sólo puede tomar distancia de Milei con abstención o voto en blanco. Pero en unos pocos meses, podría haber arrepentimiento por no haber elegido a Massa: la improvisación a la hora de gobernar puede pagarse muy cara. Y ya estamos viendo los problemas que tienen quienes recién llegan a la política: tienen que atarse desesperadamente a los que hasta ayer fueron sus adversarios. Con esta clase de comportamientos erráticos, más vale que los argentinos tengamos el temple de prevenirlos a tiempo, votando por la opción más cercana a la democracia y la sensatez.

 

*Doctor en psicología, docente universitario e investigador. Profesor emérito, Universidad Nacional de Cuyo

 

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