El periodo poético de Storni que va desde 1920 hasta 1938 deja ver una ruptura con los “poemas de amor”, a la vez que marca la emergencia de nuevas armonías vanguardistas.

Considerando las fechas literarias establecidas por Delfina Muschietti, en un primer período poético Alfonsina cultiva el género femenino por antonomasia: el poema de amor. La literatura femenina latinoamericana se caracterizó por el “verso de amor” propio del “ser mujer”, acogido por el modelo de “las nacidas para amar” que circunscribía un clisé acerca de una temática íntima sentimental. Desde inicios del siglo XX, Alfonsina publica su obra en la revista Nosotros e ingresa en la escena cultural argentina a partir del sentimentalismo confesional, condición de posibilidad por su tratamiento del tema remanido y monocorde del deseo, el dolor, el cuerpo y el amor.

Muschietti señala un “revés de la retórica” que da comienzo a la segunda etapa de la poesía de Storni. Un distanciamiento interno y disonante en el que se desarticula el poema de amor y el yo poético se rebela ante el comportamiento social estereotipado de la “mujer poeta”. Originalidad, gestos de ironía y parodia manifiestan una superación en esa duplicidad enfrentada, desvelada de una “bella poesía” que halla su contracara en una lengua burlona, corrosiva y cada vez más desatada. El poema representativo de esta etapa es Tú me quieres blanca del libro El Dulce Daño (1918), en el que se nos introduce a un tropo en apariencia abstracto (blancura, pureza) que, en última instancia, deviene en referencial (mujer casta y modélica) y que finaliza con una sutileza irónica y cómplice acerca de las exigencias del hombre hacia la mujer.

Finalmente, en un último periodo, Storni inaugura una nueva poética, abandonando su verso característico por excelencia, el soneto, y el recurso sintáctico y léxico propio de sus etapas predecesoras. Emergen nuevas y diversas estéticas vanguardistas que la diferencian de la “poesía de amor” por la cual se ubicó en el canon literario, y por la cual es reconocida en la escena cultural-literaria argentina.

Repasamos distintos poemas pertenecientes a este último periodo:

Torre

Suspendida en el aire,
mi casa respira,
por sus anchas ventanas,
la energía
solar.
Encerrándola
en su anillo enloquecedor
el cielo circula por ella
de un extremo a otro
en largos y anchos
ríos de luz.
En el centro,
Isla triste y solitaria,
mi cuerpo,
quieto contra la corriente,
absorbe.

Torre, incluido en la sección “Motivos de ciudad” en El mundo de los siete pozos (1935), obra de corte “objetivista” y de despliegue metafórico del volumen y textura del mundo.

Planos de un crepúsculo

Primero había una gran tela azúrea
de rosados dragones claveteada:
muy alta y desde lejos avanzando,
pero recién nacida y pudorosa.

Y más abajo grises continentes
de nubes separaban los azules;
y más abajo pájaros oscuros
bañábanse en los mares intermedios.

Y más abajo aún, ceñudo el bosque
de milenarios pinos susurraba
una canción primera de raíces.

Y estaban, más abajo todavía,
prendidos a la tierra los humanos
rechinando los dientes y herrumbrosos.

En el mismo sentido se encuentra Planos de un crepúsculo, en Mascarilla y Trébol (1938). En la obra leemos poemas con alusiones al paisaje natural, a la naturaleza, y al Río de la Plata.

Un último ejemplo del periodo poético:

Luna

Toda la ciudad es un pozo,
un pozo negro y húmedo
de fondo quebrado.
Cuatro pequeños soles
Se agrupan, en racimo, sobre una columna.
Otros soles aislados penden
aquí y allá.
Infinitos cuadrados de luz
emparchados en la niebla negra
destacan los planos.
Los hombres,
manchas sin volumen,
trazan en las calles,
rayos grises del pozo,
largos fantasmas de sombra…
Víboras, rayas y ondas luminosas
le puñalan el pecho,
con tajos de colores.
Una ligera harina triste
espolvorea las pardas
moles de las quebradas.
Y a su costado,
metálica, fría,
resplandece, inverosímil,
la enorme plancha del Río.

Publicado en Aúrea, en el año 1927, Luna se ajusta a las formas vanguardistas propuestas por la revista literaria. Lenguaje prosaico, verso libre, patrón rítmico irregular, en un poema “captado” por una perspectiva cinematográfica, por medio de la técnica de montaje. La poeta reproduce las calles de la ciudad a partir de su mirada y transmuta en artificios instantáneos y maquinales el panorama urbano.

Estos fueron solamente tres brevísimos ejemplos de la “otra estética” de Alfonsina. El proceso se inicia paulatinamente en 1920, y se acentúa por diversas direcciones hasta sus últimas publicaciones. En este periodo convergen poéticas que podrían considerarse en principio (habría que realizar un estudio exhaustivo) como “objetivistas”, y “vanguardistas”, también hay “modernistas” (referencia explícita a Darío en el prólogo de Languidez). Es heterogénea, variada y, en cierto sentido, disímil en sí misma esta última poesía. La “otra estética” da cuenta de una poesía constituida en el reverso del clisé mistificado de su poesía de amor y su suicidio en el mar. Es el periodo poético de Alfonsina Storni de ruptura de sus poemas célebres de amor y emergencia de nuevas estéticas vanguardistas.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 04/11/23

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