Kurt Lutman lanzó su nuevo libro Errando goles cantados, ideado en tiempos duros como la pandemia. “Cada vez que se ve venir un 7 a 0 o una tormenta fuerte, trato de conectar con la energía lúdica”, dice el escritor y ex futbolista.

La corrida memorable de Kurt Lutman, su jugada de todos los tiempos, es un centro a la olla en un clásico contra Rosario Central en Arroyito que terminó en el empate –con uno menos– de Fabricio Fuentes. “¿El centro tremendo que tiré, se acuerdan?”, escribió hace un tiempo este ex jugador de Newell’s, devenido en escritor, que se ríe de sí mismo y que lucha contra el “ganar como sea”, tal como refleja en el título de su nuevo libro Errando goles cantados. Chucherías para cuando se viene la noche, escrito y pensado en momentos difíciles como la pandemia. El ejemplar ya se consigue en su casa o en librerías de la ciudad a precio popular “que no se piensa ajustar a las especulaciones y al dólar”, según prometió.

La oscuridad cubre toda la ciudad

Como escudo a la malaria que se vivió en pandemia, Kurt Lutman empezó a cocinar este nuevo libro, el quinto en su haber, a fuego lento. “Tiene que ver con una estrategia, casi sin buscarla, de qué hacer con todo ese quilombo, con toda esa tristeza, esos miedos y toda esa muerte que nos rodea. Y lo primero que me salió fue jugar”, revela quien antes jugó con la pelota y ahora lo hace con la literatura: “Es algo que hago desde que soy pibito, me crié en el arte del juego, del fútbol en mi caso. Y cada vez que se ve venir un 7 a 0 o una tormenta fuerte, trato de conectar con esa energía lúdica”.

 

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Al respecto, el ex volante de la Lepra reflexiona que “a diferencia de lo que creía al principio, que había una sola forma de jugar, que tiene que ver con la alegría, con estar a los gritos, me parece que cada uno conecta con el juego desde donde siente. Y ahí aparece el máximo que uno puede dar en el marco del juego, en el medio de la pandemia, en el medio del quilombo”.

Ante esa situación de encierro y muerte que significó la expansión del Covid, Kurt comenta que “la propuesta que me hice fue jugar con todo esto, atravesarlo con una energía lúdica, la máxima que yo pueda dar”. Y añade: “Lo que a mí me sirve como escritor es poder relajar las pretensiones de la perfección, o de la búsqueda de la perfección. Y ahí aparece lo de jugar por jugar. Distinto es jugar para salir campeón”.

Cueste lo que cueste, tenemos que jugar

Kurt Lutman sale con los tapones de punta ante la teoría tan extendida en el mundo del fútbol y del deporte de que “lo único que importa es ganar” y que “del segundo nadie se acuerda” y mucho menos del resto. “Cuando yo busqué eso como futbolista –recuerda– aparecían bastantes tensiones en el cuerpo, porque la orden era salir campeón. Y aparecía la carga, el peso y una rigidez ante el error”. Sin embargo, “cuando yo conectaba con la energía de mi barrio –continúa–, donde jugábamos 8 horas seguidas, aparecía otra cosa, el cuerpo se predisponía desde otro lugar”.

Por eso, cuenta que a la hora de sentarse ante el papel “la idea era poder volver al registro del cuerpo en esos picados en el barrio, donde eran interminables”.

Sobre ese tema, remarca que en algunas de las charlas sobre deporte, arte e inclusión social con las que recorre diversas localidades cercanas y no tan cercanas a Rosario, esa cuestión de “el fútbol y las exigencias, nacía de la demanda de las mamás y los papás de los chicos, porque se armaban unos quilombos bárbaros en contexto de juego y no solamente en el fútbol”, ya que “en cualquier lugar en el que se jugaba a algo aparecía un paradigma, que estaba muy estructurado y muy rígido, y que se constituía como verdad: para jugar a algo lo único que se busca es ganar. El que no esté a la altura va a quedar por fuera”.

Foto: Juan Lutman

Lutman sostiene que “ese discurso en la espalda de pibes y pibas lo que hace es atormentarlos”. Y por eso subraya que “hay que desmantelar ese sistema, que no tiene un par de años, que tiene cientos de años”, y que “lo que hace es anteponer la productividad al humano”.

Ante ese estado de las cosas, no le sorprende que existan tipos que ven al fútbol y al deporte sólo con ojos empresariales, como quienes impulsan las Sociedades Anónimas Deportivas, ahora habilitadas en el DNU del presidente Javier Milei. “Vi con mucha alegría que los clubes salgan a posicionarse”, dice respecto al rechazo contundente de la AFA y las instituciones que la integran. “Fue un golpe en la mandíbula a los que creen que todo se puede comprar y vender”, añade.

“Ahí hubo un mirar para atrás a nuestros bisabuelos y abuelos, de seguir con la lógica de ellos que crearon estos lugares para que los conduzca la gente que lo ama. Los clubes no pueden estar en manos de un ñato que tenga la billetera más jugosa. Sino que esté en manos de alguien que obedezca a la gran multitud que tiene un amor profundo por esos colores”, reflexiona.

Y en esto de mirar para atrás, Kurt regresa al niño que fue: “Hace poco miraba una foto mía de pibito y tengo otros ojos, tengo otro brillo en los ojos, mucho más opaco. Y es un garrón que pase la vida perdiendo y desprendiendo tanto brillo propio, de jugar sin mirar tanto a los bordes a ver qué dicen, sin movernos de manera genuina”. Y cierra: “Apuesto a poder recuperar, sé que soy iluso, ese lugar cada vez que puedo. Lo trato de hacer desde la escritura”. Porque cuando la noche es más oscura, se viene el día.

En el oeste, está el libro

Este ex futbolista, que pasó por la redacción de este periódico y que también lo repartió en su bicicleta como hizo luego con sus otros libros, ahora sacó el pie del pedal y apretó el freno: “En las anteriores yo salía a repartir en la bici, pero debido a ciertas dolencias físicas, lo vendo en casa”.

Kurt, que recorrió la ciudad sobre dos ruedas, que tocó timbres y golpeó puertas (o manos) para dar aviso de su llegada con el libro de su autoría, dice que ya no está para esos trotes, pero se muestra expectante ante la nueva propuesta: “Ahora me interesa ver qué sucede cuando uno recibe al otro”.

Cuando lanzó El agua y el pez, Semillas para barriletes, Vientos que juegan con fuegos, Los juguetes (que son sus cuentos reunidos) y Arco sur jugó de visitante. En Errando goles cantados hará de local en Mendoza al 5100, en barrio Azcuénaga. También se consigue en las librerías del centro, como Buchin, El juguete rabioso, Mandrake y Paradoxa.

Jugadores que se la juegan

En el año 2000, cuando muchos militares de la última dictadura aún gozaban de libertad plena, Kurt Lutman le hizo un gol en Reserva a Belgrano de Córdoba en el Coloso, y se sacó la camiseta rojinegra para mostrar una blanca que pedía “cárcel a Videla y a todos los milicos asesino”. Una expresión poco habitual de un futbolista dentro de la cancha, tanto en aquellos tiempos como en los actuales.

Para Lutman, el motivo es que “hay una maquinaria, desde el Grupo Clarín y compañía, que ante cada Juan Cruz Komar y Patón Guzmán, arremete con todo”. Es que las posturas públicas del defensor de Rosario Central y del ex arquero de Newell’s son meras excepciones. “Recuerdo lo que hizo Olé cuando Komar se posicionó” a favor del peronismo y contra el gorilismo. Y agrega que “al Patón hasta lo corrieron de la Selección”.

“Hay una represalia muy grande. Por eso, muchos jugadores que tienen alguna opinión o posición sobre ciertos temas callan sus posturas. En los programas de deportes de Buenos Aires esas cosas no se preguntan. Los deportistas tienen que saltar una valla para que no se les pegue y así poder posicionarse con tranquilidad, sin correr riesgos”, afirma por último.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 23/12/23

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