Han transcurrido 40 años desde el 30 de octubre de 1983, fecha en que luego del genocidio, el fracaso de la guerra de Malvinas y de la creciente lucha y resistencia del pueblo argentino, la dictadura se vio obligada a convocar en ese día a elecciones para retirarse de manera ordenada.

El Dr. Raúl Alfonsín resultó ganador de esa contienda electoral prometiendo que con la democracia se come, se educa y se cura. Luego de cuatro décadas de múltiples fracasos y desilusiones, de sucesivas crisis económicas y políticas, pareciera que nos encontramos nuevamente ante la misma disyuntiva: democracia o fascismo.

En estos 40 años asistimos primero al Juicio y condena a las tres Juntas de Comandantes de la Dictadura instaurada en el país a partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, luego a la Semana Santa 1987, con la “casa está en orden” y las leyes de Obediencia Debida y Punto final, continuando con el indulto de Carlos Menem, hasta que finalmente el presidente Néstor Kirchner ordenara bajar el cuadro de Videla, retornar a los Juicios y hacer realidad la consigna Memoria, Verdad y Justicia.

Los dictadores fueron nuevamente condenados a cadena perpetua, murieron en la cárcel; al 20 de abril de 2023 había 334 juicios abiertos por causas de violación a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, y 1.126 condenados en juicios que tuvieron derecho a la defensa. Cada 24 de marzo cientos de miles de personas se movilizan en el país manteniendo viva en la memoria y la conciencia popular el Nunca Más.

¿Qué ha pasado que a 40 años de haber sido derrotadas en las urnas las ideas de la dictadura y haber recibido los genocidas castigo ejemplar, vuelven a presentarse el 19 de noviembre de 2023 como alternativa electoral democracia o facismo anarcoliberal?

Por un lado, una democracia formal que desde esa lamentable Semana Santa de 1987 se fue vaciando de contenido y participación popular, cada vez más democracia formal, una reiteración de promesas incumplidas y frustraciones acumuladas.

Por otro lado, neoliberalismo y claudicación ante el FMI con la excepción del período 2003/2015 de Néstor y Cristina Kirchner cuando se intentó reconstruir el Estado de bienestar, reducir la desigualdad social, se ampliaron derechos laborales y civiles (Matrimonio Igualitario, Identidad de Género), se sancionó una ley de medios para limitar el poder de la comunicación concentrada y se respetó de manera irrestricta la libertad de opinión y el conjunto de libertades democráticas.

Durante el resto de los 40 años asistimos a la aplicación, con pequeñas variaciones, de políticas económicas neoliberales acompañada de una intensa batalla ideológica-cultural a favor del neoliberalismo a través de los medios de comunicación, las redes y todos los dispositivos que utiliza el capitalismo actual en su formato financiero–cognitivo–de plataformas, permeando la conciencia de una parte importante de la población, fundamentalmente en jóvenes generaciones que no vivieron ni la dictadura, ni la crisis del 2001.

Jorge Alemán afirma: “La tonalidad afectiva que impregna el mundo de vida neoliberal es el terror. No es el terror de las dictaduras clásicas ni el de los absolutismos despóticos o totalitarios. El terror procede de un modo más invisible y llega a su clímax en momentos de concentración catastrófica como ahora en la pandemia”, instalando el odio y este se manifiesta de manera violenta. (…) El neoliberalismo trata del tiempo histórico donde, por un lado, la naturaleza se ha perdido mientras a la vez el hombre económico naturaliza la desigualdad, la explotación, la definitiva introducción de la subjetividad en la lógica del Mercado. (…) La vida precaria es la esencia de la gran creación neoliberal: la vida enteramente reducida a valor y competición de unos con otros y también con respecto a uno mismo” (Neoliberalismo: terror y odio, Página 12, 10/09/20).

Esta afirmación del psicoanalista y escritor Jorge Alemán ayuda a entender por qué hoy estamos frente a una construcción política centrada en el odio, el individualismo, un sentido de libertad pregando en el tener y poseer lo propio, la irracionalidad y permean en las generaciones que no conocieron de manera directa lo que fueron los años de dictadura y por lo tanto no pueden dimensionar el valor de las conquistas democráticas recuperadas hace 40 años.

La pandemia no fue un acontecimiento más de lo vivido en las últimas cuatro décadas, visibilizó como nunca la desigualdad de este mundo y, ante el “sálvese quien pueda”, todo otro empieza a funcionar como amenaza, ese individualismo que fomentaron los años neoliberales se extrema hasta el límite de la indiferencia y la desidia respecto del cuidado del otro.

Así lo describe la doctora en psicología Marité Colovini: “La pandemia, como diría Freud, puso al descubierto nuestra vida pulsional en su desnudez. Me quiero detener en este punto porque este es el punto que explica los discursos de odio, porque este es el punto que explica, verdaderamente, por qué el odio ha calado tan fuertemente en un sector que no es la mayoría, que quizás es una minoría (me atrevería a decir que, claramente, es una minoría), pero que es muy ruidosa. Los discursos de odio, justamente, lo que mostraron es que se incitan las pulsiones más primitivas de los humanos.

Todos los humanos sentimos odio y el odio es un afecto que configura la formación de nuestro aparato psíquico, de nuestro yo, pero debe poder intrincarse con el amor, para que opere sin ser destructivo. Cuando el amor está impedido, precisamente, el odio se transforma en odio destructor que sólo busca la eliminación del otro, la eliminación del diferente, y sabemos que el neoliberalismo impide el amor por lo común, impide el amor que se construye en el reconocimiento, el respeto y el cuidado del otro. La pandemia fue un buen suelo donde sembrar el odio y la sospecha, los delirios conspiranoicos que se gritan desaforados en las plazas, en las redes y la manipulación de los medios hegemónicos que generan todo el tiempo, en ese suelo, reacciones de indignación y de furia”. (Conversaciones en la sala de maestros-Amsafé, en el libro El Hilo Rojo de la Pandemia, Homo Sapiens Ediciones).

Es importante señalar que tanto la incertidumbre generalizada como los mensajes de odio que desde la derecha y la extrema derecha se emitieron durante la pandemia han ido configurando una subjetividad, que, como afirma Jorge Alemán en varios reportajes desde su llegada al país, se vive sólo el presente con una gran incapacidad de recordar y de analizar la historia reciente.

Hemos escrito en el libro El Hilo Rojo de la Pandemia: “Mientras la dimensión sanitaria ha mejorado sustancialmente en nuestro país, en la dimensión Productiva–Económica, asistimos en la Argentina a una consolidación del capitalismo cognitivo y de plataforma y una reactivación económica con mayor desigualdad social e índices de pobreza crecientes.

Simultáneamente en la dimensión Político–Ideológica– Cultural existe una disputa en la construcción de una ‘nueva normalidad’ donde el ideario neoliberal se despliega ampliamente en los medios de comunicación dominantes y en las redes, construyendo un campo de conflicto aún no resuelto.

Una nueva cepa no biológica amenaza continuar con la pandemia. La pandemia desde el 12 de septiembre (2021) ha adoptado otras características. Mientras que prácticamente se ha aplastado la curva de contagios y muertes por Covid-19, surge una nueva ‘cepa’ pandémica que denominamos Milei.

No es de características ‘biológicas’ sino ideológico-política, se difunde a la misma velocidad que las anteriores a través de los medios de información y las redes. Sus portadores intervienen de manera activa en la política y las conductas sociales infectando con el odio, las xenofobias, antifeminismo, macartismo y el individualismo el conjunto de las relaciones sociales que afectarán de manera muy negativa la vida cotidiana de los argentinos.

Es necesario señalar que no se trata solo de un fenómeno argentino, sino que ya se ha manifestado con particularidades diversas en Brasil, EE.UU. y muchos países europeos.

Comenzó como infodemia, se difundió como fake news, continuó con las numerosas movilizaciones que convocaron para romper la cuarentena y todas las medidas que tomó el gobierno Nacional para evitar la circulación viral y garantizar el cuidado colectivo, se proclamó libertaria y llegó hasta la quema de barbijos.

Se introduce mediáticamente a pesar de lo caricaturesco, ridículo, grosero, procaz y sin sólidos argumentos del personaje real. Comienza a consolidarse políticamente a partir de las PASO, constituyendo hoy una de las principales amenazas para el futuro de la inmensa mayoría del pueblo argentino.

La cepa Milei toma jóvenes y no tan jóvenes en situación de vulnerabilidad, aunque no sean de clase pobre, tiene su raíz en el hecho que la pandemia profundizó la crisis civilizatoria que ya vivíamos.

La incertidumbre ha provocado una gran conmoción respecto a la memoria, los ideales y los valores democráticos, a esto se suma que las políticas de cuidados han generado bronca y desilusión en una porción importante de la población por las limitaciones lógicas que impusieron. El efecto producido, se ha dado en denominar una retroutopía.

Esta retroutopía hace del individualismo extremo su programa, arremete y demoniza las políticas del Estado que garantizan cuidados colectivos y derechos históricos de los trabajadores, las mujeres, los pueblos originarios, produciendo rechazo.  Todo ello actuando en nombre de la ‘libertad’.

Esta cepa Milei, y sus similares en el resto del mundo, surge en medio de una crisis de los Estados de Bienestar. Las presiones y condicionamientos que imponen los organismos internacionales como el FMI sobre los países en vías de desarrollo o atrasados, es potenciada por el descontento y la desilusión de amplios sectores de la población de las promesas no cumplidas o postergadas por gobiernos progresistas.   

En síntesis, esta ‘cepa’ es la representación del huevo de la serpiente neofascista que se está incubando como subproducto emergente de la pandemia aún en curso”.

Este huevo ha continuado incubándose desde que vivimos en modo epidémico / pandémico de andar por la vida, se ha agudizado la disputa política, el poder económico-financiero-mediático ha precipitado y magnificado una crisis económica junto al inmovilismo de un Alberto Fernández que desapareció de la escena política, generando un gran descontento entre la población, y un vacío que ocupó la derecha ultraderechizada, representada políticamente en La Libertad Avanza (LLA).

El anarcocapitalismo que pregona Javier Milei y LLA, de terminar con el Estado o reducirlo a una mínima expresión, es la necesidad que tiene hoy el capitalismo en su nueva etapa globalizada supranacional representada por los Grupos Internacionales de Inversión como BlackRock, Vanguard, Fidelity, UBS Grupe, State Street Global Advisors, Morgan Stanley, entre los más grandes y poderosos, todos con origen en los Estados Unidos de Norte América. Para quienes los Estados Nacionales y Soberanos y la democracia son un obstáculo para continuar acumulando ganancias y generando mayor desigualdad social en todo el mundo.

Es necesario profundizar en las causas y en los responsables de por qué llegamos a esta situación, pero ante la disyuntiva actual no pueden existir ni dudas ni neutralidad.

La opción es por la democracia, que nos permita tener y pensar un futuro de progreso, bienestar, soberanía económica y política. Una sociedad sin xenofobias de ningún tipo, ni discriminación étnico-racial, religiosa, sexual o cultural.

Es apostar por la educación y la salud pública frente a quienes pretenden mercantilizar hasta el aire que respiramos y llegan al extremo de sostener que los órganos y los hijos pueden ser bienes transables en el mercado.

Para quienes la democracia, aún restringida y con todos sus déficits, es preferible a una vuelta a la noche negra que vivió la Argentina durante la última dictadura, hoy no hay lugar para la neutralidad, la opción es apoyar al candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa y su llamado a constituir un gobierno de Unidad Nacional.

 

*Médico especialista en medicina del trabajo, docente e investigador universitario

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